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Un breve análisis de cada capítulo del libro el Alma de la Toga Angel Ossorio

adrianita12Resumen16 de Febrero de 2014

6.998 Palabras (28 Páginas)802 Visitas

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Dios en sus trabajos, pues Dios es el primer protector

de la justicia.

Decálogo de San Ivo

(La Abogacía)

Jesús G. Sotomayor Garza, es licenciado en Derecho y en el ejercicio de esta profesión ha ocupado cargos, tanto como profesor de la Universidad de Coahuila como en la judicatura estatal y otros puestos inherentes a su profesión, pero más allá de sus aciertos o errores en su carrera profesional, existe una vasta obra de libros escritos por este hombre, algunos de ellos didácticos y pedagógicos que se llevan como textos en universidades (El nuevo Derecho Agrario en México).

En La Abogacía -otro libro, Porrúa 2000- Sotomayor penetra al mundo histórico de esta profesión tan llena de simbolismos, aforismos, terminologías y la deontología (ciencia de los deberes y principios éticos) desgraciadamente un rasgo perdido entre muchos profesionistas que se dedican a esta noble tarea que es la de defender inocentes de la injusticia de los hombres.

Sotomayor va más allá y como bisturí despelleja muchos Procesos Históricos (Editorial Aurora, 1995) que al igual que los Ocasos Históricos de la misma editorial del año 1998 son dos libros amenos e históricos que van desde el proceso contra Hernán Cortés, hasta el de Benjamín Argumedo sin desdeñar el amañado juicio militar del general Francisco Murguía; todos con un buen argumento y con una visión litigante, pasando por sórdidos episodios, donde se mezclan las formas y las figuras brotan en los espacios y tiempos, sin renunciar a la prosa y sin ser presa del fanatismo de los personajes, Sotomayor sólo busca la estética humanista y literaria del escritor.

En Magnicidios (Editorial Aurora, 1994) el autor nos recrea como dice J. Salvador García Cuéllar en su prólogo: el momento más importante de sus vidas en estos personajes fue el de su muerte. Sotomoyar Garza en estos Procesos y magnicidios nos hace ver cómo la vida enseña las garras de la impiedad a los personajes, algunos destrozados por el fracaso, la muerte abrupta, los suicidas, los autodestruidos, los fusilados y asesinados, otros asfixiados por la época propia en que les tocó vivir y bien le hace al lector en este sentido (literario) aprovechar a Sotomayor como narrador y no como historiador ya que el ritmo e idioma internos de la trama por sí solos se recomiendan.

El libro más reciente de este prolífero escritor es la publicación La PVC, sus orígenes, en su primera edición 2004, en el que hace un recuento de las tres primeras décadas de la Preparatoria Venustiano Carranza y donde no están todos los pevecianos que son, ni son todos los que están, sin embargo se vislumbra el tamaño del sueño lagunero, las huellas en el polvo comarcano y las raíces de recuerdos galopantes que como fantasmas difusos y profusos son memorias vagas que se han quedado colgados en un pasado irrecuperable y no dejan de navegar en la mente de los otrora jovencitos lo que fue esa Alma Mater de muchos laguneros.

Entre otras cosas, las novatadas, la batalla perdida contra las matemáticas, el inglés, las espinillas y la vaselina en el hirsuto pelo para formar “el copete”, los enamoramientos platónicos de compañeros/as, los fortachones, los cuatro ojos, los temidos porros, los ingeniosos apodos de los que ni los profesores escapaban y desde luego como buenos estudiantes de escuelas públicas: ser ladinos y enseñar a torear y engañar el estómago con el tostón o peso que a duras penas se ganaban (ganan, en esto no ha cambiado nada) los jefes de familia y por la tarde o noche ya en la casa, el sutil olor de los tenis o zapatos sudados, pestilencia que ni el perro de la familia vecina aguantaba.

Con estos y otros libros, Jesús G. Sotomayor Garza, no el abogado ni el profesionista con puestos reciclables o con diplomas como barajitas, sino el hombre de carne y hueso que abona la semilla de la lectura que tanta falta hace a los mexicanos y con un esfuerzo nunca reconocido se une a los pocos autores laguneros que como él plasman su sello indeleble con un estilo muy peculiar no lucrativo, sino para algo más noble: que el pueblo lea.

Introducción

En este trabajo se podrá apreciar un breve análisis de cada capítulo del libro el alma de La Toga de Ángel Ossorio. Libro que trata sobre realzar los valores de los abogados y de guiar a los nuevos jóvenes que están incursionando a la carrera de cómo debe ser un verdadero abogado.

Este libro ha sido editado en repetidas ocasiones. Y a pesar de haber sido publicado por primera vez en el año 1919, es un libro que tiene mucha vigencia en la actualidad y aún es muy utilizado como referencia por abogados.

