Neuromarketing

Ensayo #1

El neuromarketing y la política

La política también se ha interesado por el neuromarketing. Según Martin Lindstrom en su libro Compradiccion los comités gastan cerca de 1.000 millones de dólares en “fabricar” un candidato presidencial capaz de triunfar. Por esta razón les resulta muy atractivo contar con una herramienta que permita explorar la mente de los votantes y sus motivaciones con el fin de diseñar estrategias de comunicación y capturar más electores. Pero lo alarmante es que para lograrlo juegan con emociones como el miedo. ¿Cuál es el límite a la hora de ganar más votantes? ¿Por qué los candidatos apelan a infundir temor? ¿Sera que los políticos lo utilizan por falta de atributos propios y argumentos sólidos en sus propuestas? El neuromarketing estudia cómo funciona el cerebro en los procesos de compra. Tiene como objetivo comprender las motivaciones de los consumidores a fin de poder predecir su conducta futura. Para Nestor Braidot, experto en neuromarketing, puede definirse como una disciplina, que investiga y estudia los procesos cerebrales que explican la conducta y la toma de decisiones de las personas en los campos de acción del marketing tradicional: inteligencia de mercado, diseño de productos y servicios, comunicaciones, precios, branding, posicionamiento, targeting, canales y ventas.

Así como el neuromarketing busca comprender la “lógica de compra” (Martin Lindstrom), el neuromarketing político busca comprender la lógica del voto. Entender cómo reaccionan los votantes ante distintos estímulos con el objetivo de diseñar campañas de comunicación que permitan incidir en el comportamiento de los ciudadanos. Busca conocer que factores, sentimientos, emociones y valores influyen en los votantes.

La utilización del miedo en las campañas electorales se ha hecho una práctica muy frecuente. Según Tom Freedman jugar con el miedo de los votantes es clave para asegurar el triunfo de un político. El miedo funciona, es lo que el cerebro recuerda.

Por eso la política se vale de este recurso para lograr su objetivo. Con diferentes mensajes buscan sembrar dudas, incertidumbre y temor en los ciudadanos augurando todos los males si es que se deciden por el opositor.

Los partidos políticos que juegan con esta estrategia de manipulación evidencian una escasez en sus propuestas. Apelan a esta herramienta porque les conviene que el voto sea emocional y no racional. Es más fácil convencer a aquel ciudadano que para tomar su decisión se guía por las emociones, que persuadir a un votante que se guía por la razón. En el voto emocional nos dejamos llevar por el carisma, la simpatía, la apariencia física, popularidad de un candidato, entre otros factores. No indagamos en cuestiones más profundas sino que nos quedamos en la superficialidad. No estamos lo suficientemente informados por lo

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