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Autoestima

lourdeschirinos2 de Marzo de 2013

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AUTOESTIMA

INFANTIL

Ruth Rodríguez Herrera

Curso de Experto en Psicoterapia Infanto- Juvenil y Familiar

Grupo Luria 2003-2004

AUTOESTIMA INFANTIL

1. DEFINICIÓN DE LA AUTOESTIMA

• ¿CÓMO SE CONSTRUYE LA AUTOESTIMA?

• ORÍGENES DE LA BAJA AUTOESTIMA

• IMPORTANCIA DE LA AUTOESTIMA

• FACTORES DE RIESGO Y PROTECTORES QUE PROMUEVEN LA AUTOESTIMA INFANTIL

• CARACTERÍSTICAS DE LOS NIÑOS CON ALTA Y BAJA AUTOESTIMA

2. EVALUACIÓN DE LA AUTOESTIMA

3. MÓDULOS DE TRATAMIENTO Y TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PARA FAVORECER LA AUTOESTIMA INFANTIL

• DEFINIRSE A SÍ MISMO Y POTENCIAR LOS ASPECTOS POSITIVOS

• IDENTIFICACIÓN DE SENTIMIENTOS

• RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS

• AUTOAFIRMACIONES

• AUTOCONTROL

• IMAGEN CORPORAL

• HABILIDADES DE COMUNICACIÓN

4. INFLUENCIA DE PADRES Y PROFESORES EN EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA

• ¿CÓMO INFLUYEN LOS PADRES Y PROFESORES EN EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA INFANTIL?

• PAUTAS PARA PADRES Y PROFESORES PARA FAVORECER LA AUTOESTIMA INFANTIL

• CONDUCTAS QUE PADRES Y EDUCADORES DEBEN EVITAR

• CÓMO CORREGIR AL NIÑO SIN DAÑAR SU AUTOESTIMA

5. JUEGOS QUE FAVORECEN LA AUTOESTIMA

6. CUENTOS QUE FAVORECEN LA AUTOESTIMA

7. BIBLIOGRAFÍA

AUTOESTIMA INFANTIL

La autoestima puede ser diferenciada del autoconcepto, que es el conjunto de elementos que una persona utiliza para describirse a sí mismo. La autoestima es la evaluación de la información contenida en el autoconcepto, y procede de los sentimientos de la persona acerca de lo que ella es. La autoestima es el grado de aceptación de nosotros mismos, el grado de estima que profesamos hacia nuestro propio concepto, y esta basada en la combinación de la información objetiva sobre uno mismo y la evaluación subjetiva de dicha información.

La autoestima esta formada por la percepción y el ideal de uno mismo. La percepción de uno mismo equivale al autoconcepto: la visión objetiva de las habilidades, características y cualidades. El ideal de uno mismo es la imagen de la persona que le gustaría ser, el deseo de poseer determinados atributos.

La autoestima es el resultado de la discrepancia entre la percepción de uno mismo (la visión objetiva) y el ideal de uno mismo (aquello que la persona valora, lo que le gustaría ser). Una gran discrepancia supone una baja autoestima, mientras que una escasa discrepancia es indicativo de una alta autoestima (Alice W. Pope, 1996)

La autoestima es una vivencia y juicio de valor sobre sí mismo y sobre las relaciones y responsabilidades para consigo mismo, para con los otros y con el entorno, es decir, tener autoestima equivale a quererse a sí mismo aceptando nuestros propios logros y limitaciones.

Un niño está construyendo al crecer el concepto de sí mismo:

Va formándose una idea de quién es, si gusta o no, si es aceptado o no.

Irá creándose unas expectativas acerca de sus posibilidades.

Se encontrará bien consigo mismo o, por el contrario, a disgusto con lo que hace.

Se creará una predisposición a disfrutar con los retos de la vida; o a padecer, a lamentarse, a ver lo negativo.

Puede el niño disfrutar, contemplar la vida desde una perspectiva positiva, de trabajo, con curiosidad, con facilidad para la empatía, desde un punto de vista creativo, intentando superar los problemas o, por el contrario, angustiarse, ser incapaz de ver lo positivo, no enfrentarse a los problemas, no expresar emociones. Estas son las dos posiciones emocionales básicas que descansan en los dos extremos de una autoestima positiva y negativa respectivamente.

¿CÓMO SE CONSTRUYE LA AUTOESTIMA?

El concepto que tenemos de nuestra valía se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos recogemos durante nuestra vida: creemos que somos inteligentes o “tontos”, nos gustamos o no. Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias reunidos se conjugan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un sentimiento de no ser lo que esperábamos.

