EL PORQUE Y PARA QUE DE LA PSICOLOGÍA HUMANISTA
josh662 de Agosto de 2011
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UNIVERSITAT RAMON LLULL - FACULTAT DE PSICOLOGIA I CIÈNCIES DE L'EDUCACIÓ
Conferencia preliminar al Congreso
POR QUÉ Y PARA QUÉ SURGIÓ EL MOVIMIENTO DE
LA PSICOLOGÍA HUMANISTA
Ramón Rosal, doctor en Psicología, co-director del Instituto Erich Fromm de Psicología Humanista
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Advertencias críticas presentadas por Ludwig von Bertalanffy
En un primer punto de esta introducción veo apropiado centrar la atención en las
advertencias críticas que Bertalanffy -biólogo, filósofo de la ciencia e iniciador
de la Teoría General de los Sistemas- dirigió en los años sesenta, en diversas
ocasiones, a los representantes de las teorías psicológicas predominantes en
aquellos años.
El concepto de "sistema" -con sus variantes de sistemas cerrados y sistemas abiertoshabía
sido elaborado por Bertalanffy, con anterioridad a los años cuarenta. Fue
en 1937 cuando presentó por primera vez su idea sobre la Teoría General de los
Sistemas en un seminario filosófico que tuvo lugar en la Universidad de
Chicago. Dejó claro que su concepto de sistema tuvo antecesores en la historia
de la filosofía, en especial en Nicolás de Cusa, Leibnitz y Vico.
No se decidió a publicar su teoría en aquel momento, dados los prejuicios
generalizados contra la actividad teorizadora entre los biólogos de la época.
Fue ya concluida la segunda guerra mundial cuando presentó las primeras
publicaciones sobre el tema. Quedó sorprendido por el cambio de actitud que
se había producido tras esos años de espera, como se constata al afirmar que:
un buen puñado de científicos habían seguido líneas de pensamiento parecidas. O sea que, al
fin y al cabo, la teoría general de los sistemas no estaba tan aislada, ni era una
idiosincrasia personal en el grado que yo había creído, sino que correspondía a una
tendencia del pensamiento moderno (Bertalanffy, 1968/1976, p.93).
Un ejemplo del interés suscitado hacia este paradigma en el ámbito de la psicología
y de la psiquiatría puede ser el acontecimiento que se produjo en un simposio
celebrado en Detroit, por la American Psychiatric Association, para la
presentación de esta teoría: en una reunión de trabajo que ocupó una mañana
entera, en una sala con cabida para 1.500 personas, varios centenares tuvieron
que permanecer de pie por insuficiencia de asientos. Esto ocurría en el año
1967, menos de veinte años después de la primera publicación sobre el tema,
por Bertalanffy, en la revista Science.
Nos preguntamos aquí sobre las causas que pueden explicar el contraste entre el
interés suscitado por la TGS, en otros países, no sólo en los Estados Unidos
donde fue presentada, en comparación con la muy escasa atención que se le ha
concedido en nuestro país en el ámbito de la psicología y la psiquiatría,
especialmente en las facultades universitarias, y en las publicaciones -tanto
libros como revistas- pertenecientes a estas áreas el saber. No queremos
silenciar nuestras sospecha de que ello pueda deberse al claro rechazo que
Bertalanffy presenta, en muchas páginas de los lugares donde ofrece
aplicaciones de la TGS en estas ciencias, a los modelos psicológicos conductista
y psicoanalítico freudiano y a las no disimuladas simpatías que muestra hacia
autores de la línea psicológico-humanista tales como Allport, Maslow,
Goldstein y Charlotte Bühler. La acentuada uniformidad que ha caracterizado a
la casi totalidad de nuestras Facultades de Psicología (o secciones de Psicología
de las Facultades de Filosofía y Ciencias de la Educación), y las graves
dificultades o casi imposibilidad de presentar tesis doctorales enmarcadas en
cualquiera de los modelos terapéuticos humanistas, delatan una actitud a la que
no pueden dejar de sorprender determinadas declaraciones de Bertalanffy, por
muy internacional que sea el reconocimiento a su metateoría científica.
Refiriéndose al surgimiento de un nuevo modelo o imagen del ser humano,
Bertalanffy había afirmado:
Se trata sin duda del común denominador de muchas corrientes, distintas por lo demás,
tales como la psicología del desarrollo de Piaget y Werner, varias escuelas
neofreudianas, la psicología del yo, el nuevo punto de vista sobre la percepción, la obra
reciente sobre la cognición, las teorías de la personalidad tales como las de G. Allport y
Maslow, nuevos enfoques en la psicología de la educación, la psicología existencial, etc.
