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El Mundo Sin Humanos


Enviado por   •  6 de Abril de 2014  •  1.428 Palabras (6 Páginas)  •  246 Visitas

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“El mundo sin nosotros” realiza un ejercicio especulativo donde imagina cómo sería un mundo donde el ser humano se ha extinguido. Aquí algunas de las conclusiones obtenidas.

Imagine por un momento que un día se despierta y descubre que es el único habitante de la Tierra. De la noche a la mañana, la totalidad de la humanidad se ha evaporado por arte de magia. Si vive en una ciudad, descubrirá que las calles están vacías, los automóviles detenidos, aunque los ciclos de los semáforos prosigan. Las chimeneas de algunas fábricas en las afueras siguen echando humo, pero ya no hay nadie en su interior. Las luces de emergencia nocturnas siguen vigentes en los edificios de las grandes compañías, hospitales, grandes almacenes? y los paneles luminosos de los anuncios comerciales se encienden y apagan como si nada. Se siente alarmado, presa de una mezcla indefinible de soledad y cosas que funcionan solas. Enciende los interruptores de su casa. Aún hay luz. La nevera funciona. Pero la radio escupe un siseo, sin voces ni música, y lo mismo sucede con la televisión: una carta de ajuste, o simple nieve electrostática.

Y se pregunta: ¿qué va a ocurrir? ¿Persistirá el suministro eléctrico? ¿Hasta cuándo? Intuye que no va a tener problemas en alimentarse; bastará romper las cerraduras de cualquier comercio. ¿Y qué va a suceder dentro de un año?, ¿y de diez? O quizá, en su imaginación, pueda transportarse al futuro, un siglo hacia adelante, o pongamos diez siglos, cientos de miles de años, millones de años. ¿Cómo cambiará el mundo, las ciudades, los animales y el clima? ¿Podría la naturaleza curarse del indudable daño cometido por el hombre? Sin duda, se trata de un experimento de la ecología imposible de realizar. Para encontrar una respuesta, Alan Weismann, profesor de periodismo científico de la Universidad de Arizona y reputado escritor de ensayos científicos en revistas como Discover o The New York Times, decidió consultar con decenas de expertos en ecología, biología de la extinción e ingenieros, y agrupar todas las respuestas en un libro que acaba de ver la luz en Estados Unidos, The world without us (El mundo sin nosotros. Editorial Debate).

Llegará un momento en que los interruptores de la luz no funcionen. La mayoría de las centrales eléctricas tienen sistemas de seguridad que cortan el funcionamiento si detectan que no existe mantenimiento por parte de los seres humanos. Las térmicas que queman carbón o petróleo para producir electricidad serían las primeras en pararse. En cuanto a las centrales hidroeléctricas, una tormenta puede jugar una mala pasada en cualquier momento; las ramas y desperdicios que recibe una presa podrían obstaculizar la salida de agua y la producción eléctrica. Weismann describe el caso de la ciudad de Panamá, donde “los seres humanos controlan la fuerza del caudal del río Chagres para ver cuándo tienen que abrir las esclusas y dejar pasar el agua”. Sin ese control, la electricidad no tardaría en esfumarse. Cuestión de pocos días.

Si usted viviera en una ciudad alimentada por una central nuclear, es posible que consiguiera un poco de tiempo extra de energía, aunque el precio le saldría caro. Sin mantenimiento, una nuclear corta el suministro de electricidad, aunque lo último en dejar de funcionar dentro de su sistema nervioso sería el circuito de agua que refrigera el reactor. La central de Palo Verde, en EE UU, es una de las más modernas, y dispone de generadores diésel capaces de mantener vivo este circuito durante siete días. Después, sin agua que lo enfríe, el reactor se fundiría. Las 441 plantas nucleares que existen en el mundo entrarían, una a una, en piloto automático, y se quemarían, liberando su contenido radiactivo a la atmósfera. Y sólo han transcurrido diez días desde que empezó la pesadilla: ahora, el mundo que antes conocía está a oscuras. Y su aire es mucho más radiactivo.

Con el tiempo, los edificios y las estructuras urbanas tampoco permanecerían impasibles. El gran enemigo, dice Weismann, es el agua. En el caso de la isla de Manhattan, muy rica en fuentes y acuíferos subterráneos, los ingenieros tienen constantemente que bombear agua para que no se inunden los túneles del metro, que quedarían anegados en un par de días. Algo parecido podría ocurrir con Londres,

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