Crisis

Los conceptos teóricos expresados en este escrito en relación a “las crisis”, están íntimamente conectados con el desarrollo de los ciclos evolutivos individuales y familiares que se plantean como ejes temáticos en los programas de las cátedras Psicología Evolutiva I y II de la carrera Consultoría Psicológica.

La idea de “crisis” propuesta por diversos autores desde una perspectiva sistémica-relacional, complementa y amplía las perspectivas biológica y psicológica (endopersonal) desde donde tradicionalmente se suelen pensar las crisis. La mirada relacional nos permite pensar y redefinir situaciones de consulta ligadas a momentos problemáticos del ciclo vital, ya no como “patologías” sino como momentos privilegiados para el cambio y crecimiento personal y familiar.

Desde esta mirada, las crisis son parte de la evolución y suceden cuando las pautas habituales de funcionamiento dejan de ser útiles: “lo viejo no nos sirve y lo nuevo aún no llegó”. Por pautas habituales entendemos las secuencias de interacciones y acciones que tienen tendencia a la repetición. Entonces, pensemos en una familia (o en un miembro de la misma) en la cual el desarrollo de su ciclo vital conduce a que las pautas de funcionamiento -que estaban en juego hasta entonces- dejan de estarlo porque se produjo un cambio en la estructura familiar o en su contexto; por ej, debido al nacimiento del primer hijo, la entrada en la adolescencia, la salida de algún otro hijo del hogar, etc., etc. Estas situaciones, producen un estado de desequilibrio, en general temporario, llamado CRISIS EVOLUTIVA o DE DESARROLLO, y que culminará con la producción de nuevas pautas que permitan superar o transformar esa crisis.

Pero también puede suceder que, ese estado de desestabilización se prolongue en el tiempo y establezca un campo propicio para el surgimiento de disfunciones o problemas, ya que, al no poder encontrar una nueva pauta de funcionamiento, la familia o el individuo no continúa su evolución, queda estancada, dando lugar a una cronificación de una situación que, en principio, constituía una crisis evolutiva. Las grandes crisis de desarrollo ocurren cuando la estructura de la familia parece incapaz de incorporar el nuevo estadio de desarrollo. Por esto, las crisis son consideradas tanto un “peligro” como una “oportunidad”.

Veamos lo que señala Frank Pittman:

“Crisis” está formada por los caracteres “peligro” y “oportunidad”. Por cierto, la crisis es una oportunidad peligrosa, que no necesariamente debe evitarse. […] Se produce una crisis cuando una tensión afecta a un sistema y requiere un cambio que se aparta del repertorio usual del sistema […] Los límites se aflojan y permiten la entrada en el sistema de un terapeuta o de cualquier otra persona que influya en el modo en que opera éste. Las reglas y los roles se confunden. Tanto las expectativas como las prohibiciones se relajan. Las metas y valores pierden importancia e incluso pueden desaparecer. Se reviven los conflictos irresueltos, que acaparan excesiva atención. Aumenta la tensión entre los miembros de la familia.

Acaso un terapeuta que observa a la familia en crisis la encuentre desorganizada, disfuncional, carente de rumbo, ocupada en sus viejas rencillas.”

En el párrafo anterior, F. Pittman hace referencia a que en el enfoque sistémico, la idea de “crisis” se acerca a la concepción que poseen los chinos sobre el tema, definiéndola con dos ideogramas que significan peligro y oportunidad. “Siempre en estas situaciones se produce la sensación de amenaza de ruptura del sistema (peligro), pero ésta conlleva la posibilidad del cambio (oportunidad)”. (Marcelo R. Ceberio).

“Cambio” implica entonces crecimiento, aprendizaje, posibilidad. Desde esta perspectiva, todo cambio es el resultado de haber transitado exitosamente una crisis, pero no toda crisis deriva en un cambio… Una vez más, citamos a F. Pittman:

“Es posible sufrir una crisis que

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