El directivo como valor social
reivaxEnsayo10 de Julio de 2017
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DIRECTIVO COMO VALOR SOCIAL
El directivo es el responsable de la generación de riqueza en la empresa. Su misión consiste en diseñar acciones, planificarlas, ejecutarlas, controlarlas y orientarlas hacia la optimización de los resultados para el bien de los accionistas, clientes y empleados.
El comportamiento del directivo, con respecto a los tres colectivos a los que debe servir, debe enfocarse:
Los accionistas buscan el retorno de la inversión; la inversión aparece como consecuencia del ahorro conseguido al sacrificar el consumo.
El directivo proporciona a sus accionistas los beneficios suficientes que deberán ser repartidos como dividendos cada año; al mismo tiempo retendrá suficientes beneficios para así permitir la expansión de la empresa, facilitar la innovación de productos y servicios, la renovación de instalaciones, el pago a los proveedores y la formación de reservas que permitan a la empresa hacer frente a situaciones de dificultad.
En relación a sus clientes, se les exige la opción entre distintos proveedores.
La empresa, además de generadora de puestos de trabajo y de oportunidad de beneficio al ahorro, es fuente de oferta a la sociedad supeditándose a su servicio.
El beneficio cuando es obtenido en un mercado transparente y competitivo es lo que determina la aportación de la empresa a la sociedad, siendo esta la verdadera contribución a la plusvalía, definida como la diferencia entre el valor percibido y el coste incurrido.
Hay que distinguir entre el valor añadido y el percibido, o, lo que es lo mismo, visualizar la realidad desde la perspectiva del cliente.
El fin de toda empresa es la transformación del trabajo, ideas y ahorro, en productos para competir eficazmente con el resto de los oferentes, y, para garantizar su éxito hay que minimizar el tiempo que transcurre entre la detección de la necesidad del demandante y la presentación final en el mercado.
De los trabajadores se debe esperar que asuman un compromiso personal con los objetivos de la empresa para poder contribuir a superar los constantes desafíos que aparecen continuamente.
Para que una empresa marche, necesita una fuerte inyección de confianza.
La única manera de salir de las crisis: los lideres en situaciones de crisis deben reconstruir la confianza con acciones rigurosas, siempre y cuando esas acciones se caractericen por la
velocidad, la transparencia, la franqueza y la sencillez; de manera conjunta, estos cuatro criterios constituyen “la pantalla de confianza”.
Por ejemplo, un incremento de avales de depósitos, garantía de depósitos es la esencia de la transparencia y de la sencillez.
Un plan de reestructuración puede también ser considerado como un excelente apuntador de la confianza: inversiones directas en bienes de bancos, pero sin derecho a voto.
En cambio, un plan para reducir la tasa de ejecuciones de hipotecas, mediante su compra y un plan para subsanar los valores tóxicos de la contabilidad de los bancos, por ejemplo, no satisfacen los criterios de velocidad al ser una medida, para que funcione, a largo plazo, debido a su complejidad y a la posibilidad de conflictos en su implementación.
La confianza es la base de cualquier liderazgo eficaz, es la grasa del cambio.
Los líderes, en todo nivel, necesitan crear confianza cada día a través de la palabra y acciones. Hay que decir la verdad, repetirla y comunicarla a los empleados.
Tienen que personarse en los lugares donde se concretan las tareas, conversar y escuchar.
Cuando un líder se muestra más autentico con sus empleados más auténticos sus empleados serán con el; la autenticidad crea confianza.
Hay que construir la confianza hoy.
La economía es cuestión de datos y de confianza; quien se supone que va a salvar una compañía de una destructiva recesión, no busca la respuesta en el que tiene un mayor porcentaje de acierto en la gestión del modelo financiero.
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