Análisis De Libro El Alma De La Toga
nayapacheco26 de Septiembre de 2014
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• Introducción
• ¿Quién es Abogado?
• La fuerza Interior
• La sensación de la justicia
• La moral del abogado
• El Secreto Profesional
• La Chicana
• La sensibilidad
• El desdoblamiento psíquico
• La independencia
• El trabajo
• La palabra
• El Estilo Forense
• Elogio de la cordialidad
• Conceptos arcaicos
• El arte y la abogacía
• La clase
• Cómo se hace un despacho
• Especialistas
• La hipérbole
• La Abogacía y la Política
• Libertad de defensa
• El amianto
• Los pasantes
• La defensa de los pobres
• La toga
• La mujer en el bufete
• Decálogo del abogado
• Conclusiones
Introducción
En este trabajo haré un breve análisis de cada capítulo del libro “El alma de La Toga” del autor Ángel Ossorio. Libro que trata sobre ilustrar los valores de los abogados y de guiar a los estudiantes que están incursionando a la carrera de cómo debe ser un verdadero abogado.
Publicado por primera vez en el año 1919, es un libro que tiene vigencia en la actualidad y aún es utilizado como referencia por abogados.
¿Quién es Abogado?
El autor nos hace un llamado para definir correctamente el término de "abogado". Dice que ser abogado va más allá de haber recibido un título de Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas. Afirmando que el verdadero abogado vendría siendo aquel que ejerce la profesión dando consejos jurídicos y pidiendo justicia.
Coincido con el autor, ya que, en definitiva ser abogado y ser Lic. En Derecho no es lo mismo; ya que existen muchos abogados que se han encargado de darle una mala reputación a esta “digna profesión”, por ello es injusto que personas así sean llamados abogados.
La fuerza Interior
Es muy atinado lo que el autor quiere decir cuando menciona que en nosotros mismos hay una fuerza, que aunque intentemos buscar en otras personas, lugares o cosas, únicamente la encontraremos dentro de nosotros. Es esta fuerza la que nos ayuda a enfrentar las injusticias que se nos presentan. Incluso cuando nuestra dignidad se ve empañada por críticas o agresiones debemos siempre mantener nuestro orgullo en alto y hacer justicia o pedirla.
Habrá muchas veces en las que podemos llegar a pensar que todo está perdido, pero, debemos encontrar esa fuerza dentro de nosotros para seguir adelante y de no ser encontrado o como nos dice Ángel Osorio, cuando se tengan dudas, en ese momento, se debe cambiar de oficio.
La sensación de la justicia
"La Justicia no es fruto del estudio sino una sensación", nos dice Ángel Osorio. La justicia no es algo que se pueda aprender en libros, es algo que solo se aprende en la vida.
Actualmente el sentido de la justicia de muchos abogados se ha visto nublado, porque en nuestra sociedad capitalista lo que importa es el dinero, no lo que en realidad es justo, equitativo, bueno y prudente. Estos intereses hacen que se tergiversen las leyes a su antojo para ganar sin importarles nada más. Y es que ganar un caso no lo es todo, debemos encontrar el equilibrio de las cosas, entre brindarle nuestra ayuda al cliente sin caer en la injusticia para con los demás.
La moral del abogado
Según nos dice el autor, se presupone que cuando un abogado acepta un caso, es porque está defendiendo una causa justa, y éste deberá hacer todo lo moralmente y todo lo que dentro de lo justo cabe, para defenderlo. Aquí surge la pregunta, ¿quién decide lo que es moralmente correcto y lo que no? Y aquí es donde entra otra cosa importante que nos menciona el autor, "Abogado que sucumba al qué dirán, debe tener manchada su hoja de servicios con la nota de cobardía". Pues para lo que muchos sea correcto, puede que para otros no lo sea; y si nos dejamos llevar por lo que dicen los demás jamás llegaremos a ser quienes en un principio soñamos que seríamos.
El Secreto Profesional
Puede llegar a ser hasta gracioso, pero es totalmente verídico que día a día nosotros hacemos lo mismo, y es que no sabemos guardar secretos; porque se lo decimos a "una" persona de nuestra total confianza y esa persona se lo dice a otra persona de su total confianza y así sucesivamente como nos explica el autor. Y puede que en nuestra vida diaria aunque este mal visto la gente lo hace pensando que no traerá muchas repercusiones, pero en muchos de los casos si las trae.
Como abogados, se debe evitar esto, pues al revelar un secreto que le revela el cliente puede ser totalmente atroz para el veredicto del juez. Aquí recaemos en un punto tocado previamente en los capítulos anteriores, y es que el abogado al aceptar un caso se presume que es por una causa justa; y en lo personal yo opino que si al abogado se le confía algún secreto que diga que el cliente es totalmente culpable mejor deje el caso, sin tener que revelar el secreto y no defender una causa que no es justa.
