UN TRENECITO NOS HIZO VOLAR
Enviado por • 1 de Septiembre de 2013 • 4.415 Palabras (18 Páginas) • 328 Visitas
UN TRENECITO NOS HIZO VOLAR
Nuestra escuela está ubicada en la periferia de la ciudad, donde las familias tienen
un nivel socioeconómico bajo, con un gran porcentaje de desintegración familiar
por: divorcios, alcohol y en algunos casos hasta por drogas, la mayoría de las
madres trabajan, por lo que difícilmente están al pendiente del aprovechamiento
escolar de sus hijos, hay muchos alumnos que llegan a estudiar aquí porque son
rechazados por el turno matutino por diversas razones, causas por las que la
mayoría de los niños le tienen poco aprecio al estudio, la mayoría de nosotros
laboramos en doble turno por lo que se nos hace más arduo trabajar por la tarde,
pues llegamos cansados y con pocas ganas de trabajar y aunque hacemos
nuestro mejor esfuerzo por brindar una educación de calidad no podemos negar
que es desgastante llegar al turno vespertino después de haber laborado por la
mañana y con poco tiempo para comer, sin haber tenido la oportunidad de ir a
nuestra casa, por estas y otras razones evitamos tener comisiones que nos
absorban mas del tiempo destinado a las clases, como es la comisión de
bibliotecario, ya que solo esperamos el toque para salir lo más rápido posible a
nuestra casa para descansar de una larga jornada escolar, por eso nos da gusto
cuando llega un maestro nuevo a nuestra escuela pues a él se le otorga el grupo
más indisciplinado y con mayor rezago educativo, el grupo al que todos los
maestros evitan y por supuesto ¡la comisión de bibliotecario! misma que nadie la
quiere tener a su cargo y debido a esto, somos renuentes a implementar acciones
sobre la lectura y aunque sabemos que los resultados de la prueba enlace nos
ubica en un nivel bajo de comprensión lectora en nuestros alumnos, seguimos
renuentes a crear alumnos que sean lectores autónomos, y cuando nuestro grupo
entra a algún concurso de redacción y expresión literaria como es el caso de los
símbolos patrios, nos damos cuenta de que sí sienten la necesidad de expresarse
pero no tienen la mas mínima idea de cómo hacerlo y lo que es peor, ¡No somos
capaces de brindarles herramientas para que puedan expresarse oralmente y por
escrito! Y alegamos a nuestro favor que si les ayudamos ya no es composición de
ellos, pero hacemos a un lado nuestra responsabilidad, ya que si el niño no sabe
expresarse es por nuestra culpa, pero para nuestra comodidad existe el pretexto
universal de los maestros mediocres ¡Es que el maestro de tal o cual grado no le
enseñó! como si la expresión en todas sus facetas solo se enseñara en uno u otro
grado.
Este año tenemos el gusto de tener un compañero nuevo, el cual nos quitará la
carga de la dicha comisión ¡La de bibliotecario!, nosotros no sabíamos que su
experiencia en bibliotecas casi era nula, que trabajó veintitantos años en la sierra
tarahumara, en una escuelita bidocente a donde casi nunca llegaron los libros de
texto, ¡Menos los libros del rincón! Por lo que él nunca tuvo acceso a una
biblioteca escolar mucho menos a una de aula, él no sabía que estaba a punto de
iniciar más que una experiencia, una odisea como encargado de la biblioteca,
pues le sucedió lo que le sucede a todos los maestros nuevos en una escuela,
quieren integrarse al colectivo y están de acuerdo a todo lo que dicen los demás y
ese inicio, hoy lo cuenta como anécdota:
“Por querer integrarme al colectivo siempre estaba de acuerdo a lo que todos
decían, y me sucedió lo que le sucede a muchos maestros, ¡me hice famoso! Pues
decían:-- ¿Quién hace esto o aquello?— todos contestaban: -- el profe Machado--
--¿Quién picha la carne asada?-- -- El profe Machado, incluso en cierta ocasión en
un acto cívico se les recomendó a los niños que no jugaran en los baños y para
cerrar la plática se les preguntó: --Entonces… ¿Quién va a cuidar los baños?-- Y
al unísono contestaron los niños:-- ¡el profe Machado!, allí comprendí que en
verdad era famoso en toda la escuela”.
