Chicos En Banda

Universidad Católica de Salta

Lic. En Psicología

Psicología social

“Chicos en Banda: Nuevos Rostros Juveniles”

NUEVO ROSTROS JUVENILES

La Fraternidad Y El Aguante

En el marco del resquebrajamiento del eje paterno- infantil surge un modo de fraternidad entre amigos o hermanos, emergente de sus bordes. Esto quiere suponer que la fraternidad o relación con los pares se configura como posibilidad emergente frente a la ineficacia simbólica del modelo tradicional a modo de protección e identificación dentro de los grupos o bandas que parecen anunciar la constitución de historias o experiencias marcadas fuera de la constitución de lo dispositivos institucionales. Ya que éste tipo de vínculo parece tener una capacidad de protección más fuerte que los familiares.

La familia como marco parece perder relevancia para los jóvenes, cediéndole lugar al grupo Constituyen nuevos marcos que funcionan como usinas de valoraciones y códigos que estructuran la experiencia del sujeto.

Más que la escuela o la familia, estos grupos aparecen como portadores de patrones de identificación.

Las autoridades que rigen en ellos, surgen de los lazos de alianza y de manera situacional, a diferencia de los familiares que son electivos. La lógica de su funcionamiento, no se deja pensar en términos paterno-filial. La ley no es la ley del padre, la que habilita la entrada al mundo y la interacción con los otros. Se trata de reglas pertinentes para habitar la situación en los códigos legitimados dentro de una “subcultura”. Es más grave violar las reglas construidas en su interior que las producidas por el dispositivo institucional.

Los valores surgen del seno de la experiencia y su fuente de legitimidad es la eficacia que producen para habitar un conjunto de circunstancias. No se trata de un sistema valorativo producido en una genealogía cultural y legitimada socialmente.

La Subjetividad De Varones Y Mujeres

La diferencias de género no parten de diferencias inscriptas en un suelo instituido para ambos, sino que son diferencias constituidas sobre condiciones de destitución, de posiciones de varones y mujeres que establecen diferencias sin un suelo “legalizado” de posiciones fijas, como el juego complejo de posiciones de enunciación que se mueven en la tensión destituido-instituido. En la situación actual ni el poder es localizable y fijo, ni los lugares de varones son estables ni determinados.

La diferencia entre varones y mujeres son diferencias prácticas, que se especifican de hecho y en cada situación, son diferencias de enunciación, es decir, como modos diferentes de habitar el ser varón y el ser mujer en la ausencia de mandatos tradicionales, ya que ninguno de ellos puede reconocer un mandato, ni para impugnarlo, ni para cumplirlo.

Las Condiciones

La subjetividad de los varones se constituye casi plenamente en situación, puesto que son las prácticas construidas en territorio, y la escuela y la familia, las que marcan fuertemente a los sujetos. Los referentes identificatorios son sus pares, las reglas que rigen sus comportamientos están elaboradas a partir de las demandas de cada situación, las valoraciones o moralidades se configuran en relación con los próximos. El grupo es el que confiere el nombre a cada individuo que lo compone, lo que dista de la filiación como una inscripción en una cadena generacional. No se trata de una identidad civil sino de una nominación reconocida en las fronteras del territorio.

El corpus analizado nos enfrenta a un varón cuyos rasgos de identidad son el aguante, el zafe, las lealtades, prima la referencia a situaciones violentas “el límite” y al borde del riesgo, rasgos que no tiene en las figuras adultas de la familia o la escuela ningún referente. El docente es la figura que no escucha, no entiende, no reconoce; el padre es figura ausente y la madre impotente, sufriente, con una fuerte presencia afectiva y práctica; debido a que las prácticas familiares e institucionales han variado: la familia ya no es lugar de transmisión de la ley a través de la figura paterna, el trabajo ya no es el lugar que reafirmaba el lugar del padre como un proveedor de la familia, el mandato de estudio arraigado en la creencia de que

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