Las Maquilas

La palabra maquila se originó en el medioevo español, como una forma para describir un sistema de producción, que al moler el trigo en un molino ajeno, se concebía su beneficio económico al pagar al molinero con parte de la harina obtenida. Tal fue también la forma tradicional de producción de azúcar en los ingenios de las Antillas, que en el siglo XIX obtenían su caña de cultivadores llamados colonos; éstos cobraban en azúcar el valor de la caña entregada, de acuerdo con las normas establecidas por los mismos ingenios.

En la época moderna, el término ha recobrado su uso, tras las prácticas económicas sucedidas recientemente en la región fronteriza entre Estados Unidos y México, país donde el fenómeno de las maquiladoras está ampliamente extendido.1 El establecimiento del decreto de maquila, iniciado en el año 1964; fue en gran parte debido al fin del Programa Bracero, el cual se instituyó durante la Segunda Guerra Mundial con la intención de que extranjeros de países afines a la política de Estados Unidos suplieran la fuerza productiva, que se vió disminuida en capacidad en los EEUU con la participación de los ciudadanos varones norteamericanos que partieron al frente de guerra, con mano de obra mexicana; tras lo que se permitió que trabajadores agrícolas mexicanos encontraran trabajo agrícola temporal en los Estados Unidos. El final de este programa en 1966 aumentó el índice de desempleo en la región fronteriza.1

La mayoría de las fábricas de marcas japonesas, surcoreanas y estadounidenses de electrodomésticos, automotores, computadores y ropa han situado sus plantas de producción, aprovechando la favorabilidad del TLC suscrito entre ambas naciones y Canadá a su vez, para exportar sus mercaderías desde ciudades mexicanas de la frontera con Estados Unidos, principalmente en los estados mexicanos de Tijuana, Ciudad Juárez, Reynosa y Heroica Nogales.

Estas compañías deben trabajar bajo el programa de franquicia, designado localmente como "maquila", requiriendo que todos los productos obtenidos tras el procesamiento de las materias primas y/o componentes de producción usados en su manufactura vuelvan a su país de origen y/o al mercado estadounidense como productos terminados. El capital de las maquiladoras es generalmente extranjero. Además las firmas propietarias son compañías estadounidenses y/o asiáticas, y muestra de ello es que existen importantes empresas japonesas y coreanas y de muchos otros países establecidas en el cinturón fronterizo cuya matriz con fines fiscales, comerciales y publicitarios está establecida en Estados Unidos. También muchas empresas maquiladoras son de capital mexicano. En marzo del 2006 el personal ocupado por las maquilas mexicanas era de 1.300.000 personas.1

Condiciones laborales[editar]

Uno de los principales objetivos del Programa de Industrialización

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