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ENCUENTROS ENTRE LA GENEALOGÍA Y PSICOANALISIS


Enviado por   •  23 de Febrero de 2014  •  2.491 Palabras (10 Páginas)  •  227 Visitas

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ENCUENTROS ENTRE LA GENEALOGÍA Y PSICOANALISIS

Nuevamente lo que convoca la escritura es, en donde más que plasmar y expresar lo “entendido” es el intento de representar algo de lo articulado, incluyendo parte de las reflexiones generadas en el espacio de clase. Bajo el intento de mostrar lo que sólo a partir de estas nuevas enseñanzas y aprendizajes han tenido como efecto la caída de sentidos, preguntas y significaciones, precisamente aprés coup.

Este ensayo surge de lo escrito por Michael Foucault sobre la Genealogía en un capítulo del libro “Microfísica del poder”, el texto fue titulado “Nietzsche, la genealogía, la historia”.

La propuesta es a partir de la genealogía, pensar el movimiento psicoanalítico y la misma práctica analítica, donde a manera de tejido plantear algunas elaboraciones distantes de la certeza, completud, definiciones o estándares; esta propuesta es la de mostrar algunas reflexiones y proposiciones.

Diversos autores, dentro de los que figuran psicólogos, psicoanalistas, historiadores y filósofos, han intentado dar cuenta del surgimiento del psicoanálisis y del sostenimiento de este saber a más de un siglo de su creación. Incluso algunos auguran en la proximidad el fin del psicoanálisis, frente a la diversidad de terapias que se ofertan en la actualidad.

Históricamente las enfermedades mentales han sido relacionadas con esencias “malas” o posesiones demoniacas. En la actualidad se intenta dar una respuesta o tratamiento a través de la religión, practicas chamánicas o pseudocientíficas, obteniendo efectos que, en el mejor de los casos, procuran un alivio momentáneo que bien tendría cabida en el ámbito de la sublimación.

Desde 300 a.C. los estoicos hacían referencia a la locura y se definía “a partir de su oposición a la razón, a la cordura, aplicándose a acciones humanas calificables de insensatas” (Muñoz, 2010), poniéndose en juego palabras como razón, juicio, realidad y normalidad.

Diana Ravinovich hace un recuento sobre los términos locura y psicosis. Escribe que ya en “el año 1080 en la Canción de Rolando se menciona el adjetivo fou que deriva del latín follis que se atribuía al globo, soplar ó saco”. (Rabinovich, 1993: 122). Posteriormente se llegó a relacionar a las personas tontas con un globo inflado de aire, tomándose el concepto de folie.

La locura fue adoptada por el ámbito médico y es por lo que un conjunto de médicos se dan a la tarea de estudiarla e ir estableciendo diversos criterios de evaluación respecto a la locura, y es desde ese lugar que Pinel en 1795 considera que el tratamiento no puede ser generalizado, y que se puede curar a los “locos” con palabras de estímulo, “una reorganización en profundidad no sólo del discurso médico, sino la posibilidad misma de un lenguaje sobre la enfermedad” (Foucault,1999: 14).

Específicamente una rama de de la medicina se comienza a dedicar exclusivamente a las enfermedades mentales y crean una nosografía. Definen a la locura como “equivalente a enfermedad mental, neurosis y psicosis, especialmente a la manía o a la fobia” (Rabinovich, 1993:122). Mientras que ya “a finales del siglo XVII se sitúa a la folie como lo que escapa al control de la razón, lo irracional” (Foucault, 1999:14). La folie comienza a ser utilizada como falta de razón y de juicio.

Posteriormente médicos, algunos de ellos allegados a Freud, tales como Breuer y Charcot, contribuyen a una nueva mirada hacia las enfermedades mentales.

“Freud irrumpe en el campo de la medicina de su época y propone una nueva nosografía (…).Allí donde los médicos suponían una afección somática de causas desconocidas o sospechaban la existencia de taras hereditarias o disfunciones constitutivas en el campo de lo psíquico, él señala la existencia de ciertos acontecimientos enclavados en la historia del sujeto como causa de las afecciones nerviosas.” (Morales, 2003:7)

Como una hiancia entre el tratamiento médico, frente a la mirada medica guiada por los signos que determinan la patología, Freud decidió poner “en juego su oreja –dejando en suspenso la mirada de médico – nació el psicoanálisis”. (Bicecci, 2005, p. 277).

Sin embargo las construcciones teóricas y clínicas de Sigmund Freud no fueron fortuitas ni totalmente creadas o inventadas por él, así como tampoco lo fue su práctica. La inteligencia y asertividad de Freud consistió primeramente en su gran capacidad de aprendizaje, el compromiso con su objeto de estudio, en un principio apegado a su formación médica y posteriormente en investigar más sobre aquello que le interesaba, que los planteamientos y explicaciones científicas de la época no terminaban por satisfacerle, es por ello se ve en la necesidad de inmiscuirse en otros saberes, tales como la psicología, lógica y filosofía.

En su juventud Freud es lector de la teoría de Franz Brentano, “quien se dedicó a la filosofía y psicología en Alemania a fines de siglo XIX y llegó a la Universidad de Viena en el año 1873” (Kripper) a impartir clases de filosofía, donde dentro de sus alumnos se encontraba Freud para tomar cursos de filosofía y lógica.

Freud crea una nosografía distinta, advierte de la omisión por parte de los psiquiatras y conduce a la psicopatología más allá de la pura descripción de síntomas. Nosografía psicopatológica que se va convirtiendo en dinámica, incluso su misma nosografía es dinámica, ya que ésta no es la misma en sus primeras obras y al final, va realizando cambios y replanteamientos en función de su clínica, de aquello que le dictaban los pacientes y que no era consistente con la teoría.

Pensar a partir de los planteamientos de Foucault respecto a la genealogía permite encontrar puntos de encuentro, momentos en los que Freud y Foucault aparentemente caminan por una misma senda, aunque en momentos y disciplinas diferentes.

Lo que realiza Freud respecto al saber médico es restituir la importancia de la palabra. Una propuesta y apuesta a que en la apertura de la palabra se aloja al sujeto y es lo que permite dar su lugar y reconocimiento a quien la pronuncia, “como si las palabras hubiesen guardado su sentido, los deseos, su dirección las ideas, su lógica” (Foucault: 1978: 7) una lógica que para ciertas disciplinas es invalida, para la que no hay lugar. La cual se intenta sofocar, apagar y cancelar a través de un fármaco, de tal manera que no se pronuncie la palabra del loco, de “aquel cuyo discurso no puede circular como el de otros: llega a suceder que su palabra es considerada nula y sin valor, que no contienen ni verdad ni importancia”. (Foucault, 2009, p. 16).

Tanto el psicoanálisis como la genealogía

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