La culpa y reparacion
Caro VisonaResumen16 de Agosto de 2019
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CAP 2 CULPA Y REPARACIÓN
Investigación de Freud y M.Klein sobre la génesis de los sentimientos inconscientes de culpabilidad Propósito: Interpretación psicoanalítica del concepto de teológico de salvación y, el carácter sacrificial que el cristianismo le ha concedido
La culpabilidad primitiva
El nacimiento de los sentimientos de culpa se encuentra aparejado con la actividad pulsional del sujeto. Desde los primeros momentos de la existencia: La culpa deriva de la ambivalencia amor-odio y nos defiende de las fantasías de aniquilación total
El niño desde que nace vive en una relación fusional y simbiótica con el mundo, él es todo y todo es el, la realidad como entidad externa no existe todavía. Fantasea según su propio mundo interno de impulsos y necesidades, por lo tanto, la relación con la madre, constituye el núcleo de este mundo fantásmatico.
M.Klein
Posición esquizo-paranoide
Pero el pecho de la madre convertido en “el todo bueno existente”, se acerca y leja, gratifica y frustra, protege y abandona. Esto se torna incomprensible y desconcertante para el bebé debido a que ese pecho bueno no se encuentra completamente presente gratificando todo lo que la omnipotencia infantil exige y sus pulsiones agresivas lo invaden abarcando su propia realidad, por lo tanto, en su único mundo existente todo queda dividido:
- Pecho bueno: Todo a su alrededor lo experimenta como gratificante. Sus pulsiones amorosas impregnan toda la realidad existente. Desde la indistinción entre el propio yo y el mundo exterior, el amor lo considera como propio, el pecho materno es un objeto de su propio mundo
- Pecho malo: Si el pecho necesitado no está, entonces, el odio, en sus fantasías mas primitivas, lo considera como pecho malo y persecutorio que se niega a darle satisfacción. Su odio lo devorará, lo ensuciará y lo despedazará porque es un objeto malo, perseguidor y dañino
Posición depresiva
En la medida que el mundo exterior se va imponiendo, el niño se va percatando que no exiten dos pechos diferentes como el fantaseó, si no, que el pecho bueno y el pecho malo constituyen dimensiones parciales de un único objeto total: la madre. La misma madre que gratifica su presencia lo frustra.
Todo aquello induce a los sentimientos de culpabilidad ya que se siente culpable por el odio que dirigió a esa madre, que el creyó distinta a la buena. Siente que ha dañado el objeto bueno del que depende. Entonces se pone en movimiento los mecanismos reparatorios con los que el bebé intenta borrar el daño que en su fantasía ha causado, lo cual, lo dicho se convertirá en un mecanismo básico de la conducta humana general
Culpa y Edipo
La confluencia amor-odio darán ahora lugar a la situación edipica infantil. La culpa aparecerá asociada con la norma, la prohibición y la ley
Como en el caso del varón : Frente al deseo de ser todo para la madre, el padre aparece como la instancia simbólica de la que denomina la prohibición.
En Tótem y Tabú Freud dice: “los hombres siempre han sabido que tuvieron alguna vez un padre primitivo y que le dieron muerte”. El amor y el odio dieron lugar a una ley. Una represión originaria se lleva a cabo respecto a todo deseo incestuoso como condición para poder acceder a la condición propiamente humana. En el inconsciente todo permanece activo: el deseo, el amor, el asesinato y la culpa. El padre, representante de la prohibición y la Ley, rechazado y “asesinado” sitúa su tumba en el corazón de nuestro deseo, y desde ahí implanta un sustituto, representante y heredero: El Súper yo donde:
- Vigila
- Propone modelos
- La voz de lo bueno y lo malo
- y castiga la transgresión de las normas e ideales
La Ley ,dictada por el padre, queda así, inscripta e interiorizada en lo mas profundo de la estructura psíquica personal:
- Castigará con los sentimientos de culpa la transgresión y de inferioridad la no adecuación de sus modelos
La culpa nació de un “asesinato” fundante de nuestro devenir sujetos humanos en la situación edipica, como un eco de este “asesinato primordial”
Culpa reparadora y persecutoria
Desde el cruce de las pulsiones de vida y de muerte, la culpa surge protegiéndonos de tanto odio como las primitivas frustraciones generan; evitando y reprimiendo tanta agresividad y tanta destrucción.
