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Estanislao Zuleta


Enviado por   •  17 de Febrero de 2014  •  Tesis  •  1.116 Palabras (5 Páginas)  •  185 Visitas

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Estanislao Zuleta

El gran legado de Estanislao Zuleta (1935-1990) a los maestros colombianos es su obra sobre educación, arte y filosofía, en especial, " El elogio de la dificultad" y "Sobre la lectura", donde recomienda la lectura "Sobre el porvenir de nuestros institutos de enseñanza", pues en él, "Nietzsche reflexiona sobre la Universidad como pocas veces se ha hecho, incluso hoy".

"Estanislao es un autor que lee críticamente, un intelectual muy completo y un gran humanista", asegura su amiga María Luisa Jaramillo, profesora de la Universidad de Antioquia. "Tenía un carisma avasallador. Su padre, que también se llamaba Estanislao tuvo intercambio epistolar con el escritor Fernando González, autor de "Cartas a Estanislao", cuenta Elkin Obregón, quien ilustró el perfil del intelectual antioqueño que apareció en la Revista Sociología de la Universidad Autónoma Latinoamericana en 1991. El pensamiento de Estanislao Zuleta ha perdurado en la mente de las generaciones de colombianos líderes del país que él formó.

La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiesta de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.

Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica.

Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas.

Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal.

En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida.

En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.

Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él.

Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia –por la desgracia– de alguna revelación. El estudio de la

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