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Pájaros en la boca


Enviado por   •  3 de Junio de 2018  •  Trabajos  •  1.765 Palabras (8 Páginas)  •  127 Visitas

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Hermenéutica analógica

Umberto Eco señala en su libro Los límites de la interpretación[1], que históricamente hay dos ideas acerca de lo que hace la hermenéutica. Una de ellas explica que interpretar un texto significa esclarecer el significado intencional del autor o, en todo caso, su naturaleza objetiva, su esencia, ya que, ésta es independiente de nuestra interpretación. La otra idea es que los textos pueden interpretarse infinitamente. La hermenéutica analógica pretende colocarse como alternativa  entre el univocismo y equivocismo.

Pero para intentar encontrar un punto medio entre ambas ideas, se buscó la ayuda de la analogía. La analogía es un punto intermedio entre la univocidad y la equivocidad, aunque da predominio a la última.[2]

Lo equívoco  es lo que se predica o se dice de un conjunto de cosas en un sentido completamente diverso, de modo que una no tiene conmensuración con otra; por ejemplo, cuando le decimos “gato” a un animal, a un instrumento y a una persona. Lo unívoco es lo que se predica o se dice de un conjunto de cosas en un sentido completamente idéntico, de modo que no cabe diversidad entre unas y otras; por ejemplo, “Pedro, Juan, Pablo…son hombres”, todos tienen que ser hombres en sentido idéntico.

Por otro lado, lo análogo es lo que se dice de un conjunto de cosas en un sentido en parte idéntico y en parte distinto, predominando la diversidad; es idéntico según algo, según algún respecto, y diverso de modo simple.

La postura univocista de la interpretación única está negando, de hecho, a la hermenéutica, porque ésta sólo puede darse cuando hay múltiple polisemia; y esa postura, en el fondo, sostiene que no hay polisemia posible, ni diversidad de sentidos, sino que todo se resuelve en una sola interpretación, la cual destituye a toda otra y, además, si se tiene el método adecuado, se tendrá esa comprensión sin necesidad de recurrir a las otras ni contrastarlas con las otras. No hay lugar para varios sentidos y, por lo mismo, no hay lugar para la interpretación, o sea, para la hermenéutica.

En cambio, la postura equivocista de la interpretación infinita o indefinida acaba también por destruir la hermenéutica. Pues dice que todas las interpretaciones (o casi todas) son válidas o por lo menos no se puede decidir cuál de dos interpretaciones que se enfrentan es la correcta; con lo cual la polisemia se vuelve irreductible, sin posibilidad de comprensión. Hay tantas interpretaciones válidas que puede llevar a que ninguna lo es, terminan por quitarse toda la validez las unas a las otras. Hay tantas interpretaciones que no se alcanza la comprensión, por consecuencia, tampoco hay lugar para la hermenéutica.

Hay otra forma de ver la hermenéutica, que es la llamada hermenéutica positivista, es la que cree en una única interpretación valedera. De hecho no es hermenéutica, pues ésta requiere alguna diversidad de sentido. Y es lo que pretendieron algunos historiadores positivistas y algunos historiadores marxistas: estar conociendo y diciendo la realidad como tal, sin ninguna intermediación interpretativa; hacían ciencia, no ideología (decían aquello marxistas); o ciencia, no metafísica (decían aquellos positivistas). Pretendían la objetividad absoluta. Y por otro lado, está lo que Ricoeur llama hermenéutica romántica.

La hermenéutica positivista: el modelo univocista[3] 

Este tipo de hermenéutica resulta ser paradójica, pues sostiene que sólo hay una interpretación válida. Las demás son en su totalidad incorrectas.

En su aspecto rudimentario, el positivismo adoptó la forma cientificista del siglo XIX, en la que sólo valía la interpretación reduccionista científica de cualquier texto o acción o evento; siempre una sola y única interpretación. Tenía que ser totalmente unívoca, con un significado único y sin dejar ningún lugar a la ambigüedad. Con esa postulación de un significado único, de hecho tampoco se dejaba lugar a la hermenéutica misma. Esta significación unívoca era la que daba la ciencia (formal o científica).

La hermenéutica romántica: el modelo equivocista[4] 

Ésta hermenéutica era lo opuesto al positivismo: daba predominio a la subjetividad.

Hay que recordar que el romanticismo, en el arte, hacía preponderar el contenido sobre la forma: no importan los formalismos, lo que importa es el sentimiento. La hermenéutica romántica, consistía en dejarse impregnar por el texto y su contexto, por el autor y su cultura; de alguna manera se hacía una inmersión directa del mundo del autor, en su cultura; asimismo, se trasladaba al lector, pero de manera que se realizaba por la subjetividad.  

La hermenéutica romántica es equivocista, da predominio total a la diferencia, a esa diversidad de interpretaciones que introduce el yo, irrepetible e intransferible, con el peligro de ser realizada a través de ser casi incomunicable (al menos por medio de la razón; tendría que ser por una gran empatía realizada a través del sentimiento).

Para encontrar un equilibrio entre los extremos previamente mencionados, se propone el método analógico, que sería una hermenéutica en la que las interpretaciones no fueran todas inconmensurables, equívocas; ni todas tuvieran que ser idénticas por sólo haber una posible, unívocas, sino que fueran en parte comunicables, precisamente por tener una parte de igualdad, pero al mismo tiempo diversas por guardar cierta medida la particularidad del intérprete. Con ello se salvaría la conmensurabilidad y podrían compararse con las otras interpretaciones para decidir cuáles son mejores; en este sentido podría hablarse de unas que se acercan más a la verdad y otras que se alejan de ella. Habría una interpretación principal, más cercana a la verdad objetiva, pero eso no quitaría la posibilidad de que hubiera otras que se acercaran a  ella y que tuvieran su parte o grado de verdad en el sentido de aproximación en la correspondencia a lo que el autor dice en el texto.

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