Ya en una reunión del Consejo Técnico de la escuela se nos repartieron las
comisiones y la directora hizo la siguiente pregunta:-- ¿A quién ponemos de
bibliotecario?—Todos contestamos muy jubilosos, sabiendo que cuando menos
este año no nos iba a tocar esa comisión: --¡Al profe Machado!--. Él aceptó el reto
pensando que era como cualquier otra comisión, aunque después se dio cuenta
de que es la comisión a la que hay que dedicarle más tiempo e incluso la que lo
enfrentaría directamente contra nosotros.
Como es de esperarse se le citó a una reunión de encargados de la biblioteca y
hubo algo que le pareció increíble, pues la mayoría de los maestros fueron muy
pesimistas al expresarse sobre el apoyo, que sus compañeros maestros brindan a
las actividades propuestas por el programa, que en algunos casos casi era nula y
en otros hasta se podía decir que estaban en contra de la lectura, situación que no
se imaginaba existiera en nuestra escuela.
Se les sugirió (según nos cuenta él) que empezaran por acomodar los libros en
base a las categorías, géneros, colores y niveles lectores (recuerden que él no
sabía ni tenía el más mínimo conocimiento sobre esta forma de clasificar) pero
pensó, ahorita nos van a dar algunas estrategias o algo escrito para iniciar nuestro
trabajo, pero ¡No! ¡No había nada! , --y… ¿entonces?-- Dijo un maestro,
--Empiecen con las acciones del año pasado-- dijo la asesora de la reunión. Él
entre tímido y preocupado, pues no sabía nada de las acciones pasadas, pero
necesitaba cuando menos una acción para ponerla en práctica en nuestra escuela
por lo que le preguntó:-- Maestra ¿Cuál fue la actividad del año pasado que más le
gustó?-- --¡La caja viajera!-- Le dijo y más que quedar complacido quedó con
mil preguntas: --¿Qué es la caja viajera? ¿Qué función desempeña? ¿Cómo se
logra con ella que los niños lean? Y lo más importante ¿Cómo la pongo en
práctica?--. Le sucedió algo parecido al cuento: Caperucita Roja tal y como se la
contaron a Jorge, en donde el papá le cuenta “…Y Caperucita Roja cruza
velozmente el bosque con la comida de su abuelita” imaginándose a una niña
común y corriente, con una canastita que contiene la comida, pero Jorge se la
imagina como una de las chicas súper poderosas, la cual cruza el bosque volando
velozmente y con una pizza para su abuelita, pues muchas veces pensamos que
la otra persona se va a imaginar lo mismo que nosotros al decir algo, quiso
preguntar pero no lo hizo por temor a quedar ridiculizado por su ignorancia en
cuanto a las acciones de lectura y se dijo a sí mismo, después le pregunto a
alguien que sepa, al cabo ya vienen las vacaciones de navidad, ya en enero
comienzo con las acciones, pues nos dijeron que en enero de seguro nos llegaba
las 11 mas 1 acciones, y así fue, se nos hizo llegar el calendario anual,
inmediatamente las puso a nuestra disposición en una reunión realizada para tal
motivo, todos aceptamos de buena gana las actividades pero a la hora de
evaluarlas comprendió que sí era cierto lo que se platicó en esa primera reunión,
pues una minoría las llevamos a cabo y quizás para no quedar en evidencia, pues
se nos dijo que se tomarían fotos para evaluar los resultados, fue en ese momento
cuando comprendió que sí existe una fuerte apatía hacia realizar actividades
extras, alegando a nuestro favor que es demasiada carga y que el horario de
clases no alcanza ni para realizar cabalmente los contenidos del programa.
Se hizo una nueva reunión y aunque la directora nos hizo ver de que la lectura no
es una actividad extra, sino una actividad implícita dentro de la enseñanza misma
y que si nosotros logramos que nuestros alumnos sean lectores autónomos se nos
facilitará el aprendizaje, pero ni con eso logró el apoyo de nosotros, pues cuando
nos dimos cuenta de que teníamos que clasificar los libros, darle un espacio a la
biblioteca, implementar estrategias de lectura, etc. Casi todos nos enfadamos.
