UN JUEGO PERFECTO

UN JUEGO PERFECTO

La película es una narración de una historia que fue real, sobre nueve niños de Monterrey que con fe, optimismo, unidad, solidaridad y dedicación lograron ganar el Little League World Series en 1957.

Cesar trabajaba en Estados Unidos como el aguador, cuando lo despiden el vuelve a Monterrey, México vuelve a su antiguo trabajo en una compañía fundidora donde sus compañeros de trabajo son los padres de los niños que juegan beisbol con el padre Esteban, el los invita a practicar el deporte para aprender con dios valores y disciplina por medio del beisbol.

Uno de sus compañeros es el padre de Ángel Macías cuyo hermano (Pedro) había muerto hace poco y el aun no podía superarlo.

Un día su papa hablando con la mama de Ángel le dijo -el nunca será como pedro-. Ángel salió corriendo y en una casa comenzó a lanzar una bola de beisbol que el encontró, la casa era de Cesar Faz, comenzaron a platicar y lanzar bolas, él le dijo que era el entrenador de los Cardenales de St. Louis, emocionado le pide que le ayude a él y a sus compañeros para ganar la liga infantil, al inicio se niega pero después decide ayudarlos faltando solo una pocas semanas para el torneo. Emocionados hicieron en un baldío su campo y se prepararon y entrenaron demasiado todos juntos como equipo. El padre Esteban les enseño que con ayuda de Dios, y con fe en sí mismos podrían lograrlo juntos como un equipo.

Integraron el equipo de beisbol de Monterrey y las madres de los integrantes les confeccionaron sus uniformes para que compitieran.

Habían logrado triunfos contra otro equipos y con eso lograron viajaron a Estados Unidos para participar en su campeonato.

Al llegar allá se dieron cuenta de que era muy diferente los equipos, para empezar los entrenadores estaban más interesados en ganar que en el equipo y los integrantes no se llevaban muy bien entre ellos, por ejemplo, discriminaban a sus compañeros que tenían piel de color, eran muy racistas y presuntuosos.

Y por si fuera poco no entendían del todo el idioma.

Antes de participar en cada juego con ayuda del padre Esteban hacían una oración y con eso ellos ya sentían que podían ganar.

En uno de sus triunfos obtuvieron una guía turística con dos de los jugadores de los cardenales de St. Louis, ellos reconocieron a su entrenador y el tratando de cubrirse dijo que el recorrido había finalizado y se fueron.

Días después tuvieron problemas con sus visas, lograron conseguir un permiso para el entrenador y los participantes, pero el padre Esteban tuvo que regresarse a México.

Al día siguiente ellos se preparaban para jugar, mientras tanto un jardinero de tez negra le advirtió

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