Articulación entre Más allá del principio del placer y Lágrimas de lo real
FannyM12-17Resumen15 de Mayo de 2017
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Articulación entre Más allá del principio del placer y Lágrimas de lo real
“En la óptica de Lacan, el principio de placer comporta un sistema de protección y evitamiento del goce pulsional. La pulsión, en consecuencia, solo puede alcanzar su fin cuando el principio de placer fracasa.” A partir de la frase que tomamos de “Lagrimas de lo real”, consideramos que la vida psíquica es regida por el principio de placer, es decir, este rige las cantidades placer y displacer buscando un equilibrio entre ambos. Comporta un sistema de protección y evitamiento del goce pulsional, en tanto que la pulsión, busca satisfacerse y tiende siempre a una descarga de energía y si se llevara a cabo tal descarga total, en ese caso el principio de placer fracasaría. El principio del placer es sustituido por el principio de realidad que entonces aplaza el placer y nos hace aceptar el displacer por un tiempo para poder preservar en organismo. Por lo tanto, el principio de placer buscaría regular las descargas pulsionales.
El texto freudiano de “Mas alla del principio del placer” anuda la oposición del principio del placer y la repetición con la oposición de la pulsión de vida y la pulsión de muerte. Nuestro goce es contradictorio, descuartizado como esta entre lo que satisfaría los dos principios.
Como dice en más allá del principio del placer, las pulsiones compatibles van formando la unidad del Yo, pero las incompatibles o la parte de ellas que lo es, son reprimidas y separadas del resto por el proceso de la represión.
Se presentan dos sentidos de la palabra del goce: uno es el del sentido topológico de la cosa y el otro referido a una experiencia propia alcanzada a partir de la satisfacción de una pulsión. El primer sentido, que es el lugar topológico de la cosa es definido por lacan como el campo central del goce, y va a estar alojado en el interior del sujeto (en la intimidad, sería lo real primordial). Este campo del goce va a estar protegido por el principio del placer.
Como bien vimos, el principio de placer estría al servicio de generar la descarga de excitaciones del aparato anímico y mantenerlo constante o lo más bajo posible. Ello en pos de mantenerlo en equilibrio y preservar el aparato psíquico.
A partir de este recorrido podemos articularlo con el caso de Matías. Su familia está compuesta por su madre, su padre y su hermano de 7 años. Su lenguaje es onomatopéyico, no controla esfínteres, no sabe utilizar los cubiertos. “Sus juegos” consisten en imitar a destiempo lo hecho por sus compañeros. No fija interés en ningún objeto (excepto a las puertas y las llaves, intentando siempre escapar), no responde a las preguntas, si a su nombre.
El discurso de la madre ubica al niño como un niño raro. Su función aparece como extraña, como ajena a este hijo. Por lo tanto impide que la función paterna se instale como tal.
Se parte de la tesis de que el juego es una formación del inconsciente y constituyente de la vida psíquica del niño. Tal como lo señala Freud en el juego el niño convierte en activo lo que ha sufrido pasivamente. Por lo tanto, se montan las escenas en las que el niño se apropia de los significantes que lo marcaron.
El juego consistía en aparecer-desaparecer, Matías juega a sustraerse de la mirada del Otro, significa pasar de ser objeto del Otro, a ser sujeto diferenciado. En uno de los encuentros el niño se escapa, corre por el patio provocando ser perseguido, produciéndole placer, pero también suponía displacer desprenderse del Otro, por el riesgo de perderse en la nada.
El escapar ingresa en el orden de lo simbólico, y Matías elabora lo vivido de manera pasiva, demostrando, a partir del mismo aquello que le causa placer, donde también actúa el displacer. Buscando regular el aparato psíquico.
Freud, en su escrito dice que Lo que se revivencia no puede provocar sino displacer, puesto que saca a la luz operaciones de mociones pulsionales reprimidas, pero displacer para un sistema y satisfacción para el otro.
En el juego, se cree que el niño repite su actividad una vivencia displacentera porque consigue un dominio mucho más radical que en la pasividad y parece perfeccionarse en cada repetición; ni la repetición de vivencias placenteras será bastante, exige la identidad de la. Ej. de cuentos. Nada de eso contradice el principio de placer; la repetición, el reencuentro, constituye de por sí, una fuente de placer.
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