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El Pensamiento De La Mujer En La Obra De Ignacio Baro


Enviado por   •  22 de Agosto de 2014  •  4.117 Palabras (17 Páginas)  •  305 Visitas

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El pensamiento sobre la mujer en la obra de Ignacio Martín-Baró

Ignacio Martín-Baró escribió sobre la mujer, el machismo y la ideología familiar -temas que, como veremos, están indisolublemente conectados- a lo largo de veinte años. De hecho, este fue el tema que más constantemente lo acompañó a lo largo de su evolución intelectual, porque sobre ningún otro publicó periódicamente con tanta recurrencia. Esto no significa, por supuesto, que fuera el tema sobre el que más escribió. Su producción sobre este tema se traduce en ocho artículos y tres capítulos de libro, escritos

entre 1968 y 1988.

En realidad, la primera impresión que uno obtiene al enfrentarse a esta obra es que se trata de una producción desigual y poco sistemática. Cuando uno busca un esquema sintético que permita exponer de modo coherente el pensamiento de Ignacio Martín- Baró acerca de la mujer, se encuentra con serias dificultades. El motivo es obvio: no puede hacerse una síntesis globalizadora, porque la obra de Martín- Baró sobre la mujer es un fiel espejo de su evolución intelectual a lo largo de veinte años; no se puede hallar una coherencia sincrónica, porque no existe: la coherencia es diacrónica, radica en la evolución temporal y personal que posibilitó la evolución de su pensamiento y su perspectiva.

Cuando escribió su primer artículo sobre el machismo en ECA (Martín-Baró, 1968), Ignacio Martín-Baró tenía veinticinco años, llevaba, entre unas cosas y otras, apenas cuatro años en El Salvador y empezaba a interesarse por la psicología. Cuando escribió su último artículo sobre la mujer (Martín-Baró, 1990), tenía 46 años, había pasado casi dos tercios de su vida en este país y a lo largo de la última década se había esforzado sistemáticamente por desarrollar una perspectiva psicosocial propia y coherente, esfuerzo que había culminado en la publicación de su manual de psicología social en dos tomos (Martín-Baró, 1983a, 1988a). Es por esto que el tema ofrece una posibilidad idónea para abordar no sólo un problema social de enorme y continuada vigencia, sino también para hacer un recorrido por la obra general de Martín-Baró.

De este modo, lo que aquí se presenta es una reconstrucción. Una reconstrucción que, dado que no conocí a Martín-Baró, los datos biográficos que pueden encontrarse sobre él son más bien escasos y -hasta donde sé- no se ha hecho una sistematización cronológica de su pensamiento, corre el riesgo de alejarse de la realidad y traicionar al autor. Con esas precauciones, pues, hay que leer lo que sigue a continuación.

A lo largo de los veinte años que he mencionado, muchas cosas cambiaron en su perspectiva, y a ellas fundamentalmente está dedicado este artículo. Pero al menos dos aspectos se mantuvieron constantes.

El primero es su gran capacidad para observar la realidad cotidiana. Es bastante sorprendente que al final de su vida Ignacio Martín-Baró todavía siguiera empleando una caracterización descriptiva del machismo que había esbozado casi veinte años antes, en base a la simple observación (ver Martín- Baró, 1972). Y si la seguía utilizando era porque conservaba su validez, y los estudios empíricos posteriores así lo confirmaron (ver Martín- Baró, 1987).

El segundo aspecto es una particular sensibilidad hacia los determinantes políticos de la conducta humana. Aunque la concepción del modo en que estos determinantes operan fue cambiando a lo largo del tiempo, desde muy temprano Ignacio Martín-Baró introdujo los intereses del poder establecido como un elemento esencial para comprender el fenómeno del machismo y la situación de la mujer (ver Martín-Baró, 1972).

Teniendo en mente estas dos constantes, podemos hacer ahora un recorrido por la evolución del pensamiento de Ignacio Martín-Baró acerca de la mujer.

En un primer momento, lo que atrajo el interés deIgnacio Martín-Baró fue la cuestión del machismo, como fenómeno latinoamericano en general y

salvadoreño en particular. Describe el machismo como un complejo, un conjunto de ideas con profunda signifi- cación afectiva, que comprende cuatro rasgos (Martín-Baró, 1968, 1972): (a) una fuerte tendencia y una gran valoración de la actividad sexual del macho. El machista parece

empeñado en poseer mujeres para luego abandonarlas; (b) una gran agresividad, tanto en el terreno sexual como en su conducta general. El macho ha de ser dominador, y muy particularmente dominador de la mujer; (c) el -valeverguismo- o indiferencia y desprecio de todo aquello que conlleveafectividad, sensibilidad y también compromiso en un proyecto vital más amplio; (d) el -guadalupismo- o idealización-cuasi-religiosa de la figura y del honor de la madre.

En el fondo de la actitud del hombre hacia la mujer, lo que parece existir es una gran ambivalencia y la ambivalencia afectiva es algo que se presta muy fácilmente a un análisis en términos psicodinámicos. En el fondo de la experiencia vital del machista, dirá Martín-Baró en esta época, lo que hay es una familia en la que el padre está ausente; sea porque realmente abandonó a la madre o sea porque -le vale verga- la educación de sus hijos, la figura del padre no existe en la experiencia familiar del niño. En cambio, la madre es una figura omnipresente y probablemente sobreprotectora, que trata de compensar con sus hijos la ausencia del hombre. Así, en el niño se desarrolla un sentimiento ambivalente hacia la madre: la idolatra, porque es su única fuente de cariño, pero la desprecia inconscientemente, porque ha sido abandonada y es tan dependiente de él. Esta experiencia familiar, junto con los modelos sociales que se le proponen, configura su actitud hacia la mujer: la considera un ser humano de segunda categoría, pero la necesita para seguir afirmando constantemente su propia superioridad. Es una imagen de la mujer escindida, entre madre idealizada -tan idealizada que ninguna mujer puede cumplir realmente los requisitos del rol- y mero instrumento de satisfacción sexual. Esta concepción imposibilita cualquier tipo de relación entre géneros verdaderamente humana.

Este análisis psicoanalítico del –machismo abandónico- se mantiene en el capítulo que escribió en 1972 en Psicodiagnóstico de América Latina, si bien esta vez inserto en el marco más amplio de la dialéctica de la civilización (ver Marcuse, 1969). El machismo se contempla aquí como un

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