--¿Cuál es su función entonces?-- Preguntó un maestro,-- ¡Si nosotros somos los
que vamos a hacer el trabajo!--, otro maestro dijo: --¡Usted está loco! ¡Cómo
vamos a hacer todo eso! ¿De qué sirve que los niños lean libros si van a reprobar
el año?-- y se salió del salón y otro le siguió y otros mas, solo quedamos 3
maestros y la directora, quedamos un momento expectantes y el maestro
bibliotecario con la firme determinación de renunciar a su comisión, --¡No lo haga!-
le dijo la directora, --¡Demuéstrese que no se deja vencer por algunos maestros
inconformes!, recuerde, en su camino siempre va a encontrar inconformidades y
no va a estar cambiando su vida por ello ¿Verdad?, además piense: ¿Quién hace
popular y significativo al personaje protagónico de una novela o película?-- ,
--¡Pues el o los personajes antagónicos!—le contestó, --Pues para que su trabajo
sea comentado y admirado necesita a ese tipo de personajes antagónicos,¿ no
cree?--. Aunque desilusionado pero fortalecido por estas palabras, se fue a su
grupo pensando en todo lo que pasó, pero con la firme determinación de no
dejarse vencer.
Una tarde estando con el grupo les hizo una pregunta:-- ¿Cómo se imaginan una
caja viajera?--, --¡Que viaja!--, dijo uno, --Que anda de un lugar a otro--, --Que
tiene alas--,-- Que visita muchos lugares--, fueron muchas las contestaciones, les
hizo otra pregunta: --¿Y si tuviera libros?--,-- ¡Sería biblioteca!--,contestó una niña,
después de un espacio de breves risas, --¿Qué harían ustedes con una caja
viajera llena de libros?--,--Pues la llevaríamos en la hora de recreo a todas partes
de la escuela--, --¿Para qué?--Los cuestionó de nuevo, --Pues para prestar los
libros y que se pongan a leer--, dijo un niño entusiasmado. La razón principal de
este cuestionamiento era para que ellos utilizaran la caja viajera según su idea, y
aparte recuerden que él no sabía exactamente su uso y aún hoy, todos tenemos
dudas sobre su uso y difusión.
Y así fue en la hora de recreo buscaban varios libros, los echaban en una caja y
los promocionaban en la hora del recreo. Hubo otro grupo que hizo lo mismo, pero
le puso unas alitas a su caja, al verla los primeros quisieron que su caja se viera
más bonita y forraron la caja como si fuera un gran regalo y así estuvieron varios
días sacando la caja en la hora del recreo, actividad que para ellos era monótona,
pues no los dejaba disfrutar de su recreo, hasta que en una ocasión un gran
murmullo llamó su atención y al acercarse observó que un niño traía una
avalancha con la caja de libros arriba y atrás le pegaron una patineta y subieron
en ella la otra caja, como si fuera un trailercito, por lo que esta actividad que antes
parecía monótona, ahora estaba llena de vida, pues todos los niños querían jalar
el trailercito, lleno de gusto por la risa de esos niños pensó, si utilizamos sus
intereses lúdicos en la promoción de la lectura, ganaremos la batalla. Por lo que
esta idea se discutió en el colectivo, y entre ideas y sugerencias se pensó en un
trenecito, nos dimos a la tarea de idear un trenecito y pronto ya lo teníamos
Construido, al cual llamamos bibliotren, pero ahora el problema era como realizar
las 11 más 1 acciones utilizándolo.
Una maestra dijo: --Si hay que clasificar los libros que los niños lo hagan en el
trenecito--, -- ¿Se podrá?-- dijo otro,--Debe poderse--, comentó otro, y entre todos
buscamos la solución, y concluimos en que si pintábamos cada vagón con los
colores y categorías clasificatorias, el niño lo iba a tener presente a la hora de
utilizar el trenecito, y así fue, los niños buscan los libros y los acomodan en el
trenecito y luego salían gustosos a pasearlos, a prestarlos, pero sobre a todo a
jugar.
En otra reunión un maestro comentó lo siguiente: --Los niños acomodan los libros,
¿Pero sabrán a qué género pertenece cada uno?, ¿Saben realmente qué tiene
que ver cada color?--, Quedamos en silencio por un rato, pues no sabíamos la
realidad de lo que se estaba comentando, el comentario de otro maestro nos sacó
de esa incertidumbre al decir: --Yo ya había pensado en eso y la semana próxima,
que el trenecito esté en mi salón, voy a poner en práctica la estrategia de los libros
blindados--, dicha estrategia consistía en promocionar libros cubiertos con una
hoja en la cual se le pinta un candado, el niño que quiera un libro tiene que fijarse
en el color del lugar donde está ubicado y decir de que género es, pero dicho en
lenguaje de los niños de qué creen que se tratará el libro.
