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Deseo Y Gose Psicoanalisis


Enviado por   •  19 de Mayo de 2015  •  1.761 Palabras (8 Páginas)  •  227 Visitas

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.- Goce en Freud. Principio del placer.

Freud no elabora concepto sobre el goce; encontramos el significante “Lust” como placer producido por la disminución de tensión. “Vorlust”, pre-placer, placer preliminar, placer que según Lacan produce displacer.

Inicialmente se refiere a “libido” como componente del sujeto del placer que encontraba la satisfacción en la sexualidad con todo el grado de tensión que ello supone. Expone la teoría de la fantasía y la acompaña de una fuerza interna (pulsión), como cargas que se desplazan en el aparato anímico según vías específicas para cada sujeto, ya sea experiencias de satisfacción o de dolor. Es reducción de malestar, pacificación tensional. Para Freud el placer es una disminución de la tensión psíquica, mientras el goce es un mantenimiento o incremento de la tensión. El placer tiene relación con lo temporal, con el momento particular, el goce es ajeno al tiempo cronológico (compulsión a la repetición)

En “Más allá del principio del placer” 1920 (metapsicología freudiana) junto con “Lo siniestro” y “Pegan a un niño”, hallamos tres momentos claramente alejados de la satisfacción. Aparece lo Real en forma de miedos, fantasías, lo siniestro, el “yo soy pegado”… la presencia de la “pulsión de muerte” freudiana. Es la primera vez que vemos aparecer a la pulsión de muerte como consecuencia de los impases de la clínica. Sobre el tema se expresa en los siguientes términos:

“Llamamos “pulsiones” a las fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Representan los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anímica. Aunque causa última de toda actividad, son de naturaleza conservadora; de todo estado alcanzado por un ser brota un afán por reproducir ese estado tan pronto se lo abandonó.[6]

Recordemos: Eros, pulsión de vida versus Thanatos, pulsión destructiva, enfrentadas a la hora de defender la unidad del individuo en esa lucha contra su destrucción y camino hacia lo inorgánico. La libido (Eros) procura inhibir esa fuerza interna y muda que nos hace sufrir, como manifiesta en “Análisis terminable e interminable” (1937) donde Freud avisa:

“...los fenómenos del masoquismo..., la reacción terapéutica negativa y la conciencia de culpa de los neuróticos, no podrá ya sustentar la creencia de que el acontecer anímico es gobernado exclusivamente por el afán de placer. Estos fenómenos apuntan de manera inequívoca a la presencia en la vida anímica de un poder que, por sus metas, llamamos pulsión de agresión o destrucción y derivamos de la pulsión de muerte originaria, propia de la materia inanimada. No cuenta aquí una oposición entre teoría optimista y pesimista de la vida; solo la acción eficaz conjugada y contraria de las dos pulsiones primordiales, Eros y pulsión de muerte, explica la variedad de los fenómenos vitales, nunca una sola de ellas.(...)[7]

Algunas de las características del goce se hacen patente en su elaboración. Recordemos el exceso de placer en la neurosis obsesiva y el tema de la insatisfacción en la histeria (teoría traumática) en ambas se aprecia que un exceso de placer es displacentero. Decíamos que en la histeria se encuentra más placer en el significante que en propio acto sexual: satisfacción y palabra.

Deseo y goce.

¿Por qué una persona insiste en repetir algo que le frustra o le hace fracasar (síntoma)? El goce, decimos está "más allá del principio del placer", va emparentado también con la “compulsión a la repetición”. Es inconsciente.

Recordemos la historia del escorpión y la ranita a la orilla del lago. Un escorpión le dice a una ranita que le ayude a cruzar reposando sobre su espalda. La ranita temerosa, duda, ya que seguro clavará su mortal aguijón. El escorpión la tranquiliza: ¡No porque si hago eso moriré yo también! Ella convencida se presta. Sus sospechas se cumplen, es atacada y se lo recrimina al escorpión, el cual se excusa: ¡Es más fuerte que yo. No puedo dejar de hacerlo! No es que quiera picarla, es que no puede resistirse al hecho de hacerlo. “Puedo resistir cualquier cosa, menos la tentación” diría Oscar Wilde.

Algo nos diferencia de los animales. Ellos tienen instintos, nosotros pulsiones y eso marca la diferencia. Ahí donde no aparece la palabra, aparece el goce en el cuerpo en actos, impulsiones o acting out.

Para que un sujeto pueda vivir en cierto grado de normalidad, deberá hacerse deseante. Hecho que conlleva la necesidad de la aparición de una falta ante la cual el sujeto quiera colocarse. Esta falta debe de aparecer en el Otro para que el sujeto vea en ella ese objeto de deseo. Este proceso le constituirá y hará que pase del goce del ser al goce del Otro.

Cuando la madre es todo para el hijo hay goce, hay todo, un ganso lleno de bellotas[15] (no puede ni necesita moverse) Si ella mira hacia el lado del padre, el hijo observa que debe renunciar a ese goce, a ese empuje pulsional y renuncia por amor, para ser amado por la madre. Seré como ese hombre hacia el cual mira mi mamá (una renuncia parcial) Deseará. Pero si la madre está completa, si no tiene grietas por dónde penetrar el deseo, quedará atrapado en ella

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