Ruinas Circulares (crítica)

Por: Arturo Isaác Reyes Cruz[pic 1][pic 2]

“En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó”

Mientras leía este pequeño cuento, colmado de una incomparable historia, digna de analizar con detalle, logré adentrarme hasta lo más profundo de mis pensamientos y mi imaginación no dejo de vagar con cada fragmento leído. Inimaginablemente fui construyendo la historia palabra por palabra en mi mente, hasta que logré crear una serie de imágenes grandiosas y sorprendentes que sólo Borges podría causar en un lector. Cierto es que la historia produce una sensación mágica al momento de terminarla, pero durante todo este cuento la sensación está presente y va creciendo con cada párrafo leído. Personalmente sentí una conexión inexplicable con el personaje principal de la obra, deseando que ésta nunca llegase a su fin. Adoré la forma tan detalla y contextualizada con la que Borges nos permitía saber tanto las características del medio físico en donde se desarrollan los actos como las del medio imaginario del personaje. El resplandor de mi imaginación fue sólo una de las sensaciones que causo la historia; es decir, también causo en mí un conjunto de emociones justo como lo hace una experiencia inolvidable.

Al terminar la lectura del cuento, comprendí que los sueños son una parte indispensable en los humanos y que sin ellos no podríamos vivir de forma plena, perderíamos toda esperanza y todo se tornaría en un aspecto triste y repugnante. Además de que cuestioné las razones del por qué me encuentro aquí, como si todo tuviera un propósito indeformable y mi realidad pendiera de un hilo que sólo un titiritero intangible pudiese cortar con una gran sonrisa dibujada en la cara, tal como si todos mis esfuerzos fuesen en vano.

Mi miedo más grande es perder la memoria y que a su vez mi historia o lo que sea que esté construyendo, nunca sea recordada, tal y como la naturaleza humana borra y destruye todo lo bello que existe a su alrededor, tal y como el fuego no logró morder la carne de ese hombre taciturno que se describe en la historia. Mil derroches de amargura y escéptica felicidad, traslada Borges en su obra y yo con los ojos como dos lirios esperando a ser apagados, logré llegar hasta el desenlace de este cuento, y con una austera sonrisa, como muestra de admiración pensé: ¿Y si la realidad dejara de soñarme y un día despertara en las afuera de los límites de la vida que conozco? O qué tal si sólo soy un individuo con un objetivo por cumplir y luego mi destino es desaparecer.

Considero que la buena literatura sí logra crear un mundo alterno que distorsiona de alguna forma la concepción que uno tiene del mundo y esto logra una fantástica transformación de uno mismo. Este cuento me ha dejado un gran sabor de boca y mientras escribo palabra por palabra esta crítica logró descubrir que el escritor logró su cometido, dejándonos una pieza valiosa, que, si bien llegase a ser parte de un sueño, éste nunca merecería el olvido.

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