Todos quedamos complacidos pues era muy buena idea, pero saben qué, no
surtió el efecto esperado, casi nadie pidió libros. Una tarde de esas veces que se
pone uno a disfrutar de las golosinas durante el recreo y a cuidar de que no se
peleen los niños, oímos a un niño decir: --¡Solamente que me pagaran, leería
esos libros!--, --¡Qué buena idea!-- comentó un maestro --¡Vamos pagándoles!—
Estando de acuerdo se procedió a elaborar unos billetes lectores y a ponerlos
detrás de cada libro, y en un acto cívico se les dijo que la escuela ya tenía un
banco lector y que cada niño que leyera un libro se le pagaría uno dos o varios
pesos lectores, según lo dispusiera cada maestro, se les sugirió que guardaran
sus billetes porque en una fecha próxima se iba a poner en venta cositas que les
iban a encantar y solo con esos billetes las iban a poder comprar. Esto era
aplicable a los libros blindados del trenecito, que por sugerencia de un maestro se
pagaban a mejor precio, y a los libros de la biblioteca escolar y de aula.
Todos querían ser los conductores del trenecito y ante tanta petición se pensó
que si alguien quería serlo, tenía que hacer algo con relación a la lectura, como
puede ser una lectura en un acto cívico, platicar el contenido de un cuento, escribir
un texto relativo a un libro, etc., hasta que en cierta ocasión un niño de primero
dijo: --Profe yo quiero traer el trenecito, pero no sé leer ni escribir, pero si quiere le
canto una canción--, --Mejor cántame un cuento, le dijo, después de un momento,
el niño cantó al estilo de la chimoltrufia un pedazo del cuento de la cenicienta, de
allí se nos vino a la mente la estrategia de lectura “Cántame un cuento y cuéntame
una canción”.
Todas estas situaciones lograron un verdadero compromiso de todo el colectivo
que incluso rebasaron las expectativas, pues las acciones de ahí en adelante se
llevaron a cabo casi con el cien por ciento de los maestros, quienes mes con mes
solo esperábamos se nos notificara qué actividades se realizarían e incluso se
optó por quererle cambiar el nombre el de 11 más 1 por el de 3 más 1, que son
tres acciones planteadas por el programa, mas una adicional propuesta por el
colectivo, aunque no se le cambió el nombre, si se llevó a cabo, esto sirvió en gran
manera, ya que trabajamos con más ganas con las actividades propuestas por
uno mismo que con las ya especificadas, pues los maestros sentimos que son
impuestas por eso existe cierto rechazo hacia ellas.
Una de las actividades llevadas a cabo y propuestas por el colectivo fue la idear
un lema que nos motivara durante el resto del año, el cual fue: “APRENDER A
LEER PARA APRENDER LEYENDO”
En esa misma reunión un maestro se expreso así: --Profe viera qué difícil es
hacer que un niño lea--.
Entre todos concluimos que gran parte de la culpa es nuestra, pues no les
creamos una biblioteca accesible, pues le ponemos muchas trabas, les decimos:
--¡No desacomoden los libros!--, --¡Los van a ensuciar!--, --¡No, porque lo vas a
perder!-- y en la mayoría de los casos utilizamos la biblioteca para tener calmados
a los niños que ya terminaron su trabajo, o le damos el uso académico para
cumplir con los objetivos y propósitos del programa y aquí es donde entra nuestra
crueldad, pues dirigimos la lectura a un estado de conveniencia educativo, ya que
en la mayoría de las veces les decimos: --¡Van a leer un cuento y me van a traer
un resumen, me van a decir cuáles son los personajes principales, cuales son las
ideas principales y cuáles son las ideas secundarias--, de hecho todos tenemos
muchas estrategias de lectura y formas de promocionar la misma, pero la mayoría
de nosotros cometemos el error de no entender el propósito de los libros del
rincón: “SON PARA LEER NO PARA ESTUDIAR” estamos olvidando que el niño:
“Debe leer por placer, donde pueda hojear el libro de su preferencia, jugar con
ellos, llevarlos a casa, reírse, detenerse encantados en las ilustraciones, leerlos en
voz baja o en voz alta, tartamudeando, en silencio, sentados, acostados sobre el
suelo, , en el patio, junto a una ventana, con su mamá, su abuelo, con la maestra,
en grupo o individualmente, pero sobre todo que no les encarguemos tarea sobre
lo que leyeron, más bien motivarlo, sin presionarlo a que nos comparta lo que leyó
de la manera que él quiera, conversando, escribiendo, dibujando, etc.”, todos
pensamos y concluimos que lo mejor es dejar en los niños un bonito recuerdo de
los libros de nuestra biblioteca, para ello se implementó el círculo lector en donde
los niños comparten un libro con los demás alrededor del trenecito, de la manera
que ellos quieran, leyéndolo o platicando su contenido.
