El renacimiento de interés a las relaciones entre las empresas y el estado, y su incidencia en el desarrollo
rgbb666Tutorial23 de Abril de 2013
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LAS RELACIONES ESTADO-EMPRESAS: SUS CONSECUENCIAS PARA EL DESARRO- 45
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DESARROLLO ECONÓMICO, vol. 39, Nº 153 (abril-junio de 1999)
LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y
LAS EMPRESAS Y SUS CONSECUENCIAS
PARA EL DESARROLLO:
UNA REVISION DE LA LITERATURA RECIENTE*
BEN ROSS SCHNEIDER**
El capitalismo y la burocracia se encontraron uno al
otro y son íntimamente el uno para el otro.
MAX WEBER (cit. en Evans, 1995, pág. 29)
Introducción
La gran empresa está otra vez entre nosotros. Tras una desconcertante
ausencia, la política empresarial y las relaciones entre las empresas y el estado
se han convertido una vez más en el foco privilegiado de los análisis sobre el
desarrollo y la democracia, así como de diversas perspectivas teóricas en pugna
dentro de la economía política comparada. Digo “una vez más” porque a fines de la
década del '70 las relaciones entre las empresas y el estado ya tenían un lugar
central similar en la economía política comparada. Por entonces, la gran empresa
era un protagonista prominente en las teorías sobre el desarrollo dependiente y el
autoritarismo burocrático, así como en otros esfuerzos teóricos tendientes a
explicar patrones de crecimiento y de política sumamente excluyentes, sobre
todo en América Latina. En los países industriales, los capitalistas eran los
principales interlocutores en las teorías marxistas acerca del estado y los análisis
del corporativismo, que procuraban explicar los grandes interrogantes de la
distribución desigual del poder en el capitalismo avanzado, así como la diversa
* En una versión previa y abreviada, este artículo apareció en Comparative Politics, vol. 31, octubre de
1998. Deseo agradecer a Karl Fields, Edward Gibson, Robert Kaufman, Peter Kingstone, Helen Shapiro y
Kathleen Thelen por sus comentarios a versiones anteriores de este trabajo; al Centro de Estudios Internacionales
y Comparativos de la Northwestern University, el CIDE y el programa Fulbright-García Robles por su apoyo
financiero; y a Christina van Wijnbergen por su ayuda en la investigación. También deseo manifestar que el
hecho de haber sido coautor de artículos sobre temas semejantes con Sylvia Maxfield, Stephen Haggard y
especialmente Richard Doner fue una gran enseñanza para mí. Algunas de las ideas aquí expuestas fueron
presentadas en forma preliminar en Schneider (1995).
** Center for International and Comparative Studies, Northwestern University. [ ) 618 Garrett Place /
Evanston, IL. 60208 / USA / % (1 867) 467-1147 / Fax: (1 867) 467-1996 / Correo electrónico: <brs@nwu.edu>.]
LLO
BEN ROSS SCHNEIDER
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capacidad de las democracias capitalistas para responder ante los desafíos
económicos de las décadas del '70 y el '80.
En la década del '80, los capitalistas dejaron de estar situados a la cabeza
de la agenda de investigación en los países en desarrollo1. Las causas de este
inoportuno eclipse no son del todo claras, pero varias tendencias contribuyeron a
él. La atención de los investigadores se desplazó a aquellos actores sociales no
pertenecientes a la elite que, merced a la liberalización política, se estaban
volviendo más activos y se hacían oír en mayor medida. Además, el repliegue de la
economía política y el retorno a la autonomía de la política en sí desplazó también
la atención a los ámbitos políticos formales, donde los capitalistas con frecuencia
sólo eran borrosamente visibles. Por último, gran parte del debate sobre la reforma
económica que tuvo lugar en la década del '80 giró en torno de la dicotomía de los
estados y los mercados –mercados impersonales en los cuales la gran empresa
no era un tema de debate.