El concepto del Yo y de la autoestima se desarrollan gradualmente durante toda la vida, empezando en la infancia y pasando por diversas etapas. Cada etapa aporta impresiones y sentimientos. El resultado es un sentimiento generalizado de valía o de incapacidad.

La autoestima se construye a lo largo de la vida. El aspecto personal de un niño tienen un valor para sus padres y entorno inmediato y van a contribuir a la autopercepción que ese niño tenga de sí mismo. Pero es en los primeros años con la experiencia de socialización, cuando los padres enseñan a sus hijos qué conductas son aceptables, cuáles son perjudicables, reprochables, peligrosas y lo enseñan a través de la aprobación o el rechazo, del premio o el castigo.

Lo amenazante es, por su misma naturaleza, no adecuado. Un niño que recibe una cachetada o un insulto de su madre, junto a una tremenda reprimenda, siente profunda e intensamente la retirada de la aprobación materna puede pensar de sí que es malo y que ha sido reprobado. En este caso el niño construye un concepto de sí mismo pobre, desvalorizado.

Un niño que es reconocido, aceptado como es, con su sexo, su aspecto físico, sus habilidades y sus dificultades, y esta información es confirmada una y otra vez por sus padres, hermanos, profesores, etc, está construyendo una suma de juicios sobre sí mismo que contribuirán decisivamente en la construcción de una adecuada autoestima.

Los primeros intercambios de afecto entre el recién nacido y su madre y las formas tempranas de cuidados físicos ya aumentan o disminuyen la autoestima infantil. Se puede considerar un precursor de la autoestima el tener sentimientos corporales agradables, como el sentirse acariciado, mirado, etc. Es por esta razón por la cual uno puede suponer que los orígenes de la autoestima están íntimamente ligados a través de la vida humana con nuestras evaluaciones de lo atractivo de nuestro cuerpo y nuestra cara. La imagen del niño que nace estará asociada a sentimientos de aceptación que le darán al niño la posibilidad de sentirse querido y le proveerán de seguridad.

Por este motivo, diversas enfermedades, entre ellas las malformaciones, amenazan desde temprana edad la autoestima de los niños.

En la segunda mitad del segundo año, cuando el niño comienza a ser capaz de generar metas, es decir, de tener inquietudes y deseos de hacer algo por él mismo, demostrar que es capaz de obtener logros, su autoestima derivará de dos fuentes, por un lado, de la aprobación de los otros y, por otro, de la satisfacción de realizar una actividad agradable por sí mismo y de manera independiente.

Durante los años escolares, los niveles de autoestima se ven afectados aún más por la adquisición de habilidades y de competencia, especialmente en el desempeño escolar, en las relaciones de amistad y en los deportes. Durante estos años, la autoestima se ve profundamente afectada por los éxitos y los fracasos en estas tres áreas de la vida del niño. La lectura es una habilidad importancia a obtener en el inicio de los años escolares. La capacidad de leer adecuadamente está íntimamente ligada con la autoestima. La lectura no sólo es el punto de apoyo para el resto de su aprendizaje. Un niño que lee mal, es a sus propios ojos una persona inadecuada, y los niños se sienten malos o “tontos” y muy frecuentemente también son vistos de la misma manera a los ojos de sus padres, sus maestros y sus amigos.

Podríamos decir que los dos retos para la autoestima en los años escolares son:

1. El rendimiento académico

2. El ser exitoso en las relaciones con los grupos de amigos de la misma edad, ya sea individual o grupalmente, así como el ser competente dentro de una actividad deportiva o artística.

ORÍGENES DE LA BAJA AUTOESTIMA

Podría pensarse que el problema de la autoimagen desvalorizada se produce solamente en personas que han sufrido severas privaciones en su niñez o que están sometidas a un gran trauma emocional. Esto no parece ser cierto. Hay muchos casos de personas con muy baja autoestima que tuvieron afecto en sus hogares y en cuyas biografías no hay evidencia de trauma emocional.

Sin embargo, hay una predisposición general al desarrollo de una autoimagen desvalorizada. De todos los seres vivientes, el ser humano es el que tiene el período de dependencia más extenso. Los cachorros de animales comienzan a andar poco después del nacimiento y se vuelven autosuficientes en un período de tiempo relativamente corto. Su lapso de dependencia de sus padres es, por tanto, bastante breve. El niño es totalmente dependiente de sus padres por un período muy extenso, no sólo para la obtención de alimentos, sino también de refugio y cuidado personal. Los bebés humanos no pueden caminar durante meses, e incluso mientras crecen no pueden obtener ni preparar su propio alimento, o conseguir su propia ropa y vivienda hasta pasados muchos años.

La dependencia

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