Sabíamos que necesitábamos aprovechar la situación ya que creció
considerablemente la demanda de los préstamos de libros, pero queríamos que
los padres estuvieran incluidos, para ello una maestra sugirió:--¿Y si les pedimos a
los papás por medio de sus hijos que elaboren carteles donde inviten a leer?—
idea que nos pareció formidable y la cual se llevó a cabo, y pronto empezaron a
llegar a la escuela carteles muy variados, mismos que se presentaban por medio
del trenecito, se hacía un pequeño jurado de niños y entre todos escogían al mejor
cartel promocional y el hijo del papá que lo hizo, era el encargado de llevar al
trenecito por toda la escuela, varios días duró esta actividad hasta que una mamá
elaboró un cartel muy significativo, pues se utilizó el logotipo y lema de telcel para
promocionar la lectura, con esa idea se hicieron varios carteles utilizando logotipos
y lemas de algunos productos y por medio del trenecito se pasearon dichos
carteles. Ya con la tecnología dichos carteles se digitalizaron, se hicieron con ellos
volantes, mismos que los niños repartieron entre sus compañeros y papás.
Como en las 11+1 acciones sugería promocionar los libros de un autor y tener un
contacto con él y tratando este punto un maestro dijo:--Yo quiero promocionar los
libros de un autor en especial, bueno autora, los de Silvia Molina, pues me parece
interesante su vida, ya que ella era disléxica, no le gustaba leer y sin embargo, fue
muy buena escritora, y lo más importante cuenta las aventuras con los abuelos, ¿y
qué niño no quiere a sus abuelos? Además creo que es una historia que puede
interesar a los niños--. Todos quedamos de acuerdo y con esta idea en mente se
hizo una máscara de Silvia Molina se le puso a una niña, quien promocionó su
libro “Mi abuelita tiene ruedas” y contestó algunas preguntas de varios niños.
Hablando de los abuelos un maestro dijo:--Pues si a los niños les gusta escuchar
a los abuelos ahora que lo lean--, por lo que les encargó a los niños que
escribieran las historias que les cuentan sus abuelos, y en una ocasión se
promocionaron dichas historias en el trenecito, las cuales fueron muy leídas y
disfrutadas, algo que nos llamó la atención fue que el trenecito era guiado por un
niño vestido de abuelito idea que se le ocurrió a dicho maestro, esto generó en
nosotros la idea de utilizar al trenecito para promocionar libros de épocas
históricas como libros revolucionarios o de la etapa de la independencia o de
tiempos estacionales como son: navidad, día de las madres, día del niño, la
primavera etc., pero todos con el guiador del trenecito vestido de acuerdo a los
libros que va a promocionar, si es de navidad, vestido de santa, si es de época
revolucionaria, vestido de revolucionario, etc., llevando a cabo estas estrategias en
mayo, una mamá guió el trenecito exhibiendo las cartas que sus hijos les habían
escrito, cuando las estaban escribiendo un niño dijo: --¡Por qué siempre tenemos
que escribirles nosotros a nuestras mamás!, ¿Por qué no nos escriben ellas?--,
teniendo en mente este comentario se realizó un concurso titulado “Carta para mi
hijo”, en donde la mamá escribió una carta a su hijo haciendo énfasis en los
valores e invitándolos a leer libros de la biblioteca. Se recopilaron muy bonitas
cartas y ante la necesidad de guardar las evidencias y sobre todo que estén al
alcance de cualquiera, se guardaron en forma de libros a los que se les puso un
color clasificatorio y un logotipo que no es nivel lector pero si es nivel escritor el
cual dice “Niños en acción”.
