Historia del fundador Economía Social Coparticipada y el Accionariado Obrero
alcionInforme23 de Octubre de 2016
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Historia del fundador Economía Social Coparticipada
y el Accionariado Obrero
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DON ANTONIO POTTIER (1849-1923)
Defensor de los derechos de los trabajadores a su coparticipación productiva y económica en la riqueza que produce el Trabajo.
El sociólogo belga, fundador de la Unión Demócrata Cristiana y partidario de la organización coparticipada de los trabajadores y el Accionariado Obrero, tuvo una gran influencia en el clero italiano en los albores del año 1900. Se había visto obligado, de hecho, a trasladarse a Roma en 1902, por sus ideas. Aunque belga, nacido en Spa en la diócesis de Lieja, Don Antonio Pottier, después de haber pasado la última parte de su vida en Roma, donde murió, forma parte del Panteón de los sacerdotes italianos sacerdotes italianos "en disputa" por sus carismas, sobre todo por la notable influencia en orden a la cultura sociológica y sindical católica que ejerció entre las nuevas generaciones de clérigos italianos que surgían en los albores del año 1.900.
Es meritoria la ocasión para recordar y referirnos a Antonio Pottier, como un homenaje póstumo de gratitud, en el descubrimiento de una carta suya que probaría la hipótesis del coparticionismo del trabajo que había adelantado este sociólogo belga, y que fuera la fuente inspiradora de la famosa pastoral de Monseñor Giovanni Cazzani sobre la agitación agraria Romaña en el terrible invierno de 1906-1907. En aquella Carta Pastoral, se suscitó mucho rumor mal intencionado por ciertas posiciones que expresaba esta pastoral, el joven obispo exhortó a los obreros y colonos a organizarse para mejorar su situación económica. Pero el término utilizado y cierta omisión de condena a la lucha de clases, llevaba a pensar que esta unión podría realizarse con la Cámara de Trabajo Socialista, siempre y cuando se garantice el respeto a la religión. Así que al menos el interés de muchos periódicos y la propaganda, se limitó a las reacciones de escándalo o exaltación. Los más controvertidos y escandalizados fueron los patrones y terratenientes católicos, dirigidos por Marqués Ludovico Almerici, quien junto con muchos curas párrocos administradores de ricos terratenientes beneficiados hasta ese momento; no se detuvieron para enviar sus quejas a la Santa Sede. Por la intervención indebida del Obispo, en detrimento de la propiedad privada"; mientras que el Visitador Apostólico padre Tommaso Pio Boggiani definió a la supuesta infracción pastoral incriminándola de "la chispa que había provocado el fuego" de todos los desórdenes y los disturbios provocados. Por un momento, Monseñor Cazzani arriesgó y resistió su destitución.
En una carta el sociólogo belga para el obispo de Cesena, se refiere a su establecimiento en Roma como profesor de Economía Social en el Colegio Leonés para reemplazar Monseñor Radini de origen alemán. Para monseñor Cesena, Pottier no era un extraño, así como para los jóvenes italianos de la Democracia Cristiana. La revista murriana Cultura Social (de 1900, pág. 103) citaba como Pottier había realizado esfuerzos para fundar la Federación de Mineros Cristianos en Limburgo y sus empresas coparticipadas en accionariados obreros. El Almanaque c.d. (de1902, pág. 97) había publicado la foto de Pottier con una extensa dedicatoria en la que se describía como "uno de los promisorios y cálidos promotores de la Democracia Cristiana y el inventor de esta frase que ya ha dado la vuelta al mundo: “El Trabajo es un bien de inversión a la par y superior del capital". En el mismo año la revista Mañana de Italia (del 20 de marzo) fue dedicada a él, a Harmel y a Monseñor Commer, acompañado por un joven amigo Trent, ferviente cristiano demócrata De Gasperi, en un breve artículo halagador a Pottier titulado "Su hospitalidad de gratitud".
Esa carta enviada desde Roma en 1907
En cuanto a Pottier, se reconocerá siempre que ha sido el fundador del Partido Demócrata Cristiano de Bélgica, y por cuyo nombre y hasta cierto punto ha sido reconocido en el mundo entero. Pero Pottier ha escrito el célebre programa de Lieja fuente del Coparticionismo y Accionariado Obrero, y fue el principal organizador de la conferencia celebrada en esa ciudad, presidido por el fallecido Monseñor Doutreloux. Gracias a él, la red de programas y todo el Democristianismo tomó nombre del programa de Lieja, en oposición al Conservadurismo Cristiano.
