Titulo Lbro Doña Barbara Y Los Problemas En La Construccion De Un Personaje
RVM7084C24 de Septiembre de 2013
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DOÑA BÁRBARA LOS PROBLEMAS DE CONSTRUCCIÓN DE UN PERSONAJE
Mireya Vázquez Tortolero
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I.INTRODUCCION
Algunos especialistas creen que la obra de Rómulo Gallegos debe ser revalorada en función de métodos críticos. Este ejercicio, que aportaría una lectura novedosa, haría a un lado ciertos enfoques que han viciado la lectura de la obra galleguiana. Según Juan Liscano en "Otra Doña Bárbara", hace alusión a los valores y colores localistas, folklóricos, nacionalistas, costumbristas, argumentales y textuales, por un lado y por otro, la necesidad de rescate de la valoración profunda en función de símbolos, arquitipos, proyecciones trascendentes y contenidos insuficientemente expresados por significantes. que nutren los estudios analíticos de la obra del escritor venezolano.
Acogiéndonos a esta propuesta, hemos decidido leer a Doña Bárbara desde otro punto de vista. Por ello, el objetivo fundamental de este trabajo es referirnos a los problemas de construcción que ofrece Doña Bárbara como personaje, y las relaciones actanciales que se desprenden de ésta hacia sus compañeros ficcionales.
Primero haremos una breve presentación del autor y de su obra, haciendo una ubicación espacio-temporal. Nos referiremos, brevemente, a sus valores como escritor y la importancia de su novelística, con particular referencia a su novela Doña Bárbara, para luego adentrarnos en el análisis del personaje central de esta obra.
Como es sabido, los personajes son portadores de significación del universo ficticio. Pero no es casual, tampoco, que algunos personajes bañados de "autenticidad" traspasen las fronteras de la ficción para convertirse en modelos de lo real, como en el caso de Doña Bárbara. Este personaje es un eje en el que confluye, no sólo la identificación del lector, sino también la del autor. Todo ello conduce al diálogo autor/lector a través de múltiples niveles de identificación que ofrece la figura.
El personaje es una figura del discurso. El diseño de Doña Bárbara arroja luces sobre las claves de su construcción y de su significación como productora de sentido, mientras sigue los modelos convencionales y no se edifica en función de la trasgresión de los mismos. Se desea un funcionamiento específico, de acuerdo a su interrelación con los otros elementos del discurso, y siempre de acuerdo a su desplazamiento y jerarquización de la historia y la intriga en la composición total de la novela de Gallegos. Las preguntas se suceden: ¿Es doña Bárbara un simple portavoz de un mensaje ideológico positivista? ¿Cuáles son los mecanismos de ficcionalización que utilizó el autor para construirla?, ¿Cómo operan éstos y qué efectos producen en los elementos del discurso?. Nos proponemos redimensionar a Doña Bárbara como ente individual en su tránsito por la historia, como cifra de actitudes vitales arquetípicas y, además, como elemento del discurso. Por ello, nuestra metodología toma en consideración varios autores como Forster, Henry James, Juan Liscano, Joseph Cambell y otros que resulten importantes para nuestro trabajo.
Doña Bárbara es una figura a la que Gallegos le dedica más peso en el espacio narrativo y, a la vez, proyecta la mayor carga semántica. Es ella el principal portavoz del cuadro de (anti)valores del autor y, en esa medida, puede ser antiheroína, porque representa el opuesto a las expectativas y convenciones de un sistema ideológico y estético. Su oponente será Santos Luzardo, un personaje que crece a la sombra de la mujerona, inmerso en la ginecocracia que lo devora. Es Hécate la que intenta seducirlo, mientras la madre terrible acosa a Marisela.
Marisela y Doña Bárbara se unen en un gesto narcisista. Narcisismo entendido como la proyección de un personaje en otro. Sin embargo, en esa conflictiva relación que se desata entre ambas, la ausencia tiene un papel protagónico y dicha ausencia está planteada con relación al otro, es decir, de doña Bárbara a Marisela y viceversa. Hay una enorme cantidad de datos que yacen en la ficción para configurar las principales dimensiones del carácter contradictorio de ambos personajes, que son recipientes de la hostilidad del personaje.
También verificamos que este personaje de Gallegos, va a refractar el mundo estructuralmente y la verbalización que lo construye diseñará su propia e interna verosimilitud, siempre y cuando responda a su función estética privilegiada que supere lo social o lo ético. Solución no siempre feliz, en el caso de Gallegos, dado su discurso moralizante que impregna y reprime las acciones de los personajes.
I.UBICACIÓN ESPACIO-TEMPORAL DE LA OBRA DE ROMULO GALLEGOS.
A.Tiempo de Venezuela y tiempo del mundo.
