Articulo

1. ANÁLISIS DE LA CONDUCTA AGRESIVA DESDE EL FUNDAMENTO BIOLÓGICO EN PERSONA HOMICIDAS^[1]

En la actualidad este soporte psicobiológico enfocado en la conducta violenta y homicida describe muchos factores que están involucrados o causan la criminalidad, están presentes u ocurren durante o después del nacimiento, muestran aspectos como: Consecuencias conductuales que aparecen gradualmente durante el desarrollo, no son necesariamente genéticas.

Se asume que los individuos difieren al nacer en el grado que tienen de riesgo de criminalidad, algunos de estos rasgos son biológicos y existe una indudable conexión con la conducta homicida; sus patrones sugieren un fondo psicológico que tiene un origen biológico que predispone a la persona al crimen, se basa en parte en estudios familiares, que muestran propensión al crimen en varios miembros de la familia.

Estos patrones biológicos tienen un claro reforzamiento dado por el medio ambiente familiar y social, como puede ser un entorno delictivo o historias de abuso en la infancia incluyendo abuso sexual. Muchos estudios sugieren actualmente que las alteraciones en la función del lóbulo frontal contribuyen a un sinnúmero de conductas patológicas que van desde la hiperactividad hasta el homicidio. Los psicópatas se caracterizan por respuestas disminuidas; pequeñas o baja expresión facial muscular y ausencia de modulación afectiva. Estudios reportan que los criminales psicópatas y los adolescentes con trastornos de conducta tienen respuestas anormales a los estímulos, estas personas presentan anormalidades en el lóbulo temporal izquierdo, con disminución o incremento en su actividad, incremento de la actividad en el giro cingulado anterior, que frecuentemente causa problemas  de dirección de la atención, disminución de la corteza prefrontal, llevando a una pobre supervisión interna.

Además el cerebro de los asesinos en el cuerpo calloso, tienen un pobre funcionamiento ya que no se pueden comunicar los lóbulos, presentando impulsos agresivos volviéndose descontrolados. Las personas homicidas en las regiones cerebrales más profundas donde se cree que se origina las emociones más primitivas como el miedo y la emoción, son más activas en los cerebros de los homicidas que en los sujetos normales. Finalmente sigue vigente la acción del sistema límbico y el núcleo amigdalino y su deficiente control por la corteza frontal alterada como un factor biológico importante tanto en la conducta violenta como su relación con la conducta criminal; esto facilitado por alteraciones hormonales, como el exceso de testosterona, o las bien conocidas acciones agresivas y delictivas durante los periodos de tensión premenstrual o las anormalidades funcionales en neurotransmisores como serotonina, siendo afectadas también por alteraciones en el metabolismo.

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