También me parece que el abogado ni siquiera debería de ser capaz de atestiguar en un caso contra su cliente, porque en esos momentos puede que su buen juicio sea nublado por motivos personales y al bajarse del estrado todavía quede así como muy involucrado en el caso y no se desenvuelva tan bien como abogado.
La Chicana
Aunque, como nos dice el autor, hay casos en los que por un buen motivo sea necesario hacer una chicanearía, queda en la conciencia de cada abogado hacerlo o no. Yo quisiera afirmar, que la chicana es algo malo, porque de cierta forma es como tergiversar la ley para nuestro beneficio, o más bien el beneficio de el cliente; pero, el sentido de el buen desempeño de la abogacía es algo que se ha ido perdiendo, donde la chicana puede que en ciertos casos no sea tan mal visto como en otros.
Por ejemplo, puede que nosotros estemos totalmente seguros que nuestro cliente es inocente que las pruebas y argumentos presentados son falsos y que la prueba primordial para ganar el caso nos esté llegando por decir el jueves al mediodía, pero la última sesión del juicio es el miércoles en la tarde. Es aquí donde queda totalmente a discreción del abogado si hace una chicanearía por una buena causa o se rige por lo ya estipulado por la ley, con posibilidades de perder el caso.
Yo, muy sinceramente, haría una chicanearía. Pues creo en mi cliente y si estoy representando una causa justa me gustaría ver como la justicia verdaderamente prevalece.
La sensibilidad
Es totalmente acertado que la abogacía es una constante lucha de pasiones, pero está en nosotros no sucumbir a ellos. Esto no quiere decir que debamos ser totalmente fríos y escépticos, sino que no podemos inclinarnos por involucrarnos mucho o no involucrarnos en lo absoluto y simplemente que sea una cuestión de ganar, por dinero, porque como nos dice el autor esto nubla nuestro buen juicio.
Y es que muchas personas esperan conectarse en algún momento con su abogado, es decir, que este pueda sentir un poco de su sufrimiento. Pero me parece que el abogado debería detenerse a analizar la situación, preocuparse por su cliente sin pasar ese límite en el que todo se vuelve personal y ampararse y hacer buen uso de lo que dicta la ley.
El desdoblamiento psíquico
Es muy interesante el punto este que toca el autor. Me parece que para proceder muchísimo mejor en un caso, es de gran importancia llegar a conectarse con el cliente. Para esto, es bueno dejar a un lado nuestros intereses y nuestro bienestar, y ponernos en los zapatos del cliente. No es cuestión de olvidarse quiénes somos, sino el renunciar a ciertas cosas que podrían interrumpir nuestro trabajo y utilizar nuestras facultades como buenos abogados.
La independencia
Tiene partes muy ciertas aunque al mismo tiempo difiero con algunas de ellas. Pues está claramente establecido que la abogacía se ejerce con libertad pero este a su vez puede ser influenciado por lo que un asesor o algún allegado le sugieran. Y es que cuando el autor menciona que es difícil resistirse al llanto de una mujer, o la involucración de un miembro de la familia, estoy en total desacuerdo. Porque sí, es verdad que la familia es primordial en nuestras vidas, y lo digo yo que amo mi familia con locura, pero cuando ejercemos la abogacía debemos trasladarnos. Cuando defendemos a alguien más ya no somos solo nosotros, en nuestro mundo ego centrista, sino que está en nosotros velar por los mejores intereses de nuestro cliente; claro está sin que esto vaya a opacar nuestra moral y nuestro sentido de la justicia.
Es un dilema bastante grande el aceptar un caso que aunque no nos parezca de lo más justo, pero que será muy bien remunerado "económicamente" hablando, mas debemos poner nuestras prioridades en orden. Porque no es lo mismo decirle a un abogado que tiene 8 hijos, cuya esposa no trabaja y no atiende un caso de hace más de 5 meses que no acepte el caso, pues tiene un deber con su familia de alimentarlos a decirle a uno que atiende 4 casos al mes y no tiene hijos ni está casado; aunque a fin de cuentas queda en la conciencia de cada uno lo que debe hacer.
El trabajo
La profesión de la abogacía es simplemente maravillosa, y no lo digo porque esté estudiando para ser abogada, puesto que en realidad lo hago porque me parece que es indispensable saber un poco sobre todo y es eso lo que hace esta profesión. Te hace leer tanto sobre diversos temas, pues cada caso es totalmente diferente y necesita una preparación
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