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El Otro Sendero Introducciòn


Enviado por   •  24 de Abril de 2013  •  1.883 Palabras (8 Páginas)  •  364 Visitas

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El Otro Sendero: Capítulo 1

INTRODUCCION

En el período que media entre la Segunda Guerra Mundial y nuestros días, el Perú ha experimentado el cambio más profundo de su historia republicana. Ese cambio no se ha producido como un hecho único ni deliberado, sino como la sucesión de millones de actos que iban transmutando paulatinamente un orden que parecía inconmovible.

La ciudad peruana ha dejado de ser el pequeño lugar familiar que todos conocían para transformarse en una populosa metrópoli impersonal, de barrios nuevos y desconocidos.

En los últimos cuarenta años, la migración indígena ha hecho que la población urbana se quintuplique y que necesariamente la ciudad se reorganice. Han aparecido, así, nuevas actividades que poco a poco vienen reemplazando las tradicionales. Viviendas modestas apiñadas en torno a la ciudad, una multitud de talleres instalados en éstas, ejércitos de ambulantes vendiendo en las calles e incontables líneas de microbuses surcándolas, parecen haber brotado de la nada, ensanchando y densificando el espacio urbano. Todos los días, humos y olores diversos de las frituras que se cocinan en las calles nos llegan mezclados con tonaditas andinas que no se sabe de dónde provienen. Una legión de "maestritos" arriba incesantemente con sus herramientas bajo el brazo y provoca un incremento considerable de las actividades que pueden desarrollarse en la ciudad. Adaptaciones criollas ingeniosas han beneficiado la producción o prestación de bienes o servicios indispensables, llegando a transformar radicalmente ciertas áreas de la manufactura, la distribución minorista, la construcción y el transporte. El desierto y los cerros que rodean las ciudades han dejado de ser un paisaje pasivo para incorporarse a ellas. El estilo europeísta que las caracterizó ha dado paso a una personalidad cobriza y tumultuosa.

Pero al mismo tiempo la ciudad ha individualizado a sus habitantes. Ha comenzado a predominar el esfuerzo personal sobre el colectivo. Han surgido nuevos empresarios que, a diferencia de los tradicionales, son de origen popular. Ha aumentado la movilidad vertical de las personas. Se han alterado los patrones de consumo y los gustos selectos y suntuarios de la vieja sociedad urbana han sido desplazados por otros más extendidos. En materia de espectáculos, por ejemplo, se ha reemplazado a lo largo de los años la ópera, el teatro y la zarzuela por el cine, el fútbol, los festivales folklóricos y, finalmente, la televisión. En general, lo mismo ha sucedido con aquellos consumos que la concentración demográfica ha puesto al alcance de todos, tales como la cerveza, el arroz y la sal de mesa. Otros de consumo más selecto como los vinos y las carnes han decaído proporcionalmente a lo largo de estas décadas.

También en el aspecto religioso el Perú ha experimentado cambios significativos. El catolicismo, identificado con el orden tradicional, ha perdido terreno frente a nuevas confesiones como las protestantes, carismáticas y, más recientemente, expresiones vernaculares y sincréticas como la "Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal". "Santitas" y "beatitas" de origen popular y no reconocidas por la Iglesia, como la Melchorita o Sarita Colonia, están desplazando en la devoción local a Santa Rosa de Lima y otros santos tradicionales.

Todo ello constituye una nueva identidad cultural que reclama verse retratada socialmente. El surgimiento de la música "chicha", que tiende a reemplazar al folklore andino y a la música criolla, y el triunfo de determinadas formas de comunicación, programas radiales o telenovelas, que se refieren o reflejan partes definidas de esta nueva identidad, ejemplifican claramente el cambio producido. Las páginas sociales y los espacios televisivos dedicados a mostrar la forma de vida de las clases altas han ido gradualmente desapareciendo. Priman ahora las crónicas policiales y los programas de diversión popular que los nostálgicos califican de "huachafos".

Paralelamente la gente ha comenzado a invertir más en su preparación. Se ha incrementado notablemente la participación popular en la educación secundaria y superior, y han proliferado todo género de academias e institutos que brindan formación barata y práctica en las más diversas materias y que funcionan en lo que fueron antes las mansiones de la aristocracia.

La clases altas han descubierto que, de un tiempo a esta parte, en restaurantes, playas, aviones, directorios y hasta en Palacio de Gobierno tienen que codearse con gente de origen popular. Por ello, en muchos casos han optado por recluirse en su cada vez más reducido mundo y consolarse con la añoranza de un tiempo que terminó. Existe gente que se atrinchera en exclusivos barrios residenciales, frecuenta clubes que no parecen haber sido tocados por el tiempo, transita en la medida de lo posible por avenidas arboladas y mantiene costumbres que la llevan a una segregación social y racial de facto.

Han surgido al mismo tiempo nuevas organizaciones que intentan recomponer o establecer a otro nivel algunos de los valores y afectos que se estaban perdiendo. Los clubes departamentales, parroquiales y deportivos, los comités vecinales, las asociaciones de ambulantes y aun los comités de transportistas han procurado obtener el bienestar de sus afiliados a lo largo de los años. En la ciudad, "la familia ampliada" ha venido a convertirse en una red de relaciones comerciales o productivas: actividades económicas desarrolladas entre "primos" y "tíos" son ahora cosa corriente.

Estas organizaciones han empezado también a adquirir un papel preponderante frente al Estado, a medida que las actividades económicas a las que se encuentran ligadas han crecido. De esa manera, la provisión de infraestructura básica —calles, agua, desagüe y electricidad—, la construcción de mercados, la prestación del servicio de transporte y aun la administración de justicia y el mantenimiento del orden público, en mayor o menor medida, han

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