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Clasificacion Dsm 4


Enviado por   •  1 de Abril de 2013  •  1.699 Palabras (7 Páginas)  •  410 Visitas

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CLASIFICACIÓN.

Sistemas diagnósticos en Psiquiatría:

Una de las funciones más importantes del conocimiento es reducir la incertidumbre y la pluralidad de significados de los acaeceres naturales.

Las teorías explícitas e implícitas, permiten ordenar los estímulos, reducir las redundancias, seleccionar lo relevante y perfeccionar los actos. Dan orden y jerarquía a los sucesos, además de proveer nombres o etiquetas para sistematizar lo desconocido en función de lo conocido.

Cumplen una función ordenadora y prospectiva al permitir la indagación reglada y metódica.

Los sistemas clasificatorios tienen a su base una teoría.

El uso de una nomenclatura uniforme, previamente examinada en cuanto a su confiabilidad y validez, permite comparar los sistemas de clasificación idiosincráticos, folklóricos, personales o locales con los propuestos por los expertos o los derivados de la investigación empírica (Lolas, 1993).

HISTORIA:

Diversos autores señalan a Griesinger (1861), Kahlbaum (1863) y Kraepelin (1892/1896) como los precursores de las clasificaciones siquiátricas.

En la segunda mitad del siglo XX y a raíz de la publicación de la sexta revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la OMS, se oficializa la adopción de un sistema que permita la comunicación especializada con criterios estadísticos y diagnósticos más o menos uniformes.

Con respecto a la siquiatría infantil, Hewitt y Jenkins (1946) son los autores de las primeras sistematizaciones en la especialidad.

En 1966, Achenbach y el GAP ( Grup for the Advancement of Psyquiatry), proponen nuevos enfoques conceptuales.

Los sistemas multiaxiales han sido en Siquiatría infantil una necesidad que ha ido cobrando fuerza desde Rutter en 1969.

Al abordar las bases históricas de la Siquiatría infantil vimos como ya Emminghaus en 1887 daba una visión de conjunto de las diferentes enfermedades mentales que eran objeto específico de la Siquiatría infantil.

Antes de Emminghaus; las nosografías siquiátricas infantiles hacían parte de los adultos y no sólo constituían un mero apéndice sino que eran nosografías enanas (en el sentido adulto mórfico del niño), más que infantiles.

En 1975 Rutter, Shaffer y Shepherd realizaron la evaluación de una propuesta de clasificación multiaxial para la OMS que incluía cuatro ejes:

1: síndrome clínico psiquiátrico;

2: nivel intelectual;

3: factores biológicos y

4: influencias psicosociales.

Consideraciones generales:

En siquiatría se requiere clasificar las diferentes patologías ya que:

A.- Se necesita ordenar los síntomas y signos que distinguen un trastorno de otro, condición indispensable para diseñar un tratamiento eficiente.

B.- Se requiere de aproximaciones y lenguaje común para las distintas culturas y áreas que trabajan en conjunto y así seguir criterios rigurosos de diagnóstico que permitan intercambiar información.

C.- Realizar investigaciones clínicas y sicofarmacológicas válidas y confiables.

D.- Pronosticar cursos evolutivos posibles.

E.- Obtener conocimiento estadístico de la prevalencia e incidencia de determinados trastornos.

Clasificar los trastornos en siquiatría infantil, ha sido un tema controversial existiendo autores con argumentos a favor y en contra de las clasificaciones, especialmente, debido a las distintas corrientes en siquiatría y sicología.

Los argumentos en contra serían:

­ No hay enfermedades, sino enfermos.

­ Un excesivo interés nosográfico puede ir en detrimento del interés clínico-terapéutico.

­ El establecimiento de un diagnóstico puede fijar y encerrar demasiado las impresiones clínicas del psiquiatra, menos receptivo así a cambios y evoluciones del paciente.

- Riesgo de reduccionismo de problemáticas más complejas y abiertas.

- Que la dimensión pronostica del diagnóstico se induzca o que se establezca un diagnóstico definitivo.

- Dar un diagnóstico, trasmitir a un colega "un niño diagnosticado", no es siempre inocuo y por ello el diagnóstico ha de merecer la pena por ciertas razones y ha de ser manejado siempre de forma cuidadosa.

Los argumentos a favor de clasificar:

Todo es distinto y todo se parece, y en base a esos parecidos reagrupamos los conceptos, las cosas, los seres vivos en general y también las personas: sus cualidades y sus problemas.

La capacidad de conceptualización y de clasificación es inherente al ser humano.

Difícilmente se podrían intercambiar ideas, opiniones, experiencias clínicas entre profesionales, si no pudiésemos referirnos a problemáticas psíquicas comunes a muchos niños suficientemente bien identificadas.

Muchas posibilidades de progreso humano y de investigación quedarían coartadas. Los riesgos comienzan cuando un niño o un adolescente no es más que un diagnóstico, o el diagnóstico es un fin en sí mismo, o no se perciben suficientemente sus flagrantes limitaciones.

No podemos pretender que los problemas complejos y reales de un niño se ajusten, o se reduzcan, a un diagnóstico por muy adecuado que éste sea.

El niño y adolescente es un ser único e irrepetible, y lejos de ser una “patología, un desorden o un trastorno” es un ser que sufre, es por esto que todos los intentos por clasificar los diagnósticos deben contemplar cada niño por sobre el criterio diagnóstico.

Dentro de la clasificación de los trastornos de niños y adolescente cobra relevancia una clasificación que considere los factores medio-ambientales, es decir, multiaxial.

Siendo indispensable adoptar categorías diagnósticas amplias y poco numerosas, establecer factores etiopatogénicos y facilitar la comprensión y manejo de la clasificación.

Por otro lado,

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