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Historia del fundador Economía Social Coparticipada y el Accionariado Obrero


Enviado por   •  23 de Octubre de 2016  •  Informes  •  3.286 Palabras (14 Páginas)  •  274 Visitas

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Historia del fundador Economía Social Coparticipada

y el Accionariado Obrero

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DON ANTONIO POTTIER (1849-1923)

Defensor de los derechos de los trabajadores a su coparticipación productiva y económica en la riqueza que produce el Trabajo.

El sociólogo belga, fundador de la Unión Demócrata Cristiana y partidario de la organización coparticipada de los trabajadores y el Accionariado Obrero, tuvo una gran influencia en el clero italiano en los albores del año 1900. Se había visto obligado, de hecho, a trasladarse a Roma en 1902, por sus ideas. Aunque belga, nacido en Spa en la diócesis de Lieja, Don Antonio Pottier, después de haber pasado la última parte de su vida en Roma, donde murió, forma parte del Panteón de los sacerdotes italianos sacerdotes italianos "en disputa" por sus carismas, sobre todo por la notable influencia en orden a la cultura sociológica y sindical católica que ejerció entre las nuevas generaciones de clérigos italianos que surgían en los albores del año 1.900.

Es meritoria la ocasión para recordar y referirnos a Antonio Pottier, como un homenaje póstumo de gratitud, en el descubrimiento de una carta suya que probaría la hipótesis del coparticionismo del trabajo que había adelantado este sociólogo belga, y que fuera la fuente inspiradora de la famosa pastoral de Monseñor Giovanni Cazzani sobre la agitación agraria Romaña en el terrible invierno de 1906-1907. En aquella Carta Pastoral, se suscitó mucho rumor mal intencionado por ciertas posiciones que expresaba esta pastoral, el joven obispo exhortó a los obreros y colonos a organizarse para mejorar su situación económica. Pero el término utilizado y cierta omisión de condena a la lucha de clases, llevaba a pensar que esta unión podría realizarse con la Cámara de Trabajo Socialista, siempre y cuando se garantice el respeto a la religión. Así que al menos el interés de muchos periódicos y la propaganda, se limitó a las reacciones de escándalo o exaltación. Los más controvertidos y escandalizados fueron los patrones y terratenientes católicos, dirigidos por Marqués Ludovico Almerici, quien junto con muchos curas párrocos administradores de ricos terratenientes beneficiados hasta ese momento; no se detuvieron para enviar sus quejas a la Santa Sede. Por la intervención indebida del Obispo, en detrimento de la propiedad privada"; mientras que el Visitador Apostólico padre Tommaso Pio Boggiani definió a la supuesta infracción pastoral incriminándola de "la chispa que había provocado el fuego" de todos los desórdenes y los disturbios provocados. Por un momento, Monseñor Cazzani arriesgó y resistió su destitución.

En una carta el sociólogo belga para el obispo de Cesena, se refiere a su establecimiento en Roma como profesor de Economía Social en el Colegio Leonés para reemplazar Monseñor Radini de origen alemán. Para monseñor Cesena, Pottier no era un extraño, así como para los jóvenes italianos de la Democracia Cristiana. La revista murriana Cultura Social (de 1900, pág. 103) citaba como Pottier había realizado esfuerzos para fundar la Federación de Mineros Cristianos en Limburgo y sus empresas coparticipadas en accionariados obreros. El Almanaque c.d. (de1902, pág. 97) había publicado la foto de Pottier con una extensa dedicatoria en la que se describía como "uno de los promisorios y cálidos promotores de la Democracia Cristiana y el inventor de esta frase que ya ha dado la vuelta al mundo: “El Trabajo es un bien de inversión a la par y superior del capital". En el mismo año la revista Mañana de Italia (del 20 de marzo) fue dedicada a él, a Harmel y a Monseñor Commer, acompañado por un joven amigo Trent, ferviente cristiano demócrata De Gasperi, en un breve artículo halagador a Pottier titulado "Su hospitalidad de gratitud".

Esa carta enviada desde Roma en 1907

En cuanto a Pottier, se reconocerá siempre que ha sido el fundador del Partido Demócrata Cristiano de Bélgica, y por cuyo nombre y hasta cierto punto ha sido reconocido en el mundo entero. Pero Pottier ha escrito el célebre programa de Lieja fuente del Coparticionismo y Accionariado Obrero, y fue el principal organizador de la conferencia celebrada en esa ciudad, presidido por el fallecido Monseñor Doutreloux. Gracias a él, la red de programas y todo el Democristianismo tomó nombre del programa de Lieja, en oposición al Conservadurismo Cristiano.

Pues bien, la citada carta enviada desde Roma el 27 de enero 1907 tenía el aire de conocer perfectamente la articulación de la Carta Pastoral de Monseñor Cazzani tan discutido y combatida, y de proporcionar aún más nociones útiles de carácter económico al folio pastoral diocesano católica, pero en controversia estalló Cesena. La carta hizo su debut de esta manera: "Voy a explicar a su Excelencia una modesta reflexión sobre el debate que condujo a la pastoral en la prensa católica en relación con la explotación del trabajador y los salarios. Para el trabajo industrial es un hecho bien establecido, de la experiencia que el coparticionismo y los altos ingresos, y como la duración de la jornada moderada del trabajo produjo una alta producción en aumento. No parece imprudente asumir el mismo resultado para el trabajo agrícola de los colonos; de manera que los sacrificios permitidos por los propietarios para hacer más trabajo inhumanitario de los colonos, traerá consigo una cuota quizás superior a los sacrificios ya vistos. Veo en el futuro de Italia, que se discutirá el modo de la acción católica en resguardo de la cuestión de la coalición entre empresarios y trabajadores agrícolas. ¿La Acción Católica junto a la Cámara Socialista del Trabajo, para circunscribir las acciones realizables, será únicamente para preservar los intereses profesionales del trabajador y su economía? Decía Pottier, Despierta en mí dudas y aprehensiones sobre esta discusión pública por la prensa, que les interesada en defender a los sectores conservadores y demasiado intencionada y fácilmente entremezclada con las pasiones que despierta el capitalismo. Temo que en la mente de muchos católicos, incluso aquellos superiores e influyentes, hay poco conocimiento de estas cuestiones y nos miran con renuencia ante la acción social precisa y clara que propone este Plan Económico para hacerle frente a los problemas que se imponen.

Estas mentes se asustan en sobremanera; son acérrimos opositores de la acción social necesaria del trabajo, apegados a los excesos de la palabra o de la pluma en el que los periodistas caen o de los propagandistas no suficientemente educados o dotados en esta materia; y, finalmente, que funcionará de manera efectiva con las autoridades para tener una intervención quizá inoportuna. Me temo que en estas cuestiones de la democratización industrial del trabajo tanto más, que en diferentes formas, se impone la misma pregunta en Alemania, Suiza, Holanda, Bélgica y Francia.

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