El Carácter
jgmeji19 de Junio de 2012
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EL CARÁCTER
1. ¿QUÉ ES CARÁCTER?
El carácter es la adaptación de la voluntad del hombre a una dirección justa y un hombre de carácter es aquel que tiene principios nobles, y en ellos permanece firme, aun cuando esta perseverancia fiel le exija sacrificios.
Por el contrario, es hombre de carácter inestable, débil o sin carácter, quien contra la voz de su propia conciencia cambia sus principios según las circunstancias y se hace traidor a sus ideales desde el momento en que por ellos tenga que sufrir lo más mínimo.
Por ello para educar el carácter se requiere adquirir ideales, principios; después se tiene que acostumbrarse, con un ejercicio continuo a obrar según nuestros nobles ideales en cualquier circunstancia de la vida. Es decir, primero se deben poner principios firmes en el interior, después adquirir fuerzas, para hacer siempre aquello que hayamos juzgado recto y justo.
El hombre recibe dos educaciones, una se la dan los padres y la escuela, la otra – más importante – el propio trabajo autoeducativo. El carácter es el resultado de arduas luchas de la educación de sí mismo, de abnegación, de una batalla espiritual sostenida virilmente. Y esta batalla ha de librarla cada uno por sí solo, hasta que venza.
Se debe ser un joven cuyo carácter sea íntegro, cuyos principios de vida sean firmes y justos, cuya voluntad no se arredre ante las dificultades, fascinado por el cumplimiento del deber, cuya alma y cuerpo sean fuertes como el acero, rectos como la verdad, luminosos como un rayo de sol y nítidos como el riachuelo de los montes.
“El valor real del hombre no depende de la fuerza de su entendimiento, sino de su voluntad.” (Barón de Eötvos)
¡Yo quiero, quiero!
Quiero hacerme dueño de mis sentidos y de mis sentimientos.
Quiero poner orden en mis pensamientos.
Quiero pensar antes y sólo hablar después.
Quiero tomar consejo antes de obrar.
Quiero aprender del pasado, pensar en el porvenir y para esto hacer fructificar el presente.
Quiero trabajar con alma y vida, padecer sin palabra de queja, vivir siempre sin claudicaciones, y un día – con la esperanza de la eterna dicha – morir con tranquilidad.
El carácter es la adaptación de la voluntad del hombre a una dirección justa y joven de carácter es aquel que tiene principios nobles, y en ellos permanece firme, aun cuando esta perseverancia fiel le exija sacrificios; por el contrario, no lo es aquel quien contra la voz de su propia conciencia cambia sus principios según las circunstancias, según la sociedad, según los amigos, etc. y se hace traidor a sus ideales desde el momento en que por ellos tenga que sufrir lo más mínimo.
“Siembra un pensamiento y segarás el deseo, siembra un deseo y recogerás la acción, siembra la acción y cosecharás la costumbre, siembra la costumbre y lograrás el carácter, siembra el carácter y tendrás por mies tu propia suerte.” De pequeños pensamientos y acciones va entretejiéndose la suerte de tu vida. Pero el hombre ha de educar su voluntad para que se compenetre con la voluntad de Dios.
Joven de carácter es aquel que tiene principios, ideales nobles y sabe ejecutarlos y permanecer firme en ellos. Permanecer firme aun cuando nadie en el mundo confiese estos nobles ideales; aun cuando todos los que le rodean sean cobardes y sin carácter. Permanecer firme a pesar de millares de ejemplos adversos y malos. Al hombre justo y firme en sus propósitos… aunque el mundo resquebrajado caiga, lo encontrará impávido las ruinas.
No hay cosa que más admiren los jóvenes como el vigor decidido en el obrar, es decir, obrar y no soñar. No es vigor la precipitación desatinada, resolver sin pensar los problemas, o emprenderlo todo para dejarlo mañana. Antes pesarlo, después lanzarse. Pero cuando ves que has de hacerlo, o vale la pena de que lo hagas, entonces no has de retroceder, por más abnegación, perseverancia, sacrificio que te costare.
El deseo de libertad de tu corazón tiene como fin asegurar tu desarrollo de espíritu, por ello has de luchar contra las pasiones, inclinaciones, obstáculos que se oponen al libre desenvolvimiento de tu carácter, por ejemplo, el desaliento, el capricho, la pereza.
“ Has de pedir alma sana en cuerpo sano. Pide ánimo fuerte, que no tema la muerte, que ponga entre los dones de la naturaleza el último momento de la vida, que pueda sobrellevar cualquier trabajo…” En una palabra cuerpo sano, alma fuerte y capaz de soportar las fatigas pesadas, autodisciplina, nada de pretenciones, moderación. Pero sólo las almas grandes son capaces de esto.
