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La situación económica de Isabel

rosmiralexEnsayo17 de Octubre de 2018

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20 de junio de 1925 empieza el trabajo de parto y se agudiza la angustia porque pronto llegara otra boca que alimentar. ¡Dios mío que voy a hacer! Pensaba Isolina en voz alta entre el dolor y la angustia, que a duras penas podía alimentar a los cuatro hijos que ya tenía. ¿Qué vas hacer? –Le replicó Teresa la comadrona del pueblo, que además era su prima- Deja de parirle a ese hombre que no ha hecho más que traerte desgracias, ahí está, pasando la borrachera y tus hijos pasando trabajo.

Así era el estado de Joaquín últimamente, se la pasaba borracho. No quedaba ni la sombra de aquel hombre que la había enamorado hace siete años atrás, y que era el padre de sus cuatro hijos, en muy pocas horas ya serían cinco. El mal tiempo acabó con las cosechas, causándole grandes pérdidas; el juego y otros vicios terminaron de hundirlo.

-Es una niña, escucho exhausta decir a Teresa.

-Isabel, se llamará Isabel. Respondió Isolina.

-No estés triste hija, tu esposo te adora.

-Madre tu no entiendes, el quiere un hijo y yo no he podido dárselo.

-Estela, no olvides que gracias a las influencias de tu padre en la Capital, tu esposo es ahora el prefecto del pueblo, es mucho lo que puede perder si se atreve a hacerte daño.

-No tengo un matrimonio por conveniencia madre, nosotros nos casamos por amor.

-Sí, claro.

-Isabel, hija por favor ve a vestirte. Ya están por llegar los invitados, y tú que eres la agasajada todavía no estas listas.

-Si mami, enseguida.

Ya habían pasado once años desde aquel día en el que Teresa se presento ante ella con una hermosa niña recién nacida, su madre había fallecido pocas horas después del parto, su padre era un borracho que apenas podía sostenerse en pie, y sus hermanos muy pequeños aún fueron aceptados entre los familiares más cercanos, pero ninguno pudo hacerse cargo de la recién nacida.

Estela sin vacilar la recibió y convenció a su esposo para que la adoptaran, él era el Prefecto del pueblo, los trámites no serían problemas.

Una sola cosa le pidió Teresa a Doña Estela: que no le cambiaran el nombre porque así la llamó su madre, en honor a Sta. Isabel.

Isabel, hija del Prefecto Santiago Estrada y de su Esposa Doña Estela Reyes De Estrada. Niña consentida, la mejor vestida, los mejores tutores, los mejores pintores fueron solicitados para dibujar sus retratos. La heredera de los lotes de tierra más extensos del pueblo y de todo lo que en ellos hubiera.

Contaba Isabel con apenas catorce años cuando conoció a Juan José, cada vez que lo veía su corazón palpitaba con tal fuerza que ella creía que se le iba a salir del pecho, le sudaban las manos, se le erizaba la piel, hubo momentos en los que conversaban y ella sentía que en cualquier momento caería al piso en un desmayo. Isabel estaba enamorada, perdidamente enamorada de Juan José Moreno, uno de los peones de la hacienda.

Sus padres jamás aprobarían esa relación, la niña consentida hija del Prefecto casada con un peón, jamás.

Y fue así como Isabel prefirió irse con el amor de su vida, no le importo la amenaza de su padre de desheredarla, no le importo la tristeza de su madre, mucho menos le importaron los comentarios y los chismes del pueblo. A ella solo le importaba ser feliz.

Al lado de Juan José tenía una vida humilde, con muchas carencias materiales, sin ninguno de los lujos a los que estaba acostumbrada en la hacienda, de hecho hasta tuvo que empezar a trabajar como todas las mujeres de campo, le costó adaptarse, sí, pero lo hizo, y de la mejor manera. Ella no veía los cambios como un sacrificio, sino como un compromiso y una responsabilidad, adquiridos cuando decidió irse y formar una familia con Juan José.

Ya

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