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Columna Salvador


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2014  •  574 Palabras (3 Páginas)  •  175 Visitas

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Entrégate al amor

Durante la época que en la columna respondimos cartas, recibí varias en las que mis amigas me contaban sobre galanes que conocían y que les movían el piso, pero a quienes les encontraban algún “pero” que les hacía dudar sobre la posibilidad de dar el siguiente paso. Mis amigas y amigos también me han caído muchas veces con historias similares. Si no es muy joven, es muy viejo, o muy flaco o muy raro. Si no es muy serio, es el ex de una amiga (que ni es tan miga), es policía o trabaja en el gobierno… o en la oposición. No quiero negar que en alguno de estos casos el argumento para no formalizar una relación pueda ser válido, pero hallo que en la mayoría es solo una manera de evitar afrontar una relación nueva, por experiencias pasadas o temores mal fundados. En otras palabras, nos hacemos un boicot a nosotros mismos.

Tampoco quiero decirte que digas si al primer borracho nazi que te toque el timbre. Solamente, quiero recomendarte que te des la oportunidad de iniciar una relación con alguien imperfecto o impreciso a tus estándares de calidad (mira que ni tú, ni yo, estamos tallados en mármol). Pienso que quizás este galán “Clase B” no acabe siendo el hombre de tu vida, pero al menos podría ser un apasionado y contrastante capítulo en la historia de tu vida. ¿Qué dices?

Un querido amigo, mucho tiempo atrás, me preguntó cómo sería el hombre perfecto para mí y yo le respondí que quería conocer a un tipo como yo. Entonces, él fue al cuarto de sus niños y trajo dos esferas del mismo color buscando ejemplificar mi afirmación – ¿Algo así? – Me dijo. –¡Exacto! – Le respondí. Entonces, puso las dos esferas juntas sobre la mesa y me mostró como ambas caían al piso, cada cual por su lado. Luego, el volvió con ambas esferas al cuarto de los niños y regreso con una sola esfera en una mano y, en la otra, la base de la esfera. Puso, luego, la base sobre la mesa y encima descanso la esfera que se acopló perfectamente. – ¿No has pensado que sería mejor algo así? – Me dijo. Yo solamente sonreí.

La base de la esfera era completamente diferente en su forma, el material también se podía palpar de un material más duro. La esfera era amarilla y su base azul. Es decir, salvo que ambos eran juguetes del mismo niño, no había mayor relación entre los objetos, solo que si: Uno era el complemento perfecto del otro. Su equilibrio. Le daba estabilidad y firmeza. Sin la esfera la base no tendría sentido y sin la base, la esfera deambularía por la mesa, hasta caer al piso.

Lo que quiero decir, es que si eres una histérica del tiempo y adoras la puntualidad, quizás lo que necesitas sea un tipo relajado que llegue tarde, para que aprendas a desestresarte por el tema. ¿Te gusta el asfalto y él es un hombre de campo? Quizás el pueda devolverte a la naturaleza. ¿Vives en casa y a él le gusta la fiesta? Tal vez lo

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