Autoestima
jose chedraouiTrabajo29 de Septiembre de 2015
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Manzana Podrida
Elena tenía la costumbre de recoger las manzanas de su jardín todas las noches, se cuidaba de no faltar ningún día y cuando terminaba, las acumulaba en una cesta que le había regalado su abuela. Ella se sentía orgullosa de su labor, ningún fruto se había podrido en su presencia. Sus padres decían que tenía manos mágicas, sus amigos, en cambio, la rechazaban al decir que estaba obsesionada con ellas.
¿Era cierto?
Ella se sentía feliz cada noche, al tocarlas, recogerlas y comerlas. Elena no dormía hasta bien entrada la noche, se ensuciaba las manos al sembrarlas, se partía las uñas rebuscando en la tierra y lo peor de todo, sus ojos perdían la calidez de su juventud.
Ella no siempre fue así.
Todo comenzó el año pasado. Elena había cumplido 17 años y sus padres de muy buena posición social, celebraron una grandiosa fiesta en su honor, al terminar, ella se apresuró a abrir los regalos, emocionada y ansiosa por descubrir que había en ellos.
Sin embargo, solo uno llamo su atención, se apresuró hacia él y lo admiro: la envoltura era de un rojo intenso, cubierto de diferentes lazos de colores y la cajita era pequeña, no muy grande. Sus manos hicieron todo el trabajo y frenética por descubrir que había en él, destrozo el hermoso envoltorio.
Le sorprendió lo que descubrió.
Una manzana.
Al lado de esta, se encontraba una nota que decía: “Una solo mordida y tu vida cambiara para siempre” ¿Quién le había enviado este regalo? ¿Por qué regalarle una simple manzana? A Elena le gustaban las cosas costosas, únicas, no la atraía una simple manzana cualquiera. Se dispuso a levantarse y con la punta de su tacón, apuñalo el fruto, mientras lo hacía, su cuerpo se tornó pesado, doloroso y en sus brazos salieron ampollas, ronchas y cortadas; como si fuera a ella a quien estuvieran apuñalando, desechando, destruyendo.
Intento gritar, pero lo que salió fueron gusanos, insectos y se atragantó con ellos, los escupió en un intento desesperado y se desplomó en el suelo, revolcándose. Perdió el conocimiento por algunos minutos y observó la manzana destrozada.
No era una simple manzana.
Al principio ella había pensado que sí lo era, pero ahora se mostraba como era: una manzana podrida.
Como ella.
Las lágrimas se desbordaron por su rostro, al cerrarlos, pensó en todos sus horribles actos: la vez que inculpo a su mejor amiga de haberle robado un collar y a causa de esto, su amiga había intentado suicidarse por la paliza que había recibió de sus padres. También en aquella ocasión que empujo a su madre por haberle pegado y está perdió el conocimiento al estrellarse contra la vitrina de vidrio.
Se retorció en un intento por alcanzar la nota que había leído anteriormente, al recuperarla, le dio la vuelta y leyó las siguientes palabras: “Si no la aceptas, asume las consecuencias y cada noche, eternamente, estarás obligada a recoger y comer las manzanas podridas que ha sembrado tu maldad”
Elena sonrió para sí, cuando termino de recordar.
Era mentira que sus padres había afirmado que sus manos era mágicas, al contrario, habían dicho que estaban malditas: todo lo que tocaba se pudría. No tenía amigos, después de aquella noche, las personas se habían alejado de ella y actualmente, ella vivía en una casa en el campo.
Todas las noches era obligada a recoger las manzanas malolientes del jardín, sus dientes estaban negros y rotos, su piel se había vuelto pálida y sin color. La maldición que la albergaba estaba tomando su vida y absorbiendo su vitalidad. Había agujeros en su carne por donde salían gusanos y su canasta, estaba hecha de un material oscuro, duro y por supuesto, podrido.
En solo unos días, había envejecido inexplicadamente.
Pero… ahora ella no era una víctima.
Estaba fascinada por su nueva creación; su nuevo invento. ¿Por qué ella tenía que sufrir aquel tormento? ¿Por qué mientras otras disfrutaban de vitalidad y belleza, ella se podría? Su creación era nada más y nada menos que una manzana: tan dócil y deliciosa por fuera y podrida, consumida en la oscuridad, por dentro.
...