Pues bien, la citada carta enviada desde Roma el 27 de enero 1907 tenía el aire de conocer perfectamente la articulación de la Carta Pastoral de Monseñor Cazzani tan discutido y combatida, y de proporcionar aún más nociones útiles de carácter económico al folio pastoral diocesano católica, pero en controversia estalló Cesena. La carta hizo su debut de esta manera: "Voy a explicar a su Excelencia una modesta reflexión sobre el debate que condujo a la pastoral en la prensa católica en relación con la explotación del trabajador y los salarios. Para el trabajo industrial es un hecho bien establecido, de la experiencia que el coparticionismo y los altos ingresos, y como la duración de la jornada moderada del trabajo produjo una alta producción en aumento. No parece imprudente asumir el mismo resultado para el trabajo agrícola de los colonos; de manera que los sacrificios permitidos por los propietarios para hacer más trabajo inhumanitario de los colonos, traerá consigo una cuota quizás superior a los sacrificios ya vistos. Veo en el futuro de Italia, que se discutirá el modo de la acción católica en resguardo de la cuestión de la coalición entre empresarios y trabajadores agrícolas. ¿La Acción Católica junto a la Cámara Socialista del Trabajo, para circunscribir las acciones realizables, será únicamente para preservar los intereses profesionales del trabajador y su economía? Decía Pottier, Despierta en mí dudas y aprehensiones sobre esta discusión pública por la prensa, que les interesada en defender a los sectores conservadores y demasiado intencionada y fácilmente entremezclada con las pasiones que despierta el capitalismo. Temo que en la mente de muchos católicos, incluso aquellos superiores e influyentes, hay poco conocimiento de estas cuestiones y nos miran con renuencia ante la acción social precisa y clara que propone este Plan Económico para hacerle frente a los problemas que se imponen.
Estas mentes se asustan en sobremanera; son acérrimos opositores de la acción social necesaria del trabajo, apegados a los excesos de la palabra o de la pluma en el que los periodistas caen o de los propagandistas no suficientemente educados o dotados en esta materia; y, finalmente, que funcionará de manera efectiva con las autoridades para tener una intervención quizá inoportuna. Me temo que en estas cuestiones de la democratización industrial del trabajo tanto más, que en diferentes formas, se impone la misma pregunta en Alemania, Suiza, Holanda, Bélgica y Francia.
Hubiera deseado que estas cuestiones, en las cuales es muy fácil caer en la confusión entre la tesis y la hipótesis, si se trataran sin el fragor de la prensa en un ambiente distinto de personas competentes y responsables, y que detrás de su liderazgo actuaran, más de lo que hablan, según diversas situaciones y temáticas a desarrollar, serían más beneficiosas. Espero que mis temores sean infundados. Sigo con el mayor interés la cuestión de allí y quisiera me hiciese un gran favor, si usted fuera tan amable de hacerme suscribir a la revista El Savio. Una vez más las gracias cordiales a V.E. por el don precioso que nos hizo con su presencia en nuestra casa y, para mi gratitud, unirnos en oración al homenaje de nuestra profunda veneración cristiana y católica.
Por tanto, existió una relación de recíproca estima y afecto, así como la comunión de ideales, en apenas una cuarentena de días entre el obispo de Cesena y sociólogo de Lieja, ahora destinado en Roma. Monseñor Cazzani, de origen pavese, había afinado la sensibilidad social en Rávena junto al cardenal Riboldi; de hecho lo había sostenido con sus brazos mientras él bendijo la bandera del primer Círculo Demócrata Cristiano, y no obstante a pesar de las diferencias con muchos opositores y la grave enfermedad que lo llevaría a la tumba unos días más tarde, en enero 1901.
La oposición de los ricos
Don Pottier había fundado, además del Modelo Coparticionista en Lieja en 1892, la Unión Demócrata Cristiana, que se basa principalmente en un conjunto de reivindicaciones concretas: la ampliación del derecho al voto, la participación en las decisiones políticas, la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores y campesinos, la reforma del servicio militar, etc. Con el aumento del desarrollo industrial, cuya expansión se dilataba cada vez más en Europa Central, el nuevo movimiento democrático se oponía a la tendencia liberal-conservadora católica imperante en ese momento, incluso entre los católicos belgas. Con el apoyo del obispo de Lieja Monseñor Doutreloux, sensible a las nuevas ideas, don Pottier dio vida a la llamada “Escuela de Lieja”, que representó la teoría fundacional de los principios sociales de la Rerum Novarum y la primera democracia cristiana, de la que fue el promotor.
Su trabajo y esfuerzo fue el lema programático "Todo para el pueblo, porque todo es del pueblo", que luego descendiera a la necesidad de los trabajadores, y en base al concepto Copartinicionista basado en los Derechos Humanos inherentes al “Derecho de Familia“, este derecho sólo priva, o está por encima del derecho de propiedad cuando sus fundamentos se basan en los límites del consumo por necesidad, respetando a las diferentes religiones. Las familias que se asocian consigo mismas en una unidad de propietarios coparticipados, y para eliminar, con sus demandas concretas de fuerzas conjuntas del Poder del Trabajo, la trampa capitalista del salario. Luego, siguiendo el ejemplo de los socialistas, Don Pottier también inició la organización de coparticipación entre los católicos, especialmente en el campo de las panaderías, debido a que se había calmado el precio inflacionario del pan. Naturalmente que tal género tan elocuente y sensato de iniciativas, entonces, soportaba el riesgo de algunos fallos, pero en particular denegaba el privilegio del poder adquisitivo capitalista frente al trabajador, suscitando una viva oposición de parte de las clases ricas. En 1895 Don Pottier tuvo que defenderse, con un detallado memorando enviado a la Santa Sede, tanto de las acusaciones de los adversarios de afuera como de las expresiones dentro del clero de la Asociación de Propietarios Católicos.
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