La Econimia
blanquita22 de Octubre de 2013
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La economía mundial ha comenzado nuevamente
una transición. Las economías avanzadas
se están fortaleciendo gradualmente. Al
mismo tiempo, el crecimiento en las economías
de mercados emergentes se ha desacelerado. Esta
confluencia está generando tensión, y las economías de
mercados emergentes se enfrentan al doble reto de la
desaceleración del crecimiento y el endurecimiento de
las condiciones financieras mundiales.
La economía estadounidense sigue siendo el centro
de los acontecimientos. La demanda privada conserva la
solidez, aunque el crecimiento se ha visto obstaculizado
este año por una consolidación fiscal excesiva. Los factores
políticos están generando incertidumbre en torno a
la naturaleza y la magnitud del ajuste fiscal. El secuestro
del gasto representa una mala manera de llevar a cabo la
consolidación, y los conflictos en torno al aumento del
tope de la deuda podrían conducir a un nuevo episodio
de incertidumbre desestabilizante y a una contracción
del crecimiento. No obstante, es hora de que la política
monetaria prevea cómo abandonar tanto la expansión
cuantitativa como las tasas de política monetaria cero.
Aunque no hay grandes cuestiones conceptuales ni
técnicas de por medio, los problemas de comunicación
de la Reserva Federal son nuevos y delicados. Es razonable
prever cierta volatilidad de las tasas a largo plazo a
medida que su política evolucione.
La recuperación de Japón ha estado impulsada por la
Abeconomía, pero para sustentarla habrá que superar
dos grandes retos. El primero, reflejado en el debate
sobre el aumento del impuesto sobre el consumo, es
fijar el ritmo adecuado de la consolidación fiscal: si esta
es demasiado lenta, pondrá en peligro la credibilidad,
y si es demasiado rápida, no habrá crecimiento. El
segundo es implementar un conjunto creíble de reformas
estructurales para transformar lo que hoy es una
recuperación cíclica en un crecimiento sostenido.
Las economías del núcleo de Europa muestran
algunos indicios de recuperación. Esto es resultado, no
de grandes cambios recientes de las políticas, sino de
un cambio de actitud, que aun así podría autovalidarse
si consumidores y empresas deciden incrementar el
gasto. Sin embargo, los países periféricos del sur siguen
luchando. El avance en las mejoras de la competitividad
y en la promoción de las exportaciones no es
aún suficientemente sólido como para compensar una
demanda interna deprimida. Tanto en el núcleo como
en la periferia, persiste la incertidumbre en torno a
los balances bancarios, que debería disminuir gracias
a la evaluación prometida de la calidad de los activos
bancarios. A más largo plazo, al igual que en el caso de
Japón, se necesitan con urgencia reformas estructurales
para reactivar las anémicas tasas de crecimiento potencial
que aquejan a la región.
La novedad más importante en este momento proviene
de las economías de mercados emergentes, cuyo
crecimiento ha bajado, en muchos casos más de lo que
habíamos previsto.
El interrogante obvio es si esta desaceleración refleja
factores cíclicos o una disminución del crecimiento del
producto potencial. Basándonos en la información que
tenemos hoy, la respuesta es que refleja ambas cosas,
aunque en diferente grado según el país: un mayor
número de factores cíclicos en Rusia y Sudáfrica, una
mayor disminución del potencial en China e India.
Las
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