De hecho, como puso en claro la reforma neoliberal, lo opuesto de un
desarrollo liderado por el estado no es un desarrollo liderado por el mercado sino
por las empresas. Este es el mensaje más importante que nos transmitió el
volumen de Chandler y sus colaboradores, Big Business and the Wealth of
Nations. Este volumen se inicia con la premisa de que desde fines del siglo XIX “la
gran empresa industrial ha desempeñado siempre un papel central en el crecimiento
dinámico de la economía internacional y en la transformación económica de todos
los grandes países” (pág. 24). Aunque los capítulos que integran este libro se
refieren en su mayor parte a los países desarrollados, tiene relevancia para los
estudiosos del desarrollo contemporáneo porque los ensayos se centran
principalmente en la historia de la gran empresa dentro de la transformación de
dichas economías, que pasaron de ser sociedades agrarias a ser sociedades
industriales. El hecho de que el libro contenga sólo un par de capítulos sobre los
países en desarrollo (dedicados a Corea y la Argentina) nos recuerda cuán a la
zaga de la historia de las empresas en los países desarrollados ha quedado la
investigación empírica sobre ellas en los países en desarrollo, y cuán difícil sería
compilar, basándose en las investigaciones empíricas existentes, un volumen
semejante sobre las grandes empresas y la persistencia de la pobreza en muchos
países.
Recientes estudios sobre los países en desarrollo han comenzado a salvar
esta brecha, llegando cada vez más a la conclusión de que las relaciones entre
1 En los estudios sobre los países industriales, las empresas tuvieron mayor prioridad en la agenda de
investigación. En Europa, el interés por el corporativismo, y más tarde por la gobernancia (governance),
mantuvo el foco puesto en las relaciones entre el estado y la sociedad. Entre los europeístas parece haber un
mayor consenso de que las relaciones entre las empresas y el estado son determinantes para la política
económica y el desempeño de la economía; ver, por ejemplo, Hall (1986), Katzenstein (1984, 1985), Zysman
(1983) y Soskice (1991). En los estudios sobre Japón ha habido más polémicas entre estatistas como Johnson
(1982) y antiestatistas como Friedman (1988). No obstante, los estudios más recientes adoptan una concepción
más ecuménica, según la cual tanto las empresas como el estado, y las buenas relaciones entre ambos, son
indispensables para el análisis del éxito económico de Japón (Samuels, 1987; Okimoto, 1990; Calder, 1993). Con
respecto a los países industriales, en los estudios sobre Estados Unidos el interés de los investigadores por las
empresas decayó en forma notable en un período en que la influencia de la empresa, paradójicamente, estaba
en ascenso. Para una reseña al respecto, ver Pierson (1995). En los últimos tiempos, autores como Vogel (1986),
Martin (1991) y Ferguson (1995) se han empeñado en reparar este descuido.
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las empresas y el estado son decisivas para explicar los patrones de desarrollo
vigentes a fines del siglo XX. Quienes estudiaron los estados fuertes del Este
asiático comprobaron cada vez más que el desempeño de dichos países no se
justificaba meramente por el poder del estado o por sus buenas opciones en
materia de política, sino más bien por la red de lazos entre el sector público y el
sector privado, los cuales, a la vez que limitaban la autonomía del estado,
incrementaban su capacidad2. También los que estudiaron otros países más
débiles del Sudeste asiático encontraron que las relaciones entre las empresas y
el estado eran claves para explicar el diferente desempeño económico. Richard
Doner, por ejemplo, afirma que “las diferencias en las relaciones entre las
empresas y el estado constituyen la explicación más importante de la variación
entre países en lo tocante a su desempeño en las negociaciones sectoriales”
(1991, págs. 4-5). Las comparaciones de las políticas económicas y el desempeño
de los países latinoame-ricanos realzan también las diferencias existentes en las
relaciones entre las empresas y el estado3. Rosemary Thorp, por ejemplo, llegó a
la conclusión de que la política económica había sido permanentemente más
eficaz en Colombia que en Perú, y una de las razones principales de ello era que
en Colombia la relación entre el estado y el sector privado “se caracterizó por un
mayor respeto y confianza mutua” (1991, pág. 195).
El libro de Eduardo Silva –The State and Capital in Chile: Business Elites,
Technocrats, and Market Economics (1996)–, que examina el caso de la reforma
neoliberal en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-89), es un
notable ejemplo del renovado interés de los latinoamericanistas por las relaciones
entre las empresas y el estado. El argumento fundamental de Silva, similar al que
se expone en gran parte de la literatura revisionista sobre el éxito económico en
Asia, es que la reforma neoliberal chilena no puede entenderse meramente como
el resultado de un régimen autoritario autónomo que impone su voluntad a una
sociedad civil impotente. Más bien,
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