LA NIEVE ES UN LUGAR GONZALO HERNÁNDEZ SANJORGE . Guión De Cine
daria_lala14 de Noviembre de 2011
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LA NIEVE ES UN LUGAR
GONZALO HERNÁNDEZ SANJORGE
PERSONAJES
El Trapecista,
La Equilibrista,
El Soldado,
El Comandante (que es el Soldado con otra ropa.)
ÚNICO ACTO
1.- INT / CASA SALA / TARDE
Todo transcurre en una cabaña en la nieve. Hay una puerta que da al exterior y otras dos puertas a los costados de la habitación. Hay una ventana que da hacia fuera, una estufa a leña, un sillón, y una enorme mesa a un costado.
Escena I
El Trapecista, La Equilibrista.
(El Trapecista y la Equilibrista asoman sus caras al vidrio de la ventana intentando ver si hay alguien dentro. Golpean el vidrio, llamando. Es evidente que tienen mucho frío. Entran. Tienen unos abrigos que parecen improvisados.)
(Entrando trapecista a la casa.)
Trapecista:
Por fin, un lugar para guarecernos. ¡Entra de una vez, mujer!
(Entrando equilibrista a la casa.)
Equilibrista:
Es que estoy endurecida.
(Jalándola del brazo y cerrando la puerta, gritando.)
Trapecista:
Vamos, entra. ¿Hay alguien aquí?!
Equilibrista mirando alrededor, de manera sarcástica y temerosa pregunta.
Equilibrista:
¿Es que no hay nadie en este sitio? Siempre y cuando aquí pueda querer habitar alguien.
Trapecista se dirige al área de cocina mirando la estufa. Se quita el abrigo, lo deja a lado del sillón
Trapecista:
La estufa está apagada. Tal vez hayan salido.
Contesta a trapecista al mismo tiempo que mira a su alrededor de manera temerosa. Se quita el abrigo, lo deja caer a lado suyo.
Equilibrista:
Tal vez hayan muerto.
Se aleja de la cocina dirigiéndose a equilibrista.
Trapecista:
No seas ave de mal agüero.
Equilibrista Se sienta en el sillón, junto a la estufa, de manera irónica responde a equilibrista.
Equilibrista:
Si fuera un ave me iría volando. Aunque a juzgar por mi suerte, seguro sería un pingüino.
Trapecista regresa en dirección a la estufa enciende la estufa. Se sienta en el sillón
Trapecista:
Venga, que ya se te va a pasar el frío.
En tono de reproche la equilibrista se dirige a trapecista al mismo tiempo que niega sentarse con el.
Equilibrista:
¿Y la bronca? Mira que te lo dije. Te lo dije... cabeza hueca.
Fastidiado contesta a equilibrista, en tono fuerte pregunta si hay alguien al rededor
Trapecista:
¡Termínala de una vez, mujer! ¡¿Es que no hay nadie?!
A manera de reproche equilibrista se dirige a trapecista
Equilibrista:
Te lo dije, te lo repetí una y otra vez y no me hiciste caso. No sé para qué tienes orejas si ni siquiera usas lentes.
Se levanta del sillón fastidiado contesta
Trapecista:
Sí, está bien, ya te escuché.
Triste equilibrista se dirige a trapecista
Equilibrista:
Lo que me pregunto es por qué no me escuchaste antes.
En tono de sorpresa contesta y regresa al sillón
Trapecista:
¡Es que parecía tan cierto, tan real!
Sarcásticamente y molesta responde al mismo tiempo que se apresura al sillón
Equilibrista:
Sí, sí, muy cierto, muy real. ¡Tan real que parece mentira en la que nos has metido!
Puesto en pie, Mirando al techo con tono de sorpresa responde.
Trapecista:
Yo vi algo tan blanco, tan radiante, tan enorme que pensé que era Dios.
Se cuestiona equilibrista
Equilibrista:
No se si me impresiona más el error teológico o el geográfico.
Con tono y mirada firma en la equilibrista responde tratando de convencer
Trapecista:
¿Y cómo iba a saber que era la nieve si nunca había visto antes la nieve? ¡Todavía no puedo creer que exista tanta nieve junta!
En tono de reproche
Equilibrista:
Podrías haberme creído a mí.
Reprochando la señala
Trapecista:
Tú tampoco conocías la nieve.
Le da la espalda a trapecista, a manera infantil responde
Equilibrista:
Pero al menos recordaba lo que contaba aquella domadora de caballos... la belga... la que tenía aquel perrito que parecía un felpudo...
Responde de manera dudosa.
Trapecista: ¿Eunice?
