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Amor Culpa Y Reparación


Enviado por   •  23 de Julio de 2013  •  2.216 Palabras (9 Páginas)  •  1.150 Visitas

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AMOR, CULPA Y REPARACIÓN

El primer objeto de amor y odio del lactante, su madre. Al principio, ama a su madre cuando ésta satisface sus necesidades. Pero cuando el niño tiene hambre y no se le gratifica o cuando siente molestias o dolor físico, se despierta su odio y su agresión y le dominan impulsos de destruir a la misma persona que es objeto de sus deseos y que en su mente está vinculada a todas sus experiencias, buenas y malas, dando origen a los más penosos estados, como la sofocación, el ahogo y otras sensaciones que aumentan nuevamente la agresión, la desdicha y los temores. El medio primario e inmediato de aliviar al lactante, es la satisfacción de sus deseos por la madre. La temporaria seguridad incrementa grandemente la gratificación de sí, de este modo la seguridad transforma en un importante componente de la satisfacción de recibir amor. Nuestra madre desempeña un papel duradero en nuestra mente porque ella fue la que primero satisfizo todas nuestras necesidades de autopreservación y nuestros deseos sensuales. La parte importante que desempeña el padre en la vida emocional del niño incluye también en todas las relaciones de amor posteriores y en todas las asociaciones humanas. Pero el primer lazo infantil con él, está parcialmente basado en la relación con la madre. El lactante pronto comienza a responder a sus gratificaciones y cuidados desarrollando sentimientos de amor hacia ella como persona. Amor y odio luchan en su madre, esta lucha persiste durante toda la vida pudiendo constituirse en fuente de peligro en las relaciones humanas. Los impulsos y sentimientos del lactante se acompañan, es la forma inicial de una capacidad cuyo desarrollo posterior se observa en los trabajos más elaborados de la imaginación. Las fantasías placenteras también coexisten con la satisfacción real, y las destructivas vienen con la frustración y los sentimientos de odio que ésta despierta. Un rasgo muy importante de la fantasía destructiva, es el del lactante que cree que sus deseos fantaseados tienen efecto real, siente que sus impulsos han destruido realmente al objeto y seguirán destruyéndolo. Aparecen también las fantasías de reparación, en las cuales construyen lo ya destruido en fantasías anteriores debido a la culpa.

En captar en nosotros impulsos de odio hacia la persona amada, nos sentimos culpables. Son muy dolorosos, solemos relegarlos muy al fondo de la mente. Sin embargo, se expresan disfrazados en distintas formas y constituyen una fuente de perturbación en nuestras relaciones personales. Algunas de estas manifestaciones son comúnmente reconocidas y suelen ser llamadas vulgarmente “complejo de inferioridad”. Las investigaciones psicoanalíticas de muestran que las actitudes de esta naturaleza siempre están relacionadas con sentimientos inconscientes de culpa. Muchas personas tienen intensa necesidad de alabanza y aprobación. Esto se origina en su temor inconsciente de ser incapaces de brindar amor suficiente y genuino.

La lucha entre el amor y el odio comienza en la relación del niño con ambos padres. En el vínculo del lactante con su madre ya están presentes los sentimientos sensuales. Pronto aparecen sensaciones genitales y el anhelo por el seno materno disminuye. No desaparece del todo, sino que permanece activo en el inconsciente y también en la mente consciente. En el caso de la niña, su atracción hacia el seno materno se transforma en interés por el genital paterno, el cual se convierte en objeto de sus deseos, la niña desea al padre más que a la madre y tiene fantasías de ocupar el lugar de ésta. Estos sentimientos, deseos y fantasías provocan rivalidad. De ese modo, su amor por los padres coexiste con sentimientos de rivalidad hacia ambos, incluyendo también a los hermanos y hermanas. Los deseos y fantasías vinculados a la madre y a las hermanas constituyen la base de futuras relaciones homosexuales se expresarán indirectamente en forma de amistad y efecto entre mujeres. En el desarrollo normal, los deseos homosexuales quedan relegados, se modifican y subliman, y predomina la atracción hacia el otro sexo. Una evolución similar ocurre en el niño. Estas situaciones suscitan conflictos: la niña, aunque odie a su madre, también la ama y el niño ama al padre y querría evitarle el peligro que emana de sus impulsos agresivos. El niño cela intensamente a sus hermanos y hermanas, porque son sus rivales en el amor de los padres, sin embargo, también los ama. Esto provoca culpa y origina nuevos deseos de hacer reparaciones.

Los sentimientos de culpa y congoja entran en acción como un nuevo elemento del amor, del que forma parte integrante, influyendo profundamente sobre su cualidad y cantidad. Junto con los impulsos destructivos, existe en el inconsciente del niño y del adulto una profunda necesidad de hacer sacrificios para reparar a las personas amadas que, en la fantasía, han sufrido daño o destrucción.

La simpatía consiste en poder colocarse en el lugar del otro, esto es, de “identificarse” con él. La capacidad de identificación es un importantísimo elemento en las relaciones humanas en general, y una condición del amor intenso y auténtico. Dado que al identificarnos con otro ser compartimos la ayuda o la satisfacción que le proporcionamos recuperamos lo que sacrificamos por otra. Los sacrificios por la persona amada y la identificación con ella nos colocan en el papel de un padre bueno, y nos comportamos con ella como nuestros padres a veces lo han hecho con nosotros. Esto puede también construir un modo de manejar los sufrimientos y frustraciones del pasado, eliminando parte de nuestros motivos de odio. A la vez, en el inconsciente reparamos nuestros agravios fantaseados que nos causaban aún gran dosis de culpa.

Una relación amorosa feliz involucra un vínculo profundo y capacidad para el sacrificio mutuo y para compartir tanto el dolor como el placer, tanto los intereses como los goces sexuales. Si la actitud de la mujer hacia el hombre es maternal, satisface, en la medida posible, los tempranos deseos de él de recibir gratificaciones de su propia madre. Si la mujer tiene una vida emocional ricamente desarrollada, además de abrigar sentimientos maternales, conservará algo de su actitud infantil hacia su padre, y ciertas características de la antigua relación matizarán su vínculo con el marido. A su vez, esta actitud de la mujer proporciona al hombre la oportunidad de protegerla y cuidarla de mil maneras, es decir, de desempeñar hacia su madre, en su inconsciente, el papel de un buen marido. Cuando una mujer es capaz de amar intensamente a su marido y a sus hijos, podemos deducir que muy probablemente su relación infantil con sus padres y hermanos ha sido buena, o sea, que pudo manejar en forma satisfactoria sus tempranos impulsos de

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