Administracion Del Tiempo
Janejim24 de Mayo de 2014
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Cómo mejorar la gestión del tiempo en el trabajo: consejos y
trucos para la optimización de recursos
“No tengo tiempo”. Todos hemos oído esta recurrente expresión. Sin embargo no deberíamos hablar de
escasez de tiempo sino de una mala planificación del mismo. Todos disponemos de los mismos 7 días de
la semana con sus 24 horas cada uno y su adecuada administración depende únicamente de nosotros.
La gestión del tiempo es fundamental en una sociedad en la que vivimos sobrecargados de tareas y
distracciones, informalmente conocidos como “ladrones de tiempo”. Con la gestión del tiempo nuestra
productividad se dispara mejorando la calidad del trabajo y, en última instancia, los beneficios
generados para la empresa. A nivel personal, una adecuada gestión del tiempo es esencial para
mantener una adecuada calidad de vida: la mala gestión del tiempo puede llegar a provocar estrés,
ansiedad y caos.
En primer lugar, debemos trabajar en un entorno ordenado y organizado. No podemos comenzar a
hablar de la gestión y administración del tiempo si nuestra mesa de trabajo está totalmente
desordenada. Deberemos dedicar unos minutos, preferiblemente al final de la jornada laboral, para
recoger y clasificar documentos, folios y herramientas de trabajo con el propósito de contar con un
entorno organizado.
La agenda es nuestra mejor herramienta en la gestión del tiempo. Algo tan simple como una libreta y un
bolígrafo nos permite planificar, organizar y priorizar todas nuestras tareas además de nuestras citas y
nuestros compromisos. Debemos tenerla siempre disponible para apuntar nuestros nuevos
compromisos y poder revisarla regularmente para recordarlos.
Paso previo a la planificación de las tareas es el establecimiento de los objetivos. Estos deben ser
ambiciosos pero también realistas y alcanzables para ser capaces de motivarnos y estimularnos.
En función de los objetivos marcados planificaremos nuestras tareas y funciones. Es recomendable
identificar por adelantado las tareas a realizar cada semana (o cada mes, en función de la magnitud del
proyecto).
Con la agenda en la mano podremos priorizar. Al otorgar una jerarquía a las tareas podremos reservar el
tiempo suficiente para realizar las importantes. Es fundamental definir cuáles son las tareas prioritarias
para asegurarnos de su ejecución.
Cuando ya tengamos tiempo asignado para realizar cada tarea prioritaria podremos planificar la
realización de las tareas no prioritarias. Siempre tenemos que contar con un margen para afrontar
posibles imprevistos.
Debemos conocer cuáles son nuestras horas de mejor rendimiento, en las que estamos más
concentrados. Intentaremos realizar las tareas prioritarias en estos tiempos para realizarlas del modo
más eficiente posible. Las tareas no prioritarias las realizaremos siempre en nuestras franjas horarias de
menor rendimiento (que aunque dependen de cada persona por lo general suele ser después de comer
o al final de la jornada laboral).
Si contamos con tareas complejas lo ideal es descomponerlas en tareas más pequeñas. Por ejemplo, la
metodología Scrum permite abordar proyectos complejos descomponiendo el proyecto en pequeñas
tareas y optimizando recursos de tiempo, económicos y de organización de equipo.
Tenemos que aprender a delegar responsabilidades. No todos ejecutamos con la misma eficiencia.
Tenemos que centrarnos en aquellas tareas que realizamos especialmente bien delegando el resto en
personas de confianza con competencias para realizarlas mejor que nosotros: realizarán la tarea en un
tiempo menor, a un coste inferior y con una
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