Hay que aplicar, pues, esta fuerza interior del entusiasmo fogoso al velamen de los pequeños deberes de la vida cotidiana, y entonces podremos librar en él enormes energías. ¡Es valentía decir siempre la verdad¡ ¡Es valentía ser honrado! ¡Es valentía perseverar inconmovibles en nuestros principios!, y esto es lo que hace el joven de carácter.
El ejercicio de la voluntad no es otra cosa que el prestar una ayuda sistemática al espíritu en la guerra de libertad que ha de sostener contra el dominio tiránico del cuerpo. Quien se incline, sin decir una palabra, a cualquier deseo que se asome en su instinto, perderá el temple de su alma y su interior será la presa de fuerzas encontradas. Primera condición del carácter: guerra contra nosotros mismos y orden en la enramada salvaje de nuestras fuerzas instintivas. ¡No! – has de decir a tus compañeros cuando te incitan a cosas prohibidas; a tus instintos, cuando ciegamente te acucian; a todas las tentaciones, que adulando quieren envolverte en sus telarañas.
La base de toda virtud es el dominio de sí mismo. En cuanto alguien se hace esclavo de sus instintos, pierde inmediatamente la garantía mejor de su vida moral: el gobierno de sí mismo. Quien se deja arrastrar, sin oponer resistencia, por los deseos sensuales, no sólo pierde el derecho de llamarse joven de carácter, sino aun el de llamarse hombre.
El dominio de sí mismo no es el silencio de una voluntad endeble, no es una resignación pasiva, sino clara muestra de una voluntad disciplinada, que es dueña en todas las circunstancias, y sabe pesar de antemano el significado de la palabra que se va a pronunciar. Eres joven de carácter, además, si erez capaz de permanecer inquebrantablemente fiel a todo cuanto manda la conciencia, porque hay dos enemigos que luchan contra ella: en primer lugar la denigra en torno tuyo el mundo entero; después te instigan a la rebeldía tus inclinaciones desordenadas, tus instintos que se despiertan.
Cuanta razón tiene Huxley al escribir: “La verdadera virilidad significa una voluntad fuerte, guiada por una conciencia delicada”.
Quien sigue en sus acciones los anhelos del corazón, pero no pide consejo a su entendimiento; quien atiende a sus deseos agradables más que a los austeros deberes, no es un carácter fuerte.
2. OBSTÁCULOS EN LA FORMACIÓN DEL CARÁCTER
Quien no hace sino correr en pos del beneplácito de los hombres, de sus favores, y por ello está dispuesto a negar los principios, de antemano aceptados, es muy natural que nunca llegue a formarse un carácter firme. El joven de carácter no se preocupa del juicio que sus obras merezcan a los hombres, sino del fallo que sobre ellas emita su propia conciencia.
Otro obstáculo del carácter son las fuerzas desordenadas de nuestro interior; y es un contrasentido hablar de carácter, mientras no hayamos puesto en orden este salvaje.
El obstáculo más peligroso en la formación del carácter es la marcha lenta. La labor de la autoeducación es un juego de paciencia que requiere largos años, y ésta es su dificultad.
Otra dificultad grande para la formación del carácter es la vida agitada, la marcha desenfrenada y los millares de impresiones que nos brinda la época actual; todo lo cual no favorece la tranquila formación del carácter. Feliz el joven que, aun hoy día, puede consagrar largos ratos al cultivo de su desarrollo espiritual.
La corriente hedonista de la sociedad actual que nos presenta el placer por el placer y nos hace renunciar a todo tipo de sacrificio o abnegación nos impide igualmente formar el caráter. Decía el célebre filósofo inglés John Stuart Mill: “De quien nunca se priva de una cosa lícita, no se puede esperar que rehúse todas las prohibidas. No dudemos que llegará tiempo en que se acostumbre a los niños y a los jóvenes a la ascética sistemática, al ejercicio de la abnegación, y, como en la antigüedad, se les enseñe cómo han de negar sus deseos, cómo han de afrontar los peligros y cómo han de sufrir dolores por su propia voluntad”.
Precisamente el significado de la palabra ascesis es “elaboración fina”; por ello los griegos entendían por tal aquella vida de preparación, de pulimento y de sacrificio, con que se disponían los atletas al certamen, para poder aprovechar en el grado más elevado las fuerzas latentes de su cuerpo. El combate contra los instintos desordenados es un domar continuado que todos los que quieran tener carácter deberán cumplir día tras día.
El joven que se preocupa de su carácter, nunca excusará sus faltas diciendo: “Es por demás; yo soy así; ya nací con este temperamento”; sino que trabajará sin tregua en el perfeccionamiento de su alma. Repite por lo tanto muchas veces para sus adentros: Aunque moren fieras
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