LÍNEA DE TIEMPO.“¿Qué es el cine?”

“¿Qué es el cine?”, del crítico y teórico cinematográfico André Bazin, nos muestra la forma de ver al cine desde los ojos de alguien que consumía al cine con pasión. Su forma de analizar el arte no tiene una formación extremadamente académica ni         sistemática, si no que, tomaba como base el conocimiento que había recolectado con el constante y nutriente consumo de obras cinematográficas a lo largo de su vida. Lo que formó una teoría acerca del cine.
André Bazin planteaba su postura sobre el arte, y específicamente el cine, mediante la prensa
(trabajo del cual se basa esta edición del libro).
Tal y como lo especifica el prefacio de esta edición, el título ¿Qué es el cine? No es una promesa de una respuesta concreta por parte del autor. Es más bien una pregunta cuya respuesta se va desmenuzando a lo largo de todo el libro, de manera implícita y sin centrarse en un aspecto exclusivo de este.
        Ontología de la imagen fotográfica es el título de primer capítulo. André Bazin hace mucho hincapié sobre la batalla del humano contra el tiempo. El sentimiento de querer evitar la muerte y plasmar un momento del tiempo canalizado en las artes plásticas. El tiempo es imparable. La forma en que el ser humano batalla contra este sentimiento varía, pero son curiosamente similares. El ejemplo con el que abre el autor es la religión egipcia, quienes “detenían” el tiempo salvando la apariencia física de los cuerpos; desde sus huesos, hasta la carne.
        Dicho efecto evoluciona hasta que Luis XIV no pide ser embalsamado y prefiere el camino de la pintura: un retrato por Charles Le Brun. Y a pesar de no ser una medida tan drástica contra el paso inexorable del tiempo, intenta salvar la memoria del difunto de una muerte espiritual; el olvido. Cita también una frase de André Malraux, que da a entender que el cine es la máxima expresión del realismo plástico.
Con la invención de la perspectiva llegan dos tipos de aspiraciones: una centrada en la estética, y otro con el deseo de replicar el mundo en que vivimos.
André Bazin desarrolla una idea (lo más interesante del primer capítulo en mi opinión) que habla de cómo el realismo se ve completamente afectado en la pintura gracias a la subjetivización del autor, sin importar que tan buen pintor fuese.
Es hasta que llegan Niepce y Lumiere que esto cambia. La fotografía puso fin al barroco en su intento constante de hacer una copia exacta del mundo congelándolo en un lienzo.
La fotografía es infinitamente más original que la pintura, y esto se debe gracias a la objetividad. La fiel representación de la realidad estaba a un lente de separación uno del otro. Ya no interviene la mano del hombre a la hora de capturar un momento del tiempo, más que en la decisión de dónde y cuándo colocar la cámara.
La pintura tenía, en su momento, una ventaja que la fotografía no; el representar el color de una manera tan exacta y extensa. André tenía esto en cuenta, sin embargo, menciona que solo es cuestión de tiempo para que el panorama cambie. Aun teniendo esto en cuenta, la fotografía goza algo de lo que un dibujo no puede; y es que, a pesar de lo preciso que sea un dibujo con sus detalles, jamás llegará a darnos la confianza que una fotografía nos hace sentir a la hora de creer en ella. Y es así como la pintura se queda por debajo de la fotografía a la hora de representar la realidad.

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