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EnsayoCinematografico Naked Lunch


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2016  •  Ensayos  •  2.624 Palabras (11 Páginas)  •  322 Visitas

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CARLOS DAVID BARBOSA GÓMEZ – Cód. 1220010915 – POLITECNICO GRANCOLOMBIANO

Estética y Movimiento Cinematográfico  - Ensayo Cinematográfico

THE NAKED LUNCH (1991)

DIR.  DAVID CRONEMBERG

La ficción es un campo infinito, esta historia se nutre de las posibilidades inimaginables que surgen de la adaptación literaria y la apropiación de la misma vida de William S. Burroughs. El film tiene un línea de sucesos que se desenvuelven de manera orgánica, incluso para la naturaleza de la potencialmente riesgosa cantidad de elementos fantásticos que delinean la obra entre lo surreal y lo existencialista.

Los detalles están cuidados dentro del tratamiento, pero surgen de una concepción clara de los personajes y sus situaciones, no es en vano que la conciencia que existe alrededor de los diálogos de los personajes-la correlación casi mimética entre las palabras dichas por Martin en la escena de la muerte de Joan Lee y por William en la seducción de Joan Frost- sea un punto que conecte los universos imaginarios de este escritor condenado a su adicción y la dicotomía de su propia realidad.

Por otra parte, la delineación del personaje, su naturalidad por una parte con los sucesos producto de su desvarío potenciado por alucinógenos y la aparente realidad de la cual se desprende marginalmente, esta puesto en situación de tal manera que desde el inicio puede engancharse al espectador con un mundo que es creíble dentro de sí mismo por los detalles. Hay una intención de entrada de pretender llevar al espectador a este universo imposible de ciempiés gigantes y sexualidades no normativas que logra movilizar a quien se acerca al film  dentro del campo de la escritura –más justamente, un escritor de la generación Beat-.

El uso de la realidad alterna, llena de criaturas extrañas o monstruosas, con un despliegue de gran cantidad de referencias sexuales e incorporaciones metafóricas sobre la represión moralista que parte de las críticas del texto original, son contrapuestas a la realidad “objetiva” que coexiste fuera de la mente del escritor. Un campo donde se moviliza otro tipo de situaciones y que el guión pone en evidencia que todo es prácticamente un castillo de arena hecho por alucinógenos. Esto es demostrado, de manera muy explícita, cuando afirma la relación que existe entre la escritura de Bill- encarnada en los restos de su máquina de escribir- y el consumo de todo tipo de drogas –al ver el contenido de la bolsa donde lleva los remanentes de la máquina, Martin descubre un alijo de sustancias, píldoras y todo tipo de psicoactivos. [pic 1][pic 2]

La conjunción de planos tiene un ritmo muy característico, por una parte porque las escenas son compuestas de manera muy descriptiva y descarnada sobre el mundo de los personajes. No hay un sentido de reserva o censura sobre llevar al espectador a observar la sangre, los fluidos, criaturas o los híbridos de máquina e insectos. Punto a destacar, puesto el guión incorpora el ánimo subversivo de la novela de Burroughs, su ataque a los valores de los años cincuenta se aprecia en la liberalidad con que sucede todo en pantalla y en cómo el director no teme inscribirse y exponer de frente la cruda y poco refinada supra-realidad de la mente del escritor.

La reiteración, varios elementos que son puestos una y otra vez sobre la pantalla son también un punto a destacar, Cronenberg está en constante comunicación con situaciones que ya se han presentado en el film y que de cierta manera quieren hilar todos los detalles de la trama, aunque esto puede tornarse en un punto como algo redundante que distrae o que puede descartarse de la generalidad del relato.

La fotografía en este caso tiene detalles sobresalientes, desde el tratamiento de las atmosferas lumínicas diferenciadas y el ritmo visual hasta la composición, que sin grandes ornamentaciones sirve a un estilo muy clásico que va en sintonía con el sentido de la película. Inicialmente, el uso del color es definitivo al abordar la imagen de la película, la calidez en la imagen casi sofocante, y su compatibilidad con la recurrencia de la dirección de arte sobre el color  verde y  rojo, presentes en cada plano incluso de manera subconsciente diferencian las realidades del personaje principal.  No en vano, la película extrae esta calidez de un tono amarillo discreta y deliberadamente puesto para ser coincidente con el color del polvo insecticida del que depende Bill, especialmente en las secuencias que se enmarcan en el mundo irreal del escritor.

Las sombras, casi siempre pasan imperceptibles, sombras de persianas proyectadas sobre los muros de la habitación donde escribe Bill, casi a manera de barrotes. Ambientes llenos de contraste que aíslan objetos, o luces verdes casi terroríficas a la manera de antiguos hospitales que revelan lo decadente de los espacios –tomando como ejemplo la escena del baño de Bill en la habitación de Interzona, el ciempiés sobre el muro, las baldosas gastadas, una luz que destaca los detalles y las texturas, movimientos de cámara lentos que llegan a generar una

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tensión y  cierto sentido de intimidad entre las acciones que suceden en pantalla. Así mismo, una composición muy dinámica, que juega con el entorno y los ritmos visuales que puede extraer de lo caótico o lo recargado de ciertos escenarios, dando paso a reducir la intensidad de los planos a las acciones por medio de las sombras, algo que le da un estilo similar a los films de detectives –una inspiración del film noir- y que se inscribe muy bien en este universo imaginario de “espionaje” y secretismo entre los personajes.

La música es muy característica, tanto que se torna en un personaje más. La confección de un ritmo sonoro proveniente del jazz, que en esencia es un recurso que aparece en los momentos de tensión o en puntos clave de suspenso llevan a la música o esfera cultural por la cual se movía el autor de la novela original, dando punto contextual al personaje. Por otra parte, el uso de la música es restringido a situaciones específicas, no es un recurso recurrente sino que se presenta en casos puntuales y la mayoría para afinar el sentido de ritmo de las situaciones, dejando un diseño sonoro muy rico que protege la limpieza en los diálogos y deja a la música como un elemento diferenciador entre los espacios-Interzona y Nueva York-.

El montaje así mismo es un elemento que pasa casi invisible, pero que compone una fluidez narrativa que no tropieza con la misma vertiginosidad fantástica de las escenas, o dicho de otra manera, se mantiene al margen y solo conduce finalmente al espectador sigilosamente a través del misterio, los impulsos subconscientes y la diferenciación de lo “real” y el delirio del mundo del escritor.

La creación de los personajes desde la participación actoral tiene mucho que ver en el resultado de cómo se termina realizando la aproximación a este universo fantasioso de drogas y conspiraciones surrealistas. En principio por contar con un elenco tan destacable como tener a Peter Weller, quien con su pasividad y calma en escena hace que aquello que sucede en pantalla con todo lo extravagante que pueda resultar termine siendo totalmente comprensible. Es decir, que con la misma naturaleza con la que el actor interpreta a un Bill Lee que coexiste con estos monstruos y criaturas, el espectador podrá creer la verosimilitud de ese universo que construido desde los detalles no podrá escapar también a los niveles actorales. Los gestos, las maneras sutiles en que el actor encarna a este Bill que enfoca su interpretación con moderación a su condición de drogadicto, y le da mayor amplitud a su expresión encarnando su corporalidad total a la dimensión como escritor.

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