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UNIDAD DE TRABAJO 6. VESTUARIO, PELUQUERIA Y MAQUILLAJE


Enviado por   •  17 de Marzo de 2016  •  Documentos de Investigación  •  1.986 Palabras (8 Páginas)  •  339 Visitas

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UNIDAD DE TRABAJO 6. VESTUARIO, PELUQUERIA Y MAQUILLAJE

8.1. INTRODUCCIÓN

El maquillador, el encargado de vestuario y el peluquero deben conocer la obra a fondo, pues su tarea es la de recrear en los vestidos, en los rostros y el peinado de los actores los rasgos físicos, los sicológicos y la condición social de los personajes, desde su primera aparición en escena.

8.2. VESTUARIO

Funciones:

- Del personaje nos sugiere:

- su personalidad,

- clase social

- nacionalidad

- su función en la obra

- su estado de ánimo en las distintas escenas

- su relación con otros personajes.

- De la obra en sí puede indicarnos:

el estilo

la época

en general, el contexto social e histórico en que se mueven los personajes.

(Si la obra es de una época pasada, conviene documentarse bien en las guías e historias del vestido, o en ilustraciones y grabados de ese momento, para conseguir una idea muy aproximada de la moda en el siglo y en el lugar en que trascurre la acción).

- Relación del vestuario con el actor: le ayuda a creerse y a sentir mejor el papel, a enfrentarse al público y en definitiva, a dejar de ser un individuo para convertirse en el personaje que representa.

- Finalmente, no conviene olvidar la función del vestido como espectáculo, y su capacidad para crear efectos y decir cosas que las palabras no pueden expresar, tales como el lujo y la grandiosidad de una corte, el efecto sorpresa de una indumentaria cómica, la sensualidad de los trajes de ballet o el sabor local y folclórico de un cuadro costumbrista, la provocación de la desnudez (la contraposición entre vestido y desnudez puedes ser una fértil fuente de investigación para el director y el figurinista).

Adquisición:

En primer lugar, hay que tener en cuenta que los vestidos se pueden alquilar, ya que existen tiendas especializadas y, aunque son caras y pueden no disponer de todo lo que necesitamos, a veces ofrecen cosas interesantes. Al menos es una solución rápida y no conviene pasarla por alto.

También pueden pedirse prestados a particulares o a otras compañías. En estos casos, como el vestuario no es nuestro, conviene devolverlo en el plazo acordado y en las mejores condiciones.

- Otra fuente muy útil son las tiendas de segunda mano y los mercadillos de ocasión, donde pueden encontrarse trajes antiguos e infinidad de accesorios como bisutería, abanicos, sombreros, bastones, entre otras curiosidades.

- Por último, la solución más compleja pero también la más creativa es la de confeccionar nuestro propio vestuario, y para ello conviene buscar a alguien que ya tenga experiencia en la costura, pues agilizará bastante el trabajo y evitará problemas muy simples.

Además se aconseja seguir los siguientes pasos:

a) Estudio detallado de la obra: Es importante conocer a fondo tanto la obra como los personajes, y tener en cuenta el estilo que el director quiere darles -ya sea realista, simbólico, historicista, paródico, etc.- pues el vestuario ha de estar muy acorde con estos criterios. También hay que prestar atención al cambio de vestido durante la obra; estos cambios los puede requerir el texto explícitamente o bien se pueden deducir del paso del tiempo o de la evolución en la posición social o en el carácter del personaje.

Investigación: Para documentarse bien se puede acudir a las guías, grabados, cuadros, fotografías e ilustraciones de la época.

Diseño: Con esta información el figurinista ya puede dibujar un boceto o figurín que en pocas líneas proporcionará una idea muy aproximada del personaje con su indumentaria. A este esquema se le pueden añadir detalles, colores e incluso muestras de tela cuando éstas se compren. Este procedimiento es fundamental como base para la discusión y el estudio sobre el papel. Los actores deberían tener fotocopias de estos figurines para irse creando una imagen más completa del personaje que han de representar.

El color: Es una pieza fundamental que debe cuidarse en el vestuario de una puesta en escena porque contribuye poderosamente al efecto global del espectáculo. Respecto al uso de los colores en escena es conveniente tener en cuenta algunos consejos útiles.

Es arriesgado usar colores fuertes primarios (rojo, amarillo y azul) y secundarios (violeta, verde y naranja) porque su intensidad puede eclipsar a otros colores más débiles; además la combinación de unos con otros puede resultar estridente.

Los valores claros (tonos pastel) y las intensidades muy amortiguadas (grisáceos) de todos los colores son fácilmente combinables y se adaptan a cualquier escena.

Se puede elegir un color para la escena o para la obra completa y buscar toda la gama y sus afines; ello aportaría unidad y coherencia al espectáculo.

La luz afecta de forma inmediata al color, por lo que se aconseja hacer pruebas con los tejidos bajo los focos que se usarán el día de la representación.

Por otra parte, el color de los trajes informa al público sobre el tipo de personaje que lo lleva y su relación con los demás. Así, los personajes de una obra que se armonizan deben sugerir afinidad usando trajes de matices contiguos; por el contrario, los individuos o grupos en conflicto pueden usar tonos opuestos o en contraste.

Los colores también tienen la cualidad de ser cálidos -rojos, amarillos o anaranjados- o fríos -azules, verdes, grises-; los primeros tienen un poder estimulante, excitante, mientras que los segundos favorecen el proceso contrario por ser sedantes, apaciguadores.

Además los colores se suelen relacionar con determinados conceptos, porque tradicionalmente se les han asignado una serie de connotaciones sicológicas; son válidos para determinados personajes porque representan ciertos estados de ánimo y significan ideas. Por ejemplo, el rojo es

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