DESARROLLO PSICOMOTOR
JannyRubio5 de Septiembre de 2013
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Todos los niños siguen un determinado orden progresivo en su desarrollo motor, sea cual sea la edad en que efectúen cada uno de los adelantos en sus movimientos y no debe ser motivo de excesiva preocupación el que un niño efectúe esos avances antes o después de la edad que nosotros consignamos como normal.
Ningún niño es igual a otro, un mismo movimiento puede aparecer antes o después en la edad cronológica, sin que por ello represente un trastorno digno de tenerse en cuenta, especialmente cuando estas diferencias no superan un número lógico de días. A pesar de esto, los movimientos se efectúan en la mayoría de los niños en una misma etapa de su vida, y a medida que aumenta su edad cronológica, el niño avanza en su desarrollo motor. Este trabajo tratará precisamente de dicho desarrollo, y de cómo nosotros los adultos podemos influir en él.
EL DESARROLLO PSICOMOTOR DEL NIÑO DESDE SU NACIMIENTO HASTA LOS 2 AÑOS
A continuación expondré en mi trabajo a grandes rasgos el desarrollo psicomotor de un niño desde que nace hasta los dos años de edad aproximadamente. El adulto, aunque no puede actuar ante las reacciones del niño en un campo tan amplio como en edades más avanzadas, también puede llevar a cabo acciones que beneficiarán al desarrollo motor del niño.
El control de los numerosos músculos del cuerpo se establece gradualmente según una progresión que depende de la maduración de las fibras nerviosas, que desde el cerebro van a parar a los diferentes músculos.
Así, mientras en el primer trimestre alcanzan su madurez los músculos de la boca y de los ojos; en el segundo serán los de la cabeza, cuello y espalda; en el tercero los del tronco, brazos y manos; en el cuarto los de las piernas, pies y dedos de la mano.
De esta forma se podrá ver que el progresivo desarrollo de los movimientos voluntarios del niño sigue aproximadamente este orden descendente, iniciándose en la cabeza y terminando por los pies. La actividad motora, que un principio tiene lugar de una forma grosera, con mayor participación del automatismo que de la voluntad, poco a poco va tomando un carácter más preciso hasta conseguir que en la completa madurez todos los movimientos se efectúen bajo control de la voluntad.
Al nacer, el bebé presenta los miembros doblados sobre sí mismos en una posición que es la continuación de su actitud fetal, ya que su estado de madurez motora es prácticamente el mismo que durante su estancia en el claustro materno. Los músculos están extraordinariamente rígidos e hipertónicos, pero este estado irá desapareciendo progresivamente hasta los seis meses en que la relajación muscular será considerable.
Sosteniendo al recién nacido por las axilas, la cabeza cae pesadamente hacia delante, debido a la falta de tono de sus músculos.
La cabeza del recién nacido se balancea en todas las direcciones como si pesara excesivamente, en parte por la falta de madurez de los músculos del cuello y en parte porque realmente la cabeza del recién nacido pesa excesivamente (una tercera parte de su peso total). Hacia los tres meses la mantiene mejor, no cayendo más que hacia delante o hacia atrás en determinadas ocasiones. Hacia los cuatro meses la mantiene perfectamente, pero en cambio no se mantiene sentado, y si se intenta hacerlo, cae fácilmente hacia atrás.
El recién nacido esta enteramente sometido en un principio a movimientos involuntarios y automática que no desaparecen hasta el mes y medio, en que van iniciando su obediencia a la voluntad. La rigidez inicial va atenuándose y hacia el cuarto mes el niño comienza a mover con placer todos sus miembros, especialmente cuando se encuentra desnudo sobre una superficie plana, estirando las piernas y moviendo con gran desahogo los brazos y las manos.
Cuando se levanta el recién nacido, que ha permanecido tumbado boca arriba, de ambas manos, la cabeza cae hacia atrás.
A partir de los tres meses, cuando toma el biberón, siente la inclinación a cogerlo entre sus manos y llevarlo a la boca. De la misma manera intenta la presión de determinados objetos aunque lo efectúa de una forma inhábil y brusca.
A partir de los cuatro meses el niño está mucho menos rígido y mantiene perfectamente la cabeza. Al intentar incorporarlo, con apoyo bimanual, él mismo hace un esfuerzo para levantarse, manteniendo la cabeza hacia delante. Cuando se encuentra tumbado, sus cuatro miembros se mueven de placer, juega con sus manos, intenta cogerse los pies y hacia los cinco meses consigue llevarlos a la boca. Agarra con más o menos habilidad los objetos que están a su alcance, pero sus manos todavía se crispan al hacerlo y una vez ha cogido un objeto resulta bastante difícil hacer que lo suelte.