Responde de manera afirmativa mientras se dirige a la mesa y toma un utensilio de cocina dando la espalda a trapecista.
Equilibrista:
¡Esa misma! Se pasaba contando historias de la nieve.
Observa sus manos y responde
Trapecista: Yo pensé que mentía. Bastaba verle la forma de las manos para darse cuenta que era una persona a la que le gustaba mentir.
En tono de sarcasmo extendiendo las manos llevándolas a la cintura con utensilio en mano.
Equilibrista:
Suerte que no eres detective privado, estaríamos arruinados. Aunque claro... no se en qué situación estamos ahora.
Tratando de convencer, en tono soñador pregunta al mismo tiempo que toma el abrigo tirado de la equilibrista.
Trapecista:
Yo sólo pensé que era Dios, por eso vine hasta acá. ¿Te imaginas, poder conocer a Dios?
Le arrebata el abrigo, lo deja colgado en una silla y pregunta en tono retador.
Equilibrista:
¿Y tú que tienes de especial para que te ocurra un prodigio así? ¿Es que ahora también eres un místico?
Se dirige a equilibrista caminando en dirección a ella.
Trapecista: Soy un trapecista. O te olvidas que siempre quise serlo para estar más cerca del cielo.
Lo interrumpe y señala el abrigo.
Equilibrista: Antes de que empieces con la historia de tu niñez y tu imaginación sobre los ángeles, fíjate si todavía te queda algo que comer.
Se dirige al abrigo, lo toma, saca de un bolsillo lateral una bolsa de tela tela pequeña, y muestra lo que hay en su interior.
Trapecista:
Pues en esta bolsa... apenas unas semillas de manzana y un trozo de pan... muy duro.
Señala la estufa.
Equilibrista:
Aunque más no sea ponlo un momento en el fuego.
Pone pan al fuego y acerca las manos para calentarlas.
Trapecista:
Supongo que no es mala idea.
Se pregunta con tono de añoranza dando una pequeña vuelta en dirección a la ventana
Equilibrista: ¿Quién sabe dónde estarán ahora?
Sigue en la estufa tratando de calentar sus manos, e inmediatamente pregunta.
Trapecista:
¿Quiénes?
Voltea rápidamente y responde en tono de tristeza.
Equilibrista:
Pues los del circo.
Responde decepcionado levantando los hombros al mismo tiempo que se talla las manos para mantenerlas calientes.
Trapecista:
Quién sabe... tal vez nos extrañen.
Responde decepcionada volviendo su mirada a la ventana señalando su alrededor
Equilibrista:
Tal vez no tengan tiempo de extrañar disfrutando de una vida mejor que esto.
Camina a trapecista tomándola por los hombros tratando de animarla.
Trapecista:
¡Mujer, que esto no es el resto de nuestras vidas, es sólo un momento!
Soltándose Un poco alarmada contesta
Equilibrista:
Pues donde no consigamos comida esto va a ser lo que resta de nuestras vidas. Y saca ese pan entes que lo perdamos.
Regresa a la estufa, Toma el pan, lo divide y ambos comen sentados en el comedor.
Trapecista:
Seguramente si alguien vive aquí, ya volverá. Y si no... tal vez así como llegamos nosotros, llegue alguien más.
Con la boca llega de pan responde.
Equilibrista:
Si alguien más ha pasado tantos días perdidos en la nieve... Y no digo la cantidad porque ya perdí la cuenta. Todos los días parecían el mismo día.
Reprochando.
Trapecista:
No tienes que recordármelo.
Comenta con tono de admiración.
Equilibrista: Ni siquiera tenemos al enano para que nos cante, con esa voz de barítono que tenía.
Burlándose
Trapecista:
¡Otra vez el enano!¡Ay, el enano, el enano!
Pregunta retando a trapecista
Equilibrista:
¿Es que el frío te daña la cabeza? ¿Por qué te pones así?
Cuestiona en voz alta dejando el pan a un lado
Trapecista:
¿Es que entre tú y el enano ha pasado algo?
Irónicamente responde.
Equilibrista:
Te has puesto celoso.
Responde a manera de reclamo.
Trapecista: No estoy celoso, simplemente quiero saberlo, porque lo recuerdas tanto...
En tono firme
Equilibrista: No te pongas así.
Reclama y toma el pan.
Trapecista:
Es que durante estos días dale que te dale hablar del enano.
A manera infantil, pegando levemente en la mesa.
Equilibrista:
Estas celoso, eso es todo.¡Estás celoso, estás celoso!
Se levanta rápidamente de la mesa. Retándola pregunta.
Trapecista:
Pues
...