El Enigma De Kaspar Hauser

El domingo de pentecostés de 1828 apareció en la ciudad de Núremberg, Alemania un Joven abandonado al que luego llamaron Gaspar Hauser apenas sabía andar y decir unas pocas frases, cuando por fin logro hablar conto que había estado encerrado toda su vida en un sótano oscuro. No sabía lo que era el mundo e ignoraba que aparte de él existieran otros seres humanos ya que cuando le llevaban la comida, lo hacían de noche cuando todo estaba oscuro.

Este joven tenía apenas entre 16 y 17 años cuando un hombre penetro en su calabozo, Gaspar vestía ropas rotas, viejas y sucias. Sus botas demostraban claramente quedarle ya pequeñas, arregladas con algunas herraduras y clavos, aun así, se le salían los dedos y sus pies parecían cubiertos de sangre.

El hombre –asombrado- le hacía unas cuantas preguntas, pero el chico no contestaba nada. Solo entrego unas cartas dirigidas al capitán del sexto escuadrón de caballería; Friedrich Von Wessening. El primer día de su “libertad” lo llevaron a una comisaria en donde logro pronunciar el nombre de “Kaspar Hauser”, en las cartas que le había entregado al hombre que lo encontró venían figurado ese nombre, además de mencionar su fecha de nacimiento: 30 de abril de 1812.

Como el joven no cedía, lo llevaron a la casa del capitán Friedrich. Mientras esperaban la llegada del miliar, Gaspar se interesó por la llama de una vela, la toco sin detenimiento y grito de dolor al quemarse. También, en la casa del capitán, se estaba cocinando algo de lo cual el olor llego hasta la nariz del joven y le dieron nauseas, le ofrecieron además unos trozos de carne y cerveza los cuales rechazó, como si fuera la primera vez que las veía.

Una vez frente al capitán y ante las preguntas de este, logró decir: “Quiero ser soldado como mi padre”, y al ser leías las cartas se dieron cuenta que eran suplicas de convertir al joven en un soldado de caballería y todas terminaban con el texto: “si no quiere conservarlo, debe matarlo con la espada o matarlo.”Al leer esto, el capitán devolvió al chico a la policía local en donde lo interrogaron nuevamente, a todas las preguntad contestaba “No se” pero al proporcionarle un lápiz y papel escribió titubear “KASPAR HAUSER.”

Dos días después al interrogatorio, el doctor Preu -medico oficial del Tribunal Civil de Núremberg- examinó profundamente al niño y redacto un informe en el que reconocía que el joven no estaba loco, ni tenía alguna deficiencia mental.

Gaspar era capaz de pasar horas sentado en inmóvil y prefería la oscuridad. La gustaba mucho jugar con un caballo de cartón –llamaba “caballo” a todos los animales y “chico” a todas las personas”. Comió vorazmente pan y agua y experimento horror frente a un reloj de péndulo, quizá considerándolo un ser vivo.

Pronto el interés del juristas, teólogos y pedagogo que llevaron a cabo una multitud de ensayos y

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