A los seis meses el niño lleva ya la cabeza muy derecha e intenta mantenerse sentado. Al principio debe ayudársele, pero poco a poco, va aguantándose mejor. Es ahora conveniente sostenerle algunos ratos sentado entre almohadones; acelerará sus progresos en está posición y se evitará que pueda lastimarse. A esta edad los movimientos de las piernas son más voluntarios y mejor controlados y el niño puede empezar a mantenerse de pie unos instantes si se lesostiene por las axilas. Los movimientos de los brazos y de las manos son menos automáticos; experimenta la necesidad de tomar los objetos que ve a su alrededor y los sostiene francamente con las dos manos, habiendo desaparecido casi totalmente la crispación y la rigidez. Es capaz incluso de tener un objeto en cada mano.
A los ocho meses el niño puede mantenerse perfectamente sentado solo, sin ningún apoyo, y es capaz de inclinarse y enderezarse a voluntad, volver la cabeza hacia los lados, mantenerse de pie agarrado a los barrotes de su camita o del parque, durante unos instantes. Le gusta estar echado boca abajo con la cabeza muy levantada, haciendo trabajar los músculos de la espalda y del abdomen. Entre el dedo pulgar y los otros dedos reunidos es capaz de coger un objeto plano sin que se le caiga, y siente una especial atracción por tocar todos aquellos objetos que le llaman la atención. Es el momento de colocarle varias horas al día en el parque, con juguetes con los que no pueda lastimarse, donde permanecerá sentado o echado y donde podrá ensayar un sinnúmero de movimientos voluntarios.
Entre los diez y los doce meses, la rigidez de los brazos y de las piernas ha desaparecido completamente y el bebé inicia la marcha a gatas o se traslada de un lugar a otro arrastrándose sentado. Se sienta, se coloca boca abajo o se pone de pie en la cuna o en el parque sin la ayuda de nadie, y si se le sostiene por debajo de las axilas es capaz de dar algunos pasos. Los progresos de sus manos son importantes, llegando ya a cogen objetos entre el pulgar y el índice.
Al intentar incorporarse, hace un esfuerzo por conseguirlo, manteniendo la cabeza erguida y los músculos del abdomen en tensión.
A los doce meses, la marcha a gatas se efectúa sin dificultad. El bebé sabe mantenerse también de pie e inicia sus primeros pasos sostenido o bien apoyándose en los muebles que tiene a su alcance. Sus manos toman perfectamente la cuchara intentando llevarse los alimentos a la boca, aunque de una forma totalmente inhábil, pero no por ello se le debe impedir que lo efectúe, sino que, al contrario, se le animará a que lo haga, procurando únicamente corregirle para que consiga una mayor perfección y seguridad en sus movimientos.
A los catorce meses el niño anda solo, sin ninguna clase de apoyo, pero cae muy a menudo. Las caídas del niño durante su aprendizaje en la marcha son frecuentes pero nunca peligrosas, especialmente si se tiene la precaución de alejar de la zona donde se encuentra el niño todos aquellos muebles y objetos que por su dureza, o por presentar cantos o aristas, podrían lastimarle en una de sus caídas.
A partir de los dieciséis meses, se experimentan grandes progresos en la marcha del niño, que es capaz de correr y efectuar todos los movimientos con agilidad. Con el tiempo, hasta los dos años, el niño va ganando en agilidad en sus movimientos. Es capaz de subir y bajar de la cama y de las sillas, de sentarse y de levantarse sin ayuda. Ante una escalera intenta subir a gatas hasta que se ve capaz de hacerlo por si solo. Con las manos es capaz de llevarse la cuchara a la boca sin dificultad, y puede efectuar movimientos complicados con los dedos, tales como abrocharse y desabrocharse, meter objetos dentro de recipientes y extraerlos a continuación, pasar las páginas de un libro, jugar con los cubos de un rompecabezas, etc.
DESARROLLO PSOCOMOTOR DEL NIÑO ENTRE LOS DOS Y LOS SEIS AÑOS
En este apartado hablaré de las diversas conductas motrices que adquiere el niño entre los dos y los seis años. Entre estas edades el campo de acción del adulto aumenta en proporción a la edad cronológica del niño. Expondré en que consiste dicho desarrollo motor y como influyen los juegos y el deporte en él.
Una vez que el niño ya anda sin dificultad, su marcha es correcta. Sin embargo, es posible perfeccionarla gracias a una serie de actividades que el niño debe realizar:
A)Equilibrio:
El equilibrio es la capacidad de mantener el centro de gravedad dentro de la base de sustentación del cuerpo. Descubrir todas las posibilidades de equilibrio, buscar los límites de este, explorar los factores que le aumentan o disminuyen, es tan importante como mantener correctamente una situación de equilibrio.
El maestro debe conocer aquellas tareasque pongan en juego los factores de equilibrio. Las caídas, las paradas bruscas, las disminuciones de la base de sustentación, aumentar la altura, etc., suponen para el niño situaciones problemáticas en las que el equilibrio
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