Rómulo Gallegos forma parte de esa gama de escritores de su época que lograron traspasar las fronteras de las letras hispanas, aquéllos que, según José Ramón Medina son clásicos del género narrativo. Acompañan al maestro : Manuel Díaz Rodríguez, Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra y Teresa de la Parra. También podemos ubicar dentro de este grupo a Pedro Emilio Coll y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, por nombrar algunos de los más destacados.
Como es sabido, nuestra narrativa surgió tardíamente en el siglo pasado. El movimiento positivista de 1895 va a dar el empuje al cuento y a la novela venezolana.
Los antecesores de Gallegos dan pie para que este autor se encuadre dentro de su tiempo histórico. Desde el período de la Emancipación, en Venezuela, algunos escritores intentaron verter en sus obras, de carácter épico, los aspectos nacionalistas; exaltaban los valores telúricos y geográficos en función de una toma de conciencia de lo americano.
La época antes mencionada comienza con la literatura política, la cual se reduce, casi toda, a la oratoria y al periodismo. La encabezan Juan Germán Roscio, con sus artículos publicados en La Gaceta de Caracas; Simón Rodríguez, con sus escritos sobre política y principalmente sobre
educación, y Simón Bolívar, con sus cartas y discursos. La obra de este último constituye el material más representativo del nuevo estilo: muy afrancesado, coloreado y apasionado; metafórico y entrecortado, que responde a las circunstancias históricas. Posteriormente, Juan Vicente González y Eduardo Blanco intentarán convertir esas escrituras en materia literaria. Fermín Toro y Rafael María Baralt, entre otros, también tantean los caminos de una narrativa nacional.
Hacia finales del siglo XIX, surgen dos manifestaciones literarias que van a significar, en cierto modo, los verdaderos antecedentes de nuestra narrativa:
El Tradicionismo que insinúa un relato de época que mucho tiene de regazo colonial en cuanto a que sus cultores tienden, precisamente, a revivir aspectos olvidados o desconocidos de aquella aparentemente apacible edad venezolana, lindante, a veces, con la memoria desdibujada de una fábula tierna.
El Costumbrismo tiende a descubrir ágiles facetas de la vida real de la época ejerciendo el costumbrista oficio de pintor liviano de hechos, tipos y costumbres de la sociedad venezolana decimonónica, con preciso sentido de actualidad, sal del ingenio popular y hasta ironizante, crítica que muchas veces regocija , humorísticamente, con los males o supuestos males de la pequeña circunstancia de la existencia criolla.
Estas dos manifestaciones serán el material de nuestra literatura de ficción; darán a conocer los escritores, según su propia visión "un sentido venezolano de la vida, un aliento autóctono en temas y problemas de exploración literaria que en su mayor edad habrán de servir de elementos de creación para una perspectiva y mensaje de trascendencia".
A principios del siglo XX, está en boga en nuestro país el Modernismo, movimiento de una gran riqueza estilística, de una nueva sensibilidad frente al fenómeno literario, y de actitud más humana ante la historia viva. Va a ser éste la fuente directa del Criollismo venezolano que, con la novela En Este País de Urbaneja Achelpohl, conformará los cimientos de la narrativa nacional de comienzos de siglo. Toda esa literatura, hasta ese momento, se apoya definitivamente, en la realidad y no en la escritura, o en el juego de la imaginación y el lenguaje.
Basado en sus antecedentes, el escritor venezolano de principios del siglo XX, tiende a tomar parte, a ser combatiente y juez de su narración. Tenemos como ejemplo de esto El Cabito de Pío Gil; El Hombre de Hierro y El Hombre de Oro, novelas de Rufino Blanco Fombona; Política feminista y Tierra del sol amada, las novelas y algunos cuentos de José Rafael Pocaterra. Todos estos autores, quienes se comprometen con su país, y políticamente sufren los quehaceres de la dictadura, convierten sus obras en una denuncia realista y satírica. No penetran en el estudio psicológico de sus personajes, sólo reflejan las lacras nacionales, tipos ciudadanos pertenecientes a diversas clases sociales, no con su función literaria sino bajo una responsabilidad social.
Gallegos condena maravillosamente los valores vernáculos; trata de hacer un arte literario más ambicioso y universal. Todo ese proceso anterior es como una preparación para fijar un rumbo al arte nacional de novelar.
Con sus grandes facultades creadoras, fija las posibilidades de un nuevo estilo, a las aportaciones de los escritores citados anteriormente. Gallegos, según afirma José Ramón Medina "agrega una desbordante pasión de contornos humanos, de arraigo elemental, primero, sobre la realidad, que lo coloca en el centro de un vasto campo de autenticidad nacional, lindante con la épica".
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