Desconfianza
danielaquevedo13 de Junio de 2012
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El germen de la desconfianza
Todos hemos desconfiado de una persona en alguna ocasión. Hemos pensado mal sobre ellos, sobre su mirada, o sobre la forma en que se dirigen a nosotros. Desconfianza es la falta de seguridad o creencia en alguien o algo, y cada día estamos expuestos a esa desagradable sensación.
La desconfianza proviene de muchos factores: si es que una persona nos ha mentido antes, creemos que siempre debemos estar a la defensiva, a veces damos por hecho que la otra persona todo lo que hace, lo hace con una segunda intención, queriendo provocar daño o engañarnos, es decir, la intuición te da la desconfianza contra alguien, todo esto influye en la desconfianza que existe entre las personas.
Cuándo alguien se acerca a preguntarte algo… ¿Cuál es tu primera reacción? ¿Por qué cada día desconfiamos más de nuestro prójimo? ¿Es una simple respuesta de defensa, o es que nos hemos acostumbrado a pensar mal de los demás por un dejo de comodidad que ello conlleva? Todos estos puntos tienen algo de cierto; si pasamos cerca de un mendigo nos cuestionamos si su situación es real antes de darle limosna, si alguien nos pregunta algo tendemos a pensar que existen segundas intenciones, si un médico nos ordena realizar muchos exámenes creemos que está haciendo negocio. La desconfianza se ha vuelto uno de nuestros pensamientos principales y que está presente en todo, desconfiamos de la política, de la sociedad, del trabajo, de la familia, de amistades, en la pareja, de lo que consumimos, pensamos que algo nos puede pasar, y todas estas dudas se originan de algo que ya nos ocurrió a nosotros mismos o por experiencias ajenas, las cuales consideramos creibles con una cierta conveniencia.
Uno de los dichos más comunes entre la gente es ‘’En la confianza está el peligro’’, algunos pueden decir que es recomendable actuar con desconfianza, pues así estamos alerta y menos propensos a sufrir algún tipo de perjuicio, pero si lo llevamos al límite de lo relacional, caeremos en una insana convivencia y relaciones interpersonales trastocadas por ese germen que amenaza con llevarnos al aislamiento si no lo sabemos controlar.
A medida que pasa el tiempo la gente se vuelve más insegura, el mundo lo ocasiona, ya que, vivimos en una sociedad competitiva en el que cada paso y cada caída cuenta, entramos en el plano de la desconfianza en cuanto conocemos más gente que aspira a lo mismo que nosotros, pensamos que podrían traicionarnos o hacernos una ‘’jugada’’, sólo para perjudicarnos.
A pesar de esto debemos controlarla, ya que, como la gente dice, no siempre es buena, sería más bien tener un cierto grado de pesimismo, dudando y pensando siempre en lo peor de cada palabra, intención, mirada o gesto.
¿Hasta qué punto debemos desconfiar?
Las personas que son desconfiadas aparentan ser frías, sin sentimientos. Las personas con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces de olvidar los insultos, injurias o desprecios de las que creen haber sido objeto. El menor desprecio provoca un gran cuestionamiento, que persiste por mucho tiempo. Siempre están pendientes de las malas intenciones de los demás, por lo tanto, a menudo sienten que su persona ha sido atacada o que se les ha mostrado algún desaire de alguna otra manera.
Algunos de los casos de desconfianza muy comunes son en la amistad, por eso he aquí una frase muy sabia: “La amistad termina donde la desconfianza empieza’’ (Proverbio Español).
Cuando la desconfianza se genera en la amistad o la pareja, es el fin. No se podría seguir con tal relación, ya que las relaciones afectivas se basan en la confianza. Debemos saber percibir correctamente cada situación en la que se necesita de la confianza, debemos tomar en cuenta muchos factores y no siempre llevarse por la primera opinión o visión de las cosas.
Resultaría ideal
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