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EL Consuelo Del Rito Musical


Enviado por   •  18 de Mayo de 2013  •  432 Palabras (2 Páginas)  •  290 Visitas

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“Entre las tres y las cuatro de la mañana, el despertar de los pájaros: un mirlo o ruiseñor solitario improvisa, rodeado de resplandor sonoro, por un halo de trinos extraviados en la altura de los árboles. Llévalo al plano religioso y tendrás el armónico silencio celestial”

(Oliver Messiaen)

Para este compositor la partitura de las aves es reflejo en la tierra de las melodías que anunciara el cielo. Y el hombre imitó ese canto alado: Tal expresión divina encontró forma en los versos que entonó la pitonisa de Delfos. Mas, cuando la joven hermosa fue reemplazada por una mujer vieja e ignorante en la lírica, secuestrada también fue la belleza del discurso y la confianza en su carácter venerable. Ante el creyente, la perfección de los dioses podía y debía ser honrada por una perfección de humana autoría; esa herencia antigua devino también en un arte que, en tanto servidor de la fe monoteísta, fue sacralizado. Ha nacido la liturgia de la música. Ella baña entre sus vértigos las palabras de quien se entrega a un amante indecible e inasible. En lo sublime sonoro de este coro eclesiástico, los devotos auditores sosiegan su llamado a la eternidad en Dios. Elevación compartida por el intérprete, que resucita con su ejecución la imagen perdida. En Tous les matins du monde de Pascal Quignard, Monsieur Sainte-Colombe sostiene diálogos con su esposa fallecida. Es el sonido su lenguaje y, a la vez, su consuelo. Sobre esto, el poeta Camille Mauclair dirá “La música es más maravillosa que todo otro arte, porque al cantar su pena, crea su propio olvido”. El sentimiento de tristeza irá siendo muerto por la memoria a medida que fluya como línea melódica. Amar la música será “poder comparar la calidad de la propia melancolía con el eterno modelo de melancolía que dormita en las olas de la música”. Para el violagambista, fue su profundo pesar escenario propicio a la creación de una técnica y composición trascendentes. “No es la música quien nos enseña la útil y poderosa belleza del dolor, antes bien, el dolor la de la música; y quien no llegue a ella con todo un viático de pesares fecundos, no la conocerá.” Así, la madera rezumará, al vibrar de las cuerdas, el llanto de Les Pleurs y el sufrimiento resonante será deseable por sí mismo. La sala de concierto es aún templo de un valorado ritual: Los dueños de la voz que extiende puentes con lo intangible son venerados a distancia por un público que guarda el silencio de un cadáver y su oración en secreto.

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