Consideraciones Históricas, Culturales Y ético/legales

Desde el principio de la historia humana se ha reconocido que las personas difieren en cuanto a sus aptitudes cognoscitivas, características de personalidad y comportamiento, y que estas diferencias pueden evaluarse en cierta forma. (Aiken, L. 2003).

Podemos trazar los inicios de la psicología de la medición a la antigüedad pues se ha encontrado evidencia de sistemas sencillos de medición en el año 2,220 A de C. En la China, en la antigüedad, se desarrolló un sistema de evaluación para poder escoger por sus méritos a candidatos a puestos públicos. (Roca, I 2008). Entre los antiguos griegos, la aplicación de exámenes formaba parte del proceso educativo; las pruebas servían para evaluar el dominio de habilidades físicas e intelectuales. Desde sus inicios en la edad media, las universidades europeas basaron los grados y honores en exámenes formales. (Anastasi, A. 1998). Sin embargo no fue hasta finales del siglo XIX cuando realmente se inicio la evolución del estudio científico de las diferencias individuales en cuanto a aptitudes y personalidad. (Aiken, L. 2003).

Medición psicológica en el siglo XIX

A principios del siglo XIX, los científicos solían considerar las diferencias en cuanto a habilidades sensoriomotrices y mentales sobre todo como un fastidio o una fuente de error. Antes de la invención de instrumentos precisos y automáticos para medir y registrar acontecimientos físicos, la precisión de las mediciones científicas de tiempo, distancia y otras variables físicas dependían de en gran medida de las habilidades de percepción motrices de los observadores humanos quienes estaban capacitados y eran sumamente cuidadosos al realizar mediciones. (Aiken, L. 2003).

Este siglo atestiguo el surgimiento del interés por el tratamiento humano de las personas “insanas” y las que sufrían de retardo mental. Hasta ese momento el destino común de tales individuos era el descuido, el ridículo e incluso la tortura. Con la nueva preocupación del cuidado adecuado de la gente con problemas mentales, se hizo evidente la necesidad de contar con criterios uniformes para su identificación y clasificación, necesidad que se volvió verdaderamente urgente. Hacia 1860, Charles Darwin había establecido las bases científicas del origen y evolución de todas las especies. Darwin también se preguntaba sobre el origen y desarrollo de las características psicológicas, intelectuales y emocionales. Luego varios especialistas se pondrían a explorar las diferencias intelectuales entre las especie (Anastasi, A. 1998). Los escritos de Darwin sobre las diferencias individuales despertaron el interés en la investigación de la herencia en su primo, Francis Galton quien se intereso en las bases hereditarias de la inteligencia y en la medición de las habilidades humanas. Galton dedico su atención en particular a la herencia del talento, pero también elaboro una serie de pruebas

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