¿CONOCEMOS A NUESTROS HIJOS?

¿CONOCEMOS A NUESTROS HIJOS?

VUELVO CANSADO/A DE TRABAJAR, MIRO A MI ALREDEDOR, A MI FAMILIA, Y PIENSO SI REALMENTE CONOZCO A MIS HIJOS, SUS GUSTOS, SUS PENSAMIENTOS, SUS DESEOS, SUS MALESTARES… “¿CON MI ACTITUD ESTOY CONSIGUIENDO EDUCARLE Y TRANSMITIRLE TODO LO QUE QUIERO PARA QUE TENGA UN DESARROLLO ADECUADO?”

Durante el embarazo, el nacimiento, la infancia y la adolescencia, leemos revistas, libros, escuchamos la opinión de otros, utilizamos la educación recibida por nuestros padres, etc. ¿Realmente eso que estamos aprendiendo está dirigido a “Nuestro Hijo”? o lo que estamos haciendo es aplicar ciertos estereotipos que terminen por arrebatarle su propia identidad.

Cada niño es un ser en sí mismo, distinto a los padres, distinto a todo, por ello habrá que pedir una orientación específica para él, porque por ejemplo, ¿sabéis que si pasan demasiado rápido del dibujo a la escritura sin haber pasado las etapas correspondientes puede provocar un mal aprendizaje de la misma y graves problemas escolares?, ¿sabéis que si a un niño se le reprime en ciertos hábitos puede llegar a tener problemas emocionales y afectivos como miedos, problemas de relación con los demás, en la familia, problemas de autoestima…?

Cuando vemos algo en nuestros hijos que no nos gusta nos preguntamos qué habremos hecho mal cuando son mayores o qué estamos haciendo mal cuando son pequeños. Nos sentimos “malos padres” por la situación actual que estamos viviendo donde las tareas domésticas, la educación y la alimentación de los hijos se ha visto bruscamente modificada con respecto al marco de referencia que teníamos cuando nosotros éramos niños. Esto nos crea inseguridad y la sensación de estar fallando.

Esta realidad completamente diferente a la que estábamos acostumbrados produce a menudo que la relación de pareja también se vea afectada. Es mejor no volcar toda la atención en el bienestar del “hijo” sino de la “familia”.

Todos evolucionamos, aprendemos a partir de las consecuencias que nos suceden y aplicamos lo que creemos que es más adecuado dentro de eso que hemos aprendido; lo único es que no sabemos todo y a veces, aunque queramos, no podemos hacer las cosas como nos gustarían. Los niños también aprenden así, sobre todo a través de las consecuencias emocionales, intentan imitar comportamientos e ir probando para ver qué pasa; si es algo bueno para ellos lo seguirán haciendo y si es algo malo lo desecharán. Por eso los padres para saber como comportarse es importante que piensen primero en lo que quieren conseguir en sus hijos, si es posible o no teniendo en cuenta cómo es su hijo, qué es lo que están intentando hacer para conseguirlo y qué consecuencias está trayendo tanto en ellos como en el niño.

Tengamos en cuenta que para cambiar algo, enseñar y educar a nuestros hijos es básico que la persona que está detrás, es decir, los padres o educadores se den cuenta de cómo están ellos interiormente, ya que los niños observan y sienten de forma muy intensa las emociones que ellos tienen y les puede afectar provocando el que no consigan un correcto aprendizaje. También hemos dicho que actúan imitando y en algunos momentos no nos damos cuenta hasta qué punto nos imitan en las cosas que menos queremos.

Nos preguntamos “¿por qué no controlo a mi hijo cuando he intentado todo?” “le he quitado las cosas que más le gustan y le da igual” “ya no sé que hacer con su mal comportamiento”.

Esto sucede porque no organizamos nuestros objetivos, lo que queremos lograr con ellos. Algunos castigos se aplican de forma indiscriminada y repetitiva y al niño ya no le hace efecto, es como lo que pasa con los medicamentos, que si no los usas adecuadamente y abusas de ellos pierden sus propiedades. De la misma manera podemos verlo

...