Arminda Aberastury
Psicologamale8 de Noviembre de 2012
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EL ESPECIAL INTERÉS DE ARMINDA ABERASTURY POR LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA
Aportaciones al psicoanálisis de niños
Arminda Aberastury, nos invita a reflexionar acerca del trato que se la da a los niños bajo tratamiento psicoanalista, y cuál ha sido el camino de este para su adaptación a las necesidades y características especiales de los infantes.
Esto nos lleva a conocer lo especial de las sesiones con menores, donde las relación transferencial no solo se lleva con el analizado o paciente, en este caso el infante, sino también con sus padres, familia o responsable, que son quienes lo lleva a asistir a la consulta, quienes cubre todas sus necesidades, y se encargan de pagar el tratamiento del menor.
El acercamiento, necesario con los padres, se lleva a cabo antes de iniciar el tratamiento, ya que de ellos se obtiene la información de partida, como son el motivo de la consulta, la historia del niño, la descripción de un día normal del pequeño y uno especial, ya sea cumpleaños o vacaciones, la ideología y religión de los padres, así como su historia de pareja; todo esto con el fin de conocer el contexto donde se desarrolla el pequeño.
Aberastury señala que como analista, lo importante es no perder el lugar que ocupa cada uno de estos integrantes en la relación, es decir, que el niño es de quien obtenemos la información necesaria en el transcurso de las sesiones y el padre debe mantenerse al margen de esto; y en ningún momento durante el tratamiento se le debe cuestionar al padre o pedir más información, ya que esto rompe la alianza terapéutica con el pequeño y hasta el mismo encuadre. Una justificación para actuar de esta manera, sería el limitado uso del lenguaje que puede tener el paciente y lo relativo de sus expresiones, así como de sus conversaciones, en caso de tenerlas, recordando que suelen mezclar lo imaginario con lo real; sin embargo hoy en día existen diversas técnicas para su tratamiento como lo son los juegos y el dibujo, considerados lenguaje pre verbal útil para la comunicación con los niños.
En el caso de los juegos, es muy común que una misma actividad dentro del juego, puede tener distinto significados en cada niño, pero aun más llamativo es que en el mismo niño, durante diversas etapas del tratamiento signifique de manera distinta. Aberastury implica que esto también puede suceder en con los sueños y no precisamente por contar con el mismo simbolismo, ya que en “La interpretación de los sueños” (Freud) recordemos, que esto no es lo importante si no el discurso del sujeto.
En su primera conferencia “Psicoanálisis de niños”, nos hace pensar en lo que Freud plantea acerca de que la mayoría de las escenas traumáticas de un sujeto que desarrolla psicopatologías, son traídas desde la infancia, entonces en el tratamiento con los niños, más que trabajar con algún conflicto psíquico, se debe prevenir este tipo de cuestiones que más adelante pueden ser proyectadas como trastornos. Arminda expresa claramente que “si pensamos que la labor frente al niño es no solo curarlo, sino prevenirlo de trastornos futuros, no hay rama de la ciencia médica mas vinculada con la higiene mental que la existente entre la pediatría y el psicoanálisis”.
El niño y sus juegos
Arminda Aberastury brinda en el texto "El niño y sus juegos" su aguda comprensión y sus descubrimientos originales acerca de la vida psíquica del niño. Lo hace evitando el vocabulario técnico, para que este libro pueda beneficiar no sólo a los psicoanalistas, psicólogos y pediatras, sino también a los maestros y a los padres en general, para saber a qué edad un niño debe jugar determinado juego, que juguetes se le puede regalar, que sucede cuando un niño no juega, etc.
Para la confección de dicho libro, se realizaron muchas observaciones, y se contó con la ayuda de Pichón Riviere padre e hijo.
Freud sostuvo que un niño juega no sólo para repetir situaciones placenteras sino también para elaborar las que le resultaron dolorosas o traumáticas.
El juguete posee muchas de las características de los objetos reales, pero por su tamaño, el niño ejerce dominio sobre ellos porque el adulto se lo otorga como algo propio y permitido; se trasforma en el instrumento para el dominio de situaciones penosas difíciles o traumáticas que se le crean en relación con los objetos reales pero son reemplazables por estos y le permiten repetir a voluntad las situaciones que le resultaron placenteras o dolorosas pero que no puede reproducir por si solas en el mundo real.
Al jugar un niño desplaza al exterior sus miedos angustias, y problemas internos. Repite en el juego todas las situaciones excesivas para su Yo débil y esto le permite hacer activo lo que sufrió pasivamente.
