DILE NO A LAS DROGAS
Lenin1234 de Octubre de 2013
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Un sábado por la tarde un grupo de chicos y chicas ha que-
dado para salir. Cuando llegan al punto de la cita todas las
conversaciones giran en torno al mismo tema: ¿hasta qué
hora te dejan quedarte? Como siempre, algunas personas
tienen más suerte que otras, pero lo que es común a todas es
que ninguna está contenta con la hora de regreso. Los hora-
rios, la ropa con la que salen (sobre todo ellas), el dinero que
piden... casi todo es un problema para sus padres y empie-
zan a estar un poco hartos de ello. No parece haber dudas
sobre que no hay nada que hacer al respecto: es un problema
de mayoría de edad y dinero en el bolsillo. Uno de ellos no
está de acuerdo, en su casa la presencia de dos hermanos ma-
yores ha facilitado su camino. Inmediatamente surgen un
sinfín de explicaciones y variantes sobre lo importante que
es tener un tipo de padre o madre o un formato de familia u
otro. Pero ¿es cuestión de suerte? Para casi todos sí. La con-
fianza en que un padre pueda sentarse a hablar de las cosas
que desea hacer cada uno de ellos o que una madre reconoz-
ca que se equivocó al juzgar el grupo de amigos de su hija es
muy pequeña o inexistente. En casa cada cosa que se desea
hacer es un problema. ¿Es un problema? Todos coinciden en
señalar que los padres y las madres y, en general, todas las
personas adultas tienen una idea sobre ellos distorsionada y
equivocada y que así no se va a ningún sitio. Así que se dis-
ponen a olvidarse de ello y elucubrar cuál será el truco si-
guiente que utilizarán para llegar un poco más tarde.
Qué significa relacionarse con los adultos?, ¿qué tipo de conflictos son
los más habituales?, ¿existe la rebeldía de los jóvenes?, ¿se pueden re-
solver los conflictos con los adultos?, ¿necesita la familia una renovación?, ¿es
cierto que no se confía en los jóvenes?, ¿puedo hacer cambios en los horarios,
en las relaciones o en la paga sin tener que hacer de ello algo trágico?
Introducción
Este dossier habla acerca de las relaciones entre los jóvenes y los adultos.
Pretende contar cosas, dar ideas y exponer cuestiones sobre el hecho de
que las relaciones entre jóvenes y adultos son numerosas y, a veces, difíci-
les. Pero también tiene la intención de provocar la reflexión y el debate,
quiere ser una oportunidad para que se den opiniones, para discutir, para
tener en cuenta los pensamientos de otras personas, para hablar de lo que
a cada uno le preocupa.
Sin embargo, la información que vais a encontrar aquí no es útil y válida
por el mero hecho de existir, sino cuando alguien la utiliza y le sirve.
No es suficiente que «nos cuenten algo», ni que «sepamos algunos datos
reveladores», ni que «nos informen sobre lo que habitualmente no nos in-
forman». Lo verdaderamente importante es tomar la información, las
ideas, los datos y las opiniones y estrujarlos, romperlos, darles la vuelta, so-
meterlos a juicio, valorarlos, reinventarlos y adaptarlos. Sólo entonces,
cuando hacemos de la información algo que sea beneficioso en sí mismo,
la información es útil. Y podemos hacer que otras personas sean parte de
ello.
Este dossier sólo tiene valor si al leerlo os sugiere algunas soluciones a los
interrogantes que la propia información plantea. Y tiene más valor cuan-
tas más personas puedan conocer y compartir esas soluciones
El dinero
Para sobrevivir en la sociedad actual necesitamos dinero. Al no tener traba-
jo, los jóvenes disponen habitualmente de poco dinero propio. Esta depen-
dencia de los adultos crea un conflicto respecto a «cuánto» y «cuándo» se
necesita dinero, porque además los jóvenes de ahora necesitan más dinero
que los jóvenes de hace 20 años.
Tenemos que tener en cuenta el cambio temporal en el valor del dinero
(«yo antes con esto pasaba una semana»), la creatividad (se pueden hacer
cosas que no cuestan dinero utilizando el gratuito cerebro), la rebelión
(que supone no responder a patrones de consumo salvaje), la autonomía (que
intenta encontrar recursos propios a cambio de un esfuerzo mayor que
pedir y pedir).
