Cultura De La Desconfianza
dnelap11 de Febrero de 2014
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Cultura de la Desconfianza
La desconfianza es un pariente cercano del miedo: de hecho es uno de sus principales fundamentos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organización que reúne a las economías más desarrolladas del planeta, midió el nivel de confianza interna que existe en sus países miembro, y llegó a establecer que Chile, a raíz de este 87%, obtiene el porcentaje más alto.
En Latinoamérica, Chile es seguido en este indicador de desconfianza interna por México, ubicado en el tercer puesto (después de Turquía), aunque de forma alejada en porcentaje, ya que sólo 26% de los mexicanos desconfía de sus pares, lo que lo ubica debajo del promedio de la medición, 59%.
Es interesante sopesar que la gente que reside en países desarrollados tiende a confiar más que lo que lo hacen los que viven en sociedades de menor desarrollo.
El más grave y potente perjuicio que se le genera a la sociedad no radica en el atentado a los bienes de los demás, sino en el atentado al tesoro más valioso que podrían conservar los humanos en grupo: confianza entre sí.
La teoría detrás de todos los sistemas democráticos de gobierno —basados en la delegación de funciones y poder— se sustenta en la confianza que depositan los ciudadanos en manos de los políticos; confían en que los elegidos actuarán a favor de los intereses de los ciudadanos colectivamente considerados.
Esa actuación —la correcta— de los políticos puede darse o no darse. Sin embargo, la percepción de lo que realmente sucedió podría estar totalmente divorciada de la realidad.
La realidad de lo que los políticos hacen solo puede medirse en base a datos concretos relacionados con los resultados de sus gestiones. Por desgracia, los medios también se encargan de presentar los datos rodeados de parafernalia acorde con la agenda que traen.
Tradicionalmente, en México se entendía, al terminar cada sexenio, que lo que parecía que se estaba haciendo, era simulación. Cuando un presidente subía a la tribuna del Congreso de la Unión, en tanto que se le escuchaba con gran pompa y absoluto respeto —hasta que Muñoz Ledo rompió esa costumbre— la gente se burlaba de los informes, llamándolos el “recuento de mentiras”.
Un ciudadano que desconfía del Congreso se caracteriza por lo siguiente:
a) Tiene incertidumbre con respecto a las oportunidades de bienestar que tendrán sus hijos.
b) Desconfía de que la política y los políticos contribuyan al bienestar social.
c) Percibe que los políticos se interesan poco por los intereses y la forma de pensar de los ciudadanos y que, en no pocas ocasiones, persiste la corrupción.
d) Tiene una mala evaluación del rumbo que lleva el país y de la economía nacional y personal.
e) El ciudadano con mayor desconfianza en el Congreso tiene mayor escolaridad y mejor información política.
La desconfianza en el Congreso está asociada a opiniones que debilitan los vínculos de participación social y política:
a) Los ciudadanos con desconfianza tienen una menor convicción democrática y dudan de la utilidad de los partidos políticos.
b) La desconfianza política restringe la acción gubernamental.
c) Los ciudadanos con desconfianza tienen en menor estima la solidaridad social.
Las percepciones sobre la corrupción se encuentran altamente relacionadas con la coincidencia o discordancia que los ciudadanos observan entre sus propios intereses y los intereses de los políticos. Este rubro muestra, ciertamente, una de las fases más preocupantes del desencanto de los ciudadanos con respecto a la política y una de las fuentes que cuestiona más severamente la legitimidad de los actos de gobierno.
Es cada vez más frecuente encontrar cuestionamientos a las contribuciones que la política realiza a la estabilidad y bienestar
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