Entre los 4 y 6 meses, aparece el juego de esconderse, aparecer y desaparecer, o hacerlo directamente con objetos. Dicho juego responde a motivos psicológicos profundos, aquí el niño elabora la necesidad de desprenderse de la relación única con la madre para poder pasar luego a la relación con el padre, así, se establece la triada madre – padre – hijo. Que es la base de futuras relaciones del niño con el mundo.
La base de la actividad lúdica y de la capacidad de transferir afectos en el mundo externo, dependen de la sustitución del objeto originario, por otros más numerosos y reemplazables, la distribución de sentimientos en múltiples objetos y la elaboración de sentimientos de perdida a través de de perdida y recuperación.
La pérdida del vínculo ya no le basta con la madre necesita de un tercero: que sería el padre, pero es necesario que éste encuentre una forma de comunicarse con él, que responda a sus pedidos. También es importante que la pareja se una y ofrezca una fuente de identificación.
En la segunda mitad del primer año, surge otro interés, introducir objetos en algo hueco, el hecho de poner y sacar. Con ello se inicia en el conocimiento del amor: entrar en alguien, recibir a alguien, unirse y separarse. Usa todo lo que sirva para penetrar, de su propio cuerpo y de otros (ojos, orejas). Luego de hacerlo con las personas lo comienza a hacer con objetos.
Entre los 8 y 12 meses se manifiestan las diferencias de sexos. La niña prefiere depositar objetos en algo hueco y el niño elige juguetes que sirvan para penetrar. Comienza una exploración de los objetos, amplia su campo de acción, y al final del primer año se pone de pie lo que le permite alejarse voluntariamente de los objetos y reencontrarlos.
Las heces y la orina el niño ama y teme las sustancias que salen de su cuerpo, estas están condenadas a desaparecer por las prohibiciones adultas, y busca en el agua la tierra y la arena los sustitutos permitidos de las heces y la orina. Luego su vientre fecundo y el de su madre comienzan a tomar primer plano. Aparecen los tambores, pelotas, globos, como juguetes preferidos. El tambor simboliza el vientre materno, al final del primer año busca estos objetos, una olla y una cuchara de madera o similares. Sirve para descargas motrices, y el hecho de que sea irrompible facilita la descarga ya que le demuestra que no se destruye disminuye sus tendencias destructivas y su culpa.
Además de las muñecas los animales sirven como hijos fantaseados, son objetos de amor y malos tratos. Ha comenzado el aprendizaje de la maternidad y paternidad.
A los 2 años se interesa por los recipientes que sirven para trasvasar sustancias de un lugar a otro, y con ello la enseñanza del control de esfínteres.
Desde muy pequeño la imagen que aparece y desaparece ocupa un lugar en vida mental. A los 2 años descubre como recrearla y retenerla mediante dibujos y así disminuye la angustia.
Varones y niñas juegan a alimentar, alimentarse, evacuar, retener, solo los adultos proyectan prejuicios sobre las diferencias de los sexos y rechazan este juego en los varones.
El niño juega a investigar y debe cumplir su experiencia sin que un adulto interrumpa su actividad, porque puede perturbar la experiencia decisiva.
Alrededor de los tres años los varones juegan con autos, y trenes que lo empujan a experiencias genitales que sublimada a través del juego. El garaje sirve como juego de penetración. Las niñas juegan con muñecas y animales y satisfacen sus necesidades de maternidad y paternidad.
Ya a esta edad el niño que juegue bien y tranquilo con imaginación nos garantiza salud mental. La vida mental está poblada de imágenes, la imagen es fugitiva y el dibujo retiene la imagen, esta capacidad de retener objetos en imágenes inmóviles es una nueva forma de luchar contra la angustia de perdida.
A los 3 años, están interesados por conocer su cuerpo y el del otro sexo. La niña dibuja mujeres con formas marcadas y con adornos, el niño dibuja personajes cargados de revólveres y espadas. Los deseos genitales y los juegos sexuales son normales y contribuyen al buen desarrollo, los mismos pueden canalizarse a través del juego del doctor, la enfermera, los novios, etc. Todos sirven para tocar, ver y mostrarse
A los cinco ños el varón juega juegos de conquista, de misterio, de acción. La niña lo hace interacciona con coas más tranquilas, juega a la muñeca finge relaciones sociales, aprende los rasgos femeninos, etc.
Luego, con la entrada al colegio las letras y los números se convierten en juguetes para los niños. La curiosidad por el conocimiento, aparecen nuevos juegos que se combinan capacidades cognitivas con el azar. El niño realiza el aprendizaje de compartir y competir roles en su grupo mediante múltiples juegos. Competir significa aniquilar, será necesario un largo camino hasta que entienda que competir incluye perder
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