Estas consideraciones pueden permitir un acercamiento diferente a la cues-
tión del dinero. La estrategia no es conseguir más dinero cada vez, sino te-
ner el suficiente para mantenerse en el nivel en el que podamos relacionar-
nos de forma satisfactoria con nuestros iguales
Las amistades y las relaciones
Las relaciones de los jóvenes también suelen ser motivo de discusión. En
dos sentidos: la valoración («no me gusta el Luisito ese») y en la compa-
ración («estás más tiempo con tus amigos que con nosotros»). En medio
de este tipo de conflictos se entremezclan otros como el horario o el uso
del teléfono.
Para comprender por qué las amistades pueden ser un conflicto, hay que
entender dos ideas sencillas: la pérdida de control afectivo y la novedad
del cambio. Cuando de repente perdemos cierto grado de exclusividad en
el cariño de alguien y descubrimos que hay muchas más personas en su
campo afectivo es fácil reaccionar de forma torpe, y esto a veces les pasa a
los adultos con los jóvenes.
La segunda idea a tener en cuenta es complementaria. La pérdida de con-
trol afectivo por parte de los adultos se une a la admiración y la fascina-
ción que los jóvenes sienten hacia sus nuevas relaciones.
La panda, las primeras relaciones sentimentales y las amistades ofrecen un
mundo de relaciones «entre iguales» desconocido o aprovechado al máxi-
mo desde entonces. Es lógico que cuando nos encontramos con ello inten-
temos disfrutarlo a tope, y es fácil que parezca que las relaciones anterio-
res, mayoritariamente con adultos, han perdido importancia.
Como en otros casos, los contactos y el intercambio sano y sincero pueden
ayudar a que esta zona de conflicto reduzca su influencia en las relaciones
con los adultos.
Comunicación
La pretensión de que los jóvenes y los adultos hablan diferentes lenguajes y
que por eso es imposible que se entiendan, nace de una posición patosa y tor-
pe ante las relaciones humanas. La comunicación entre las personas nunca es
fácil al principio y mejora conforme nos vamos conociendo y entrenando más.
Las tres formas más sencillas para «cargarse» la comunicación entre dos
personas son: suponer siempre que una conversación o una discusión no
van a servir para nada, utilizar recursos que bloquean y dificultan la rela-
ción como el volumen de la voz, un lenguaje despreciativo, gestos agresivos,
etc, y la incapacidad para ponerse en el lugar de la otra persona y entender
lo que dice, piensa o siente y por qué
La ropa y la indumentaria
La forma de vestir, la indumentaria, en definitiva la imagen, es un aspecto
importante de las personas. A todos nos importa cómo nos ven los demás,
y eso depende en parte del aspecto externo. La forma de vestir es una ma-
nera de identificarnos individual y grupalmente. La forma en que se viste
una persona sirve para diferenciarla de los demás y también para asociarla
con un grupo, igual que la música que escuchamos, los lugares a los que
vamos o la bebida que consumimos.
El color de una camiseta, el largo de una falda o lo espectacular de un pen-
diente son a veces razón suficiente para que surja una discrepancia o una
discusión en casa.
Muchas personas confunden su imagen con la de los que le rodean. De la
misma manera que una madre se avergüenza de las «pintas» de su hijo un
viernes, él se avergüenza del aspecto de ella para ir a una boda. En cual-
quiera de los dos casos es un error considerar la imagen de otro como pro-
pia, porque todos tenemos derecho a elegir nuestra propia imagen. Aun-
que no esté de más consultar, contrastar y disfrutar de las diferencias, en
lugar de sufrirlas
Los horarios
Los horarios son un problema importante en su doble vertiente: el reparto
del tiempo personal y el tiempo de salida. En ambos casos suele haber ma-
yor permisividad por parte de los adultos a medida que los jóvenes van
siendo mayores. Por la idea de que las cosas «que alguien tiene que hacer
fuera de casa» aumentan con la edad.
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