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UN MUNDO SIN ESCUELAS


Enviado por   •  26 de Abril de 2013  •  1.419 Palabras (6 Páginas)  •  2.473 Visitas

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• En el primer capítulo, Iván Illich, explica que las escuelas enfrentan una crisis como institución política y las personas que se encuentran a cargo de ellas enfrentan una crisis de actitud política. De acuerdo con Illich, las soluciones propuestas para combatir la crisis escolar son sumamente superficiales, ya que en vez de tomar en cuenta “el aspecto ritual de enseñanza” o atender el “curriculum oculto” , los críticos buscan solucionar el problema a través de un mejoramiento en la infraestructura escolar, en la creación de políticas de administración y en el uso eficiente de la tecnología.

Illich establece que la escuela está hecha a semejanza de la sociedad y como institución autoritaria, crea y manipula la visión que la sociedad adquiere del mundo, ya que es la intermediaria entre el hombre y “su realidad”. La escuela enajena al hombre de su conocimiento, lo priva de su capacidad para conectarse con su medio y le implanta la idea de que “conocimiento es igual a poder” y esto permite al hombre contar con mayores privilegios sociales. En este sentido, considera que la cosmovisión del hombre está manipulada y su capacidad de participación dirigida. Las escuelas se han convertido en “empresas organizadas” que implantan la idea de que los conocimientos sobre el mundo son más valiosos que los conocimientos adquiridos del mundo.

Derivado de lo anterior, Illich propone la desescolarización de la sociedad, a fin de crear un sistema abierto que reemplace a la institución, en el que se deje a tras la concepción tradicional de enseñanza y se brinde a los estudiantes oportunidades de formarse en otras instituciones. La educación para Illich es un proceso activo que debería realizarse fuera de las escuelas, en la misma sociedad y con la participación de todos sus miembros. El autor establece la premisa de que la educación no requiere ninguna forma de reclutamiento en instituciones especializadas. De esta manera, Illich plantea "tres demandas radicales" para facilitar el aprendizaje y crear nuevas formas de relación. La primera es tener acceso a los hechos, la segunda es tener acceso a los recursos de producción y por último hacerse responsable de las limitaciones con que unos y otro pueden ser aprovechados.

• En el capítulo dos, Herbert Gintis, realiza una crítica a la teoría de la Desescolarización social de Iván Illich. El autor establece, a diferencia de Illich, que la principal causante de la decadencia social debe examinarse en el funcionamiento normal de las instituciones económicas básicas del capitalismo y no como resultado de la conducta autónoma y manipuladora de las burocracias corporativas. Asimismo, explica que la toma de conciencia del consumidor se genera a través de actividades y observaciones diarias que hacen los individuos en la sociedad capitalista y no como consecuencia de la manipulación de las agencias gobernadas por las burocracias de beneficencia. Gintis asegura que eliminar el criterio de “no formar manías” o la “convivialidad de izquierda” no curarían los problemas de la sociedad porque no son las fuentes de la decadencia social.

La crítica de Gintis niega la posibilidad de que el cambio social surja en una institución como la escuela. Considera que el análisis de Illich es incompleto, ya que a pesar de que tiene un potencial al evidenciar las características reales de la ideología liberal y su "Buena Vida", no va más allá de esta negación. Finalmente, encuentra en Illich como error fundamental, su "sobreentendido" de una esencia humana que existe en todos los seres humanos y surge de la experiencia social.

• El tercer capítulo lo aborda Colin Greer, quien reconoce a Illich como un crítico radical que ve lo que muchos otros olvidan en las reformas educativas que proponen, ya que evidencia la imposibilidad de "restablecer" a la escuela de su desorientación y rescatarla como tal. Sin embargo, considera que la perspectiva del futuro que realiza Illich no es convincente dado que aunque presenta pautas para implementar alternativas educacionales, no las vincula con los cambios estructurales. El autor comparte con Illich la urgencia de plantear opciones que permitan resolver los problemas sociales actuales, pero no considera, que tales propuestas se realicen. Propone se efectúe, un nuevo análisis que permita descubrir el por qué de las deplorables formas de organización social en que vivimos, y con ello, evitar reproducirlas al plantear opciones de cambio insuficiente.

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