Esto implica una orientación holista en psicología. Solía tenderse en general, a reducir los
acontecimientos mentales y el comportamiento a un manojo de sensaciones, pulsiones,
reacciones innatas y aprendidas, o cualesquiera elementos últimos fuesen presupuestos
teóricamente. En contraste, el concepto de sistema procura poner al organismo
psicofisiológico, como un todo, bajo la lente del examen científico.
Así, resulta necesario un nuevo modelo del hombre, y en verdad va surgiendo lentamente de
tendencias recientes en psicología humanística y organísmica. El hincapié en el lado
creador de los seres humanos, en la importancia de las diferencias individuales, en
aspectos que no son utilitarios y están más allá de los valores biológicos de subsistencia
y supervivencia; todo esto y más está implícito en el modelo del organismo activo.
Estas nociones son fundamentales en la reorientación de la psicología que se está
presentando hoy; de ahí el creciente interés que despierta la teoría general de los
sistemas en psicología y especialmente en psiquiatría.
En contraste con el modelo del organismo reactivo expresado por el esquema de E-R -la
conducta como satisfacción de necesidades, relajamiento de tensiones, restablecimiento
del equilibrio homeostático, interpretaciones utilitarias y ambientalistas, etc.-,
preferimos considerar el organismo psicofísico como un sistema primariamente activo.
Creo que no hay otra manera de considerar las actividades humanas. Por mi parte, soy
incapaz de ver, p.e., cómo las actividades culturales y creadoras de toda índole pueden
considerarse "respuestas a estímulos", "satisfacción de necesidades
biológicas""restablecimiento de la homeostasia", y así por el estilo
(Bertalanffy,1968/1976, pp. 202s.).
Ciertamente que también puede haber contribuido a ello la insuficiente capacidad
de muchos psicólogos humanistas -más artistas que científicos de la terapia, y
en algunos casos un tanto "aventureros", como es normal en los orígenes de
todo movimiento social- para poder presentarla en un lenguaje que pudiera
amortiguar la ansiedad que había de suscitar su pluralismo quizás algo caótico
de modelos y procedimientos, no siempre adecuadamente representados, en un
ámbito académico que todavía aspiraba en aquellos años a un paradigma único
para la ciencia psicológica, y en no pocos casos, incluso a un sistema
psicoterapéutico único.
Centrándose en las explicaciones de la TGS en el ámbito de las ciencias del hombre,
y en especial, la psicología y la psiquiatría Bertalanffy (véase 1968/1976, caps.
VIII y IX principalmente) se refiere a la "revolución organísmica" ante un
conjunto de concepciones psicológicas predominantes durante decenios en las
que estaba implicado un "modelo de robot" (o de organismo meramente
reactivo) para el comportamiento humano. Comparte la siguiente declaración
de Murray (1962) al describir la imagen del ser humano en dichas concepciones.
El hombre es una computadora, un animal, o un niño. Su destino está completamente
determinado por genes, instintos, accidentes, condicionamientos y reforzamientos
tempranos, fuerzas culturales y sociales [...] no se prevé nada para la creatividad, no se
admiten márgenes de libertad para las decisiones voluntarias, ni hay ningún
reconocimiento atinado del poder de los ideales, ninguna base para acciones
desinteresadas, ningún fundamento en absoluto para la menor esperanza de que la raza
humana pudiera salvarse de la fatalidad a la que hoy se enfrenta (Murray, 1962).
En 1968, cuando Bertalanffy publica la obra introductoria de la TGS que tengo aquí
presente, sigue preponderando a su juicio este modelo de robot a pesar de que
las consecuencias de la segunda guerra mundial sobre los participantes en ella,
aparte de las neurosis de combate, no produjeron la proliferación de trastornos
neuróticos que se habían previsto desde un enfoque conductista, mientras que
por el contrario , la posterior llegada de una sociedad de bienestar a países que
habían estado implicados en aquélla, con la consiguiente reducción de tensiones
y satisfacción de necesidades biológicas, llevó consigo un aumento espectacular
de dichos trastornos y la manifestación de otros nuevos, como la neurosis
existencial. Estos resultados según Bertalanffy, podrían implicar una
invalidación de conceptos centrales de este modelo,
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