¿Quién es Abogado?

Para empezar, el autor nos hace un llamado para definir correctamente el término de "abogado". Pues nos dice que ser abogado va más allá de haber recibido un título de Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas (en nuestro caso). Afirmándonos que el verdadero abogado vendría siendo aquel que ejerce la profesión dando consejos jurídicos y pidiendo justicia.

En gran parte estoy de acuerdo con lo que nos ha dicho el autor, ya que, en definitiva ser abogado y ser Lic. En Derecho no es lo mismo; pero de igual forma hay muchos abogados que a pesar de ejercer una profesión "digna", se han encargado de darle una mala reputación a ésta, y es por eso que a mi parecer personas así tampoco merecen ser llamados abogados.

La fuerza Interior

Me parece muy atinado lo que el autor quiere decir cuando, valga la redundancia, nos dice que en nosotros mismos hay una fuerza, que no hallaremos en ningún otro lugar. Es esta fuerza la que nos ayuda a enfrentar las injusticias que se nos presentan. Incluso cuando nuestra dignidad se ve empañada por críticas o agresiones debemos siempre mantener nuestro orgullo en alto y hacer justicia o pedirla.

Habrá muchas veces en las que podemos llegar a pensar que todo está perdido, pero, debemos encontrar esa fuerza dentro de nosotros que nos impulsa a seguir adelante y de no ser encontrado o como nos dice Ángel Osorio, cuando se tengan dudas, en ese momento, se debe cambiar de oficio.

La sensación de la justicia

"La Justicia no es fruto del estudio sino una sensación", nos dice Ángel Osorio. Y es totalmente cierto pues la justicia no es algo que se pueda aprender en libros, es algo que solo se aprende en la vida.

Actualmente el sentido de la justicia de muchos abogados se ha visto nublado, porque en nuestra sociedad capitalista lo que importa es el dinero, no lo que en realidad es justo, equitativo, bueno y prudente. Entonces lo que hacen es tergiversar las leyes a su antojo para ganar sin importarles nada más. Y es que ganar un caso no lo es todo, debemos encontrar el equilibrio de las cosas, entre brindarle nuestra ayuda al cliente sin caer en la injusticia para con los demás.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos70/analisis-libro-alma-toga-ossorio/analisis-libro-alma-toga-ossorio.shtml#ixzz2tXwXp1KS

Esto es algo que en lo personal me parece que recae mucho en lo que es la familia y los valores que se enseñan en casa, porque hoy en día podemos ver como valores tan importantes como este, "la justicia", han sido olvidados por muchos.

La moral del abogado

Según nos dice el autor, se presupone que cuando un abogado acepta un caso, es porque está defendiendo una causa justa, y éste deberá hacer todo lo moralmente y todo lo que dentro de lo justo cabe, para defenderlo. Pero me pregunto yo, ¿quién decide lo que es moralmente correcto y lo que no? Y aquí es donde entra otra cosa importante que nos menciona el autor, "Abogado que sucumba al qué dirán, debe tener manchada su hoja de servicios con la nota de cobardía". Pues para lo que muchos sea correcto, puede que para otros no lo sea; y si nos dejamos llevar por lo que dicen los demás jamás llegaremos a ser quienes en un principio soñamos que seríamos.

El Secreto Profesional

Puede llegar a ser hasta gracioso, pero es totalmente verídico que día a día nosotros hacemos lo mismo, y es que no sabemos guardar secretos; porque se lo decimos a "una" persona de nuestra total confianza y esa persona se lo dice a otra persona de su total confianza y así sucesivamente como nos explica el autor. Y puede que en nuestra vida diaria aunque este mal visto la gente lo hace pensando que no traerá muchas repercusiones, pero en muchos de los casos si las trae.

Como abogados, se debe evitar esto, pues al revelar un secreto que le revela el cliente puede ser totalmente atroz para el veredicto del juez. Aquí recaemos en un punto tocado previamente en los capítulos anteriores, y es que el abogado al aceptar un caso se presume que es por una causa justa; y en lo personal yo opino que si al abogado se le confía algún secreto que diga que el cliente es totalmente culpable mejor deje el caso, sin tener que revelar el secreto y no defender una causa que no es justa.

También me parece que el abogado ni siquiera debería de ser capaz de atestiguar en un caso contra su cliente, porque en esos momentos puede que su buen juicio sea nublado por motivos personales y al bajarse del estrado todavía quede así como muy involucrado en el caso y no se desenvuelva tan bien como abogado.

La Chicana

Aunque, como nos dice el autor, hay casos en los que por un buen motivo sea necesario hacer una chicanearía, queda en la conciencia de cada abogado hacerlo o no. Yo quisiera afirmar, que la chicana es algo malo, porque de cierta forma es como tergiversar la ley para nuestro beneficio, o más bien el beneficio de el cliente;

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