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Conciencia


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2014  •  3.134 Palabras (13 Páginas)  •  150 Visitas

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la conciencia

Es una realidad de experiencia: todos los hombres juzgan, al actuar, si lo que hacen está bien o mal. Es el conocimiento intelectual de los actos propios.

Es innegable que la inteligencia humana conoce los principios primarios del actuar; "haz el bien y evita el mal", no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan". El hombre en lo más profundo de su conciencia descubre la ley, que no se ha dado a sí mismo, sino a la que debe obedecer y que resuena en su corazón, diciéndole que siempre debe amar y hacer el bien.

"La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, donde está solo con Dios". GS 16

La conciencia no es una potencia más, unida a la inteligencia y a la voluntad. Podríamos decir que es la misma inteligencia cuando juzga la moralidad de un acto, basándose en los principios morales innatos de la naturaleza humana. Esas leyes inscritas en el corazón y dadas por Dios. Además, la conciencia es una facultad natural del ser humano, no es una parte de la vida religiosa del hombre.

En la actualidad los movimientos de tipo psicológico, como el New Age, hablan de una conciencia como el íntimo conocimiento que el hombre tiene de sí mismo y de sus actos. Esta sería una conciencia vista desde el punto de la psicología, no una conciencia moral.

La conciencia que nos interesa es la conciencia moral, que es la misma inteligencia que hace un juicio práctico sobre la bondad o la maldad de un acto.

Juicio, porque la moralidad juzga un acto. Es práctico porque aplica en la práctica, en cada caso en particular y concreto lo que la ley dice. Sobre la moralidad de un acto es lo que la distingue de la conciencia psicológica, pues en este caso lo propio es juzgar si una acción es buena, mala o indiferente.

La conciencia funciona cuando juzga si un acto es bueno o malo, de una manera práctica, es decir, aplica en cada caso particular y concreto lo que la ley dice. Nos ordena en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el mal.

Se puede decir que la conciencia moral es un juicio de la razón por la cual la persona reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho.

Cuando hacemos algo bueno, la voz de nuestra conciencia nos aprueba, cuando hacemos algo malo, esta misma voz nos acusa y condena sin dejarnos en paz. La conciencia no sólo da un juicio después de que ya hicimos algo, sino también antes de tomar una decisión.

Ella es testigo de nuestros actos y para dar su sentencia como juez, se basa en las leyes naturales que Dios ha escrito en el corazón del hombre.

Es la facultad que descubre el valor de los principios de la ley moral y los aplica a una situación concreta. Juzga nuestras acciones concretas aprobando las buenas y denunciado las malas. Ordena siempre que dejemos el mal y que hagamos el bien.

Cada persona debe de prestar mucha atención a sí mismo para oír y seguir la voz de la conciencia, es una exigencia de interioridad.

El ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. No es lícito actuar en contra de la propia conciencia, ya que ésta es la voz de Dios.

Actuae en contra de la conciencia es actuar contra uno mismo, de las convicciones más profundas y de los principios morales. Cuando hay duda sobre si es o no es pecado, siempre hay que actuar pensando que lo es.

Obedecer a la conciencia es obedecer a Dios, por eso es importante seguir siempre lo que ella nos dicta. Todos debemos prestar mucha atención a nosotros mismos para poder oír y seguir la voz de la conciencia. La dignidad de la persona exige que tengamos una conciencia moral recta.

Por la conciencia podemos asumir la responsabilidad de nuestros actos. Cuando elegimos libremente llevar a cabo un acto, la libertad nos hace responsables de los actos que, voluntariamente y siguiendo a nuestra conciencia, hemos realizado.

Ahora bien, no todas las conciencias son iguales, pues solemos tener ciertas deformaciones, aunque sean pequeñas.

La conciencia se puede formar o deformar.

Una conciencia bien formada siempre nos invitará a actuar de acuerdo con nuestros principios y convicciones, nos impulsará a servir a los hombres.

Una conciencia deformada puede equivocarse y presentarnos por bueno, lo malo. Esto puede suceder por ignorancia, por los criterios del ambiente en el que vivimos, por criterios falsos que hayamos interpretado como verdaderos o por debilidades repetidas.

¿Cómo se llega a deformar la conciencia?

Nuestra conciencia no se deforma de un día para otro, generalmente es fruto de malos hábitos:

Nosotros podemos deformar nuestra conciencia poco a poco, sin darnos cuenta, si aceptamos voluntariamente pequeñas faltas o imperfecciones en nuestros deberes diarios.

Si todos los días vamos haciendo las cosas “un poco mal”, llega un momento en el que nuestra conciencia no hace caso de esas faltas y ya no nos avisa que tenemos que hacer las cosas bien. Se convierte en una conciencia indelicada, que va resbalando de forma fácil del “un poco mal” al “muy mal”.

Tammbién puede suceder que nosotros deformemos nuestra conciencia a base de repetirle principios falsos como: “No hay que exagerar”. Se convierte así en una conciencia adormecida, insensible e incapaz de darnos señales de alerta. Esto se da, principalmente, por la pereza o la superficialidad.

Podemos convertir nuestra conciencia en una conciencia domesticada si le ponemos una correa, con justificaciones de todos nuestros actos, cada vez que nos quiere llamar la atención, por más malos que estos sean: “Lo hice con buena intención”, “Se lo merecía”, “Es que estaba muy cansado”, "es que él me dijo",etc. Es una conciencia que se acomoda a nuestro modo de vivir, se conforma con cumplir con el mínimo indispensable.

También, puede darse una conciencia falsa, es decir, que nos dé señales erróneas porque no conoce la verdad. Esto puede ser por nuestra culpa o por culpa del ambiente en el que vivimos. En este caso los juicios se hacen sin bases, ni prudencia.

Existen varios tipos de conciencia

Según el objeto

• Verdadera: que es la que juzga la acción en conformidad con los principios objetivos de la moralidad. Por ejemplo: sé que estoy en

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