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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA MADURACIÓN SEXUAL


Enviado por   •  16 de Junio de 2015  •  1.742 Palabras (7 Páginas)  •  283 Visitas

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1.4. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA MADURACIÓN SEXUAL

Como se ha explicado en el capítulo anterior, la pubertad está ligada a cambios biológicos y físicos. Es un momento importante de cambios corporales relacionados con el crecimiento del cuerpo, el timbre de la voz, la fuerza física, la aparición del vello, la mayor prominencia de los caracteres sexuales, las nuevas sensaciones ahora posibles en relación con el sexo, etc. En este sentido, algunas investigaciones señalan que los aspectos principales de la representación del cuerpo adolescente son: la eficiencia física y el atractivo corporal y que ambos se relacionan estrechamente con otros aspectos no menos importantes de índole psicoafectiva como son el autoconcepto y la autoestima.

El comportamiento sexual comienza mucho antes que la pubertad, pero el desarrollo puberal inaugura la posibilidad de determinados comportamientos y experiencias asociados a la conciencia biológica y emocional del sexo opuesto, al inicio de la atracción sexual y a la copulación en sentido pleno. Al principio, la maduración sexual se centra en los cambios corporales y sucesos observables que tienen lugar en la adolescencia. Gradualmente, los adolescentes se muestran atraídos no sólo por su propio desarrollo y el de los otros sino por el sexo opuesto y quedan fascinados con los hechos básicos de la reproducción humana y de las relaciones sexuales (Rice, 1997).

La edad de inicio en las relaciones sexuales varía de un adolescente a otro y depende de factores como: el género, la educación, la estructura psicológica, las relaciones familiares y la madurez biológica. Por ejemplo, algunas investigaciones indican que los adolescentes buenos estudiantes inician su vida sexual a mayor edad, mientras que aquellos que tienen fracaso en los estudios medios la inician antes. Quizá los adolescentes que no se desenvuelven bien en la escuela se entregan antes a las actividades sexuales como una forma de satisfacer sus necesidades de éxito (Craig, 1997).

Las relaciones heterosexuales no completas de los adolescentes no suelen ser consideradas como problemáticas. Les gusta la curiosidad sexual, los rituales de la cita, el encuentro, las salidas y pasan mucho tiempo hablando de ello. Actualmente la mujer llega al matrimonio con tanta experiencia como el hombre. Las actitudes de los padres son variadas, pero cuanto más severos sean en el enjuiciamiento y en el trato más se vivirá el sexo como gesto de autoafirmación, de rebeldía. La educación sexual ha de incluir un aprendizaje de los nuevos sentimientos propios de la edad y del modo de comportarse con ellos. Con el propósito de profundizar en la comprensión del contenido de este apartado presentamos la visualización de un documental (viaje al cuerpo humano: la pubertad) que trata sobre la revolución biológica de 4 años y cómo ésta afecta al cuerpo y a la mente hasta llegar a ser sexualmente maduros.

2. EL DESARROLLO SOCIAL EN LA ADOLESCENCIA

2.1. LOS ADOLESCENTES Y LA FAMILIA

Los cambios de índole psicoafectiva y social en la adolescencia se encuentran a la base de la necesidad de adquirir autonomía e independencia y de construir la propia identidad. El logro de la independencia implica un replanteamiento de las relaciones de los adolescentes con sus padres dirigido a construir mayor libertad y flexibilidad. Estos cambios suelen provocar tensión y ansiedad, ya que los padres muchas veces se resisten a cambiar reglas familiares que han funcionado bien en el pasado, mientras que los adolescentes desean cambiar precipitadamente todas las reglas: quieren más libertad para tomar decisiones sobre su apariencia, su vida social, hábitos de alimentación, programas de televisión, etc.

La forma en que los padres se relacionan con sus hijos afecta de modo radical al paso de adolescente a adulto. Sus interacciones deben considerarse en el contexto de un sistema familiar dinámico, en el que los cambios en la conducta de uno de sus miembros influyen en todos los demás y viceversa. Como la adolescencia es un tiempo de transformaciones grandes y a menudo drásticas, la familia como sistema social también se modifica, lo mismo que la comunicación intergeneracional.

Los adolescentes están muy influenciados por su familia, aun cuando los viejos lazos están tensos en algunas circunstancias. De hecho, las encuestas revelan dificultades graves en apenas un 15 a un 20% de las familias y que estas se producen con más frecuencia en la primera adolescencia. La mayoría de los conflictos se centran en los quehaceres domésticos, los horarios de vuelta a casa, las citas, las calificaciones, la apariencia personal y los hábitos alimentarios. Son más bien escasos los conflictos por temas relacionados con los valores fundamentales, políticos, religiosos y sexuales (Hill, 1987). Estas últimas cuestiones suelen aparecer en la adolescencia tardía y provocan discusiones y riñas de poca envergadura.

Sus formas de funcionamiento, las relaciones e interacciones y los vínculos que en el adolescente se han establecido a lo largo del desarrollo, tendrán una influencia importante en este periodo. A pesar de que la orientación social primaria del adolescente se desplaza hacia los iguales, el núcleo familiar puede favorecer o retrasar el paso de niño a adulto y ayudar a hacer más difícil el proceso de integración social. La cuestión de que padres e hijos discrepen no es tan grave ni preocupante como que no se logre resolver tales discrepancias mediante el diálogo, la negociación y el compromiso. El afrontamiento del conflicto, no su evitación o su aparente eliminación mediante la sumisión de alguna de las partes, favorece el desarrollo psicosocial y fomenta los vínculos positivos (Miranda y Pérez, 2005).

2.1.1. Tipologías de estilos parentales

El afecto y el control han sido dos dimensiones básicas que tradicionalmente se han tenido en cuenta a la hora de hablar de las diferentes prácticas educativas (ver Miranda y Pérez, 2005).

El afecto supone la capacidad de percibir y responder coherentemente a las demandas del hijo, crear un clima emocional estable y mantener formas de interacción armónicas. En la adolescencia, los hijos siguen necesitando que sus padres se muestren cercanos, comunicativos y les ofrezcan apoyo emocional para afrontar el desafío de sus tareas evolutivas.

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