En cierta ocasión en que los niños promocionan los libros a la comunidad, la cual
consiste en llevar al trenecito por las calles aledañas a la escuela, los libros se
prestan a quien los pide con la condición de que sea una persona responsable, se
escriben los datos de la persona y la dirección y posteriormente se pasa a recoger
dicho libro o la persona lo va y entrega a la escuela y puede pedir prestado otro,
una persona nos abordó y nos dijo: --¿Qué andan haciendo?--, --Prestando libros-
le contestó un niño, --¿Y para qué?--, --Pues para que lean--, --¡Muy buena idea!,
saben yo soy maestra y en mi escuela no se hace nada a favor de la lectura, es
mas no tenemos ni idea de lo que tenemos que hacer, cada maestro utiliza su
biblioteca como se le ocurre. Después nos dimos cuenta de que ellos no tienen
ningún asesor acompañante y lo que es peor ni siquiera saben que pueden bajar
las acciones de lectura del internet, nadie les ha dado esa indicación cuando
menos.
Hasta aquí captamos que los niños y padres de familia si escriben, solo falta
pedirles que lo hagan, por lo que en el colectivo se sugirió que se realizara un
concurso de lectura y escritura, algo parecido al Quijote, pero sin tantos requisitos,
por lo que se involucró a toda la comunidad escolar en las acciones de lectura al
llevarse a cabo el PRIMER CONCURSO ESCOLAR DE LECTURA, el cual
consistió en realizar la lectura de un libro y en base a ella crear diferentes tipos de
textos como: cartas, historietas, acrósticos, poemas, un nuevo cuento a partir del
que se leyó, etc. En este concurso se invitó a participar a los alumnos, padres de
familia y maestros, y con gusto les decimos que como colectivo escolar nos
llevamos una gran sorpresa pues casi todos los alumnos participaron, también
hubo mucha participación de los padres de familia, en donde hubo desilusión fue
en la categoría de maestros pues solo hubo tres participaciones, por lo que se
hace evidente que los problemas de participación en la lectura y escritura
comienza con nosotros como maestros. Ante la vasta cantidad de buenos trabajos
recibidos, solicitamos al Programa Regional de Lectura para que nos ayudaran a
calificarlos.
Hubo otras actividades y estrategias de promoción y difusión de la lectura que
llevamos a cabo ya con un colectivo integrado y participativo como son: el cofre
del tesoro, la telaraña lectora, la mini-biblioteca, las tarjetas promoción, el heraldo
lector, lotería lectora, escaleras sin serpientes, la televisión lectora, el títere lector,
el audio libro, coronación del rey o reina lectora, la gaceta informativa “LOS
NIÑOS Y LA LECTURA”. Todas estas actividades junto con las propuestas en
11+1 lograron que los niños le agarraran gusto a la lectura y que pudieran escribir
sus propios textos a partir de la lectura, las producciones de los niños se exponían
en el periódico mural para deleite de todos ellos.
Pero lo más sobresaliente de escribir textos propios a partir de lecturas hechas,
fue la de la participación de la escuela en el concurso “Don Quijote nos invita a
leer”. Concursaron varios cuentos en donde resultó ganador el cuento de una niña
de sexto grado cuyo nombre es Arianna Karely Machado Alcántar, mismo que
representó a la escuela a nivel zona y sector ganando el primer lugar en ambos, y
para orgullo de ella y de la escuela ganó el segundo lugar a nivel estatal y esto
sirvió para que nosotros que inicialmente se mostrábamos pesimistas ante las
acciones de lectura, ahora nos mostráramos muy entusiasmados por ese logro
que significaba el pago justo y la satisfacción de haber transmitido el gusto por la
lectura a esos alumnos deseosos por el saber y el conocimiento. Para finalizar
nuestro trabajo mostramos la conclusión con las palabras en boca del maestro
bibliotecario: “Para mí, todos estos logros significan el orgullo de haber servido
como encargado de la biblioteca, el orgullo de haber logrado la integración de
todos los maestros en esta obra tan loable, que es la de hacer niños lectores
competentes, el orgullo de haber tenido una asesora tan efectiva, el orgullo de
haber tenido una directora tan activa, el orgullo de haber tenido unos compañeros
tan entregados a su trabajo, pero el mayor orgullo, es ser el feliz padre de esa niña
ganadora todo esto logrado por un trenecito el cual no estaba planeado elaborar
pero que no solo nos llevó de paseo por bellos lugares que existen en el corazón
de los niños sino que también nos enseñó a volar”.
P.D. y a Machado lo mandó a volar…. A España.
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