La culpa además constituye una condición básica para la integración del sujeto y para su acceso a la realidad y al mundo de los valores. Necesitamos entonces de esa estructura psíquica que proporciona la posibilidad de sentirnos a disgusto cuando nuestro comportamiento se aleja de las metas de un sano ideal del yo que nos puede proponer y del daño que hagamos a nosotros mismos o a los otros.
Saber sentirse culpable en determinadas ocasiones constituye un signo de madurez. De modo contrario tendemos a negarla, o a proyectarla hacia el exterior. Aprender a soportar el displacer ocasionado por una sana autocritica es un reto que todos tenemos para nuestra maduración. Para Jung esto permitiría la posibilidad del cambio y transformación.
-Culpa depresiva: Ha surgido como daño infringido al otro, perdida de amor y de valores que pretenden enjuiciar la propia vida y el comportamiento. Culpa que surgió como descubrimiento de la incoherencia y falta de integración con nuestro Ideal del Yo. Y desde ahí esa culpa se puede convertir en un factor decisivo de cambio y progreso, es una culpa al servicio de las pulsiones de vida y que viene a expresar un deseo profundo de seguir viviendo mas y mejor (“culpa buena”)
-Carácter persecutorio: De tonalidad angustiosa con foco permanente de autodestrucción, revestido muchas veces de argumentaciones aparentemente muy justificadas, resulta bastante infecunda a la hora de plantear un cambio de la situación, no expresa deseo de vivir y además pone en manifiesto una dinámica destructiva de auto depreciación y de muerte. Freud agrega además que las pulsiones autodestructivas aliadas con las pulsiones sexuales conducen a una ecualización masoquista de la moral (“culpa mala”)
Culpa y religión
Freud afirma que la cultura está ligada con una exaltación del sentimiento de culpabilidad. La civilización se obligada a convertir en culpa toda la agresividad que necesariamente se moviliza en el sujeto la sentirse de ese modo inhibido y reprimido
Dentro de las creaciones culturales, en la génesis y desarrollo del sentimiento religioso:
- La culpa aparece como el elemento inconsciente más relevante, el que moviliza la creación de dioses y demonios, de ritos y plegarias, de sacrificios y oblaciones (promesas). Los sentimientos de culpa plantean por ello toda una serie de cuestiones que desbordan el área de lo ético o moral.
- En su reconocimiento más consciente la culpa aflora en ternos de pecado, remordimiento, transgresión, perdón, ley o consciencia moral
Por lo tanto, la culpa, con su carácter inconsciente, guarda unas relaciones íntimas con el dogma religioso y, con los modos en que el hombre religioso fantasea su salvación
La acción sacrificial
Según la antropología y fenomenología de la religión: La acción sacrificial ha sido considerada como el acto sagrado por excelencia.
No hay religión sin sacrificio. Mediante él, la persona aspira a realizar su propia transcendencia implicando al universo y la divinidad. El sacrificio posee también la temeridad de un gesto seductor en el que se pretende recibir mucho más de lo que se ofrece.
René Girard atribuyó al sacrificio un papel decisivo en la constitución y mantenimiento de la sociedad, como en las sociedades primitivas para canalizar la violencia.
Este autor también insistió en replantar la lectura sacrificial que el cristianismo ha llevado a cabo la muerte de jesus: Dice entonces que la gran revolución del cristianismo consistió en la eliminación de toda acción sacrificial porque, según el : la propuesta de la no violencia de Jesús y su representación de Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos, elimina en su base la razón misma de la acción sacrificial. Para el, la muerte de Jesús (que el cristianismo entendió tantas veces en la clave sacrificial) posee, el poder de superar toda la dinámica violencia que está en la base de todo sacrificio. A partir de acá el autor emprende una lectura no sacrificial del Nuevo Testamento que le conduce a la conclusión de que Jesús muere, no ya en un sacrificio, sino